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Tres espacios culturales de la Junta se quedan sin director


Marta Rodríguez
La Voz

⏩ Los principales espacios culturales de la Junta en Almería se han quedado sin cabeza visible en cuestión de un año. De forma literal. Del cese fulminante de Rafael Doctor como alma máter del Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) a la materialización de la invitación a irse de la Alcazaba que asegura haber recibido Arturo del Pino han pasado justo doce meses. Entre medias, Beba Pérez pidió abandonar la dirección del Museo Arqueológico por “motivos personales”.


Por si fuera poco, José Castillo se jubila este otoño como máximo responsable de la Biblioteca Pública Francisco Villaespesa, de modo que de momento solo el Archivo Histórico Provincial parece escapar a la inestabilidad con María Luisa Andrés al frente.

Las causas que están detrás de estos cambios tienen más que ver con un fin de ciclo que se produce como consecuencia del cambio de gobierno en la Junta -que culminaba a principios de 2019- que con una sucesión de casualidades. 
A principios de julio de 2019, el director de Programas del CAF, Rafael Doctor, fue convocado a una reunión en Sevilla en la que se le cesó directamente de su cargo cuando apenas había cumplido dos de los cuatro años de un contrato que obtuvo a través de un concurso público.

Entonces fuentes de la Consejería de Cultura alegaron que la destitución se debía a una reestructuración que “requería otro perfil” y que, para encontrarlo, se iba a convocar un nuevo “concurso público”. Él, sin embargo, siempre defendió que se trataba de una cuestión “ideológica”. 
Tres meses después, se publicaba en el BOJA la convocatoria que abría el proceso público para contratar la dirección de Artes Visuales de la Agencia de Instituciones Culturales -puesto que sustituía al de Doctor-, solo que se especificaba que el centro de trabajo estaría en Sevilla, y no en Almería, donde está la sede del CAF. A día de hoy, el concurso sigue sin resolverse.

También en otoño, Beba Pérez había comunicado ante la Delegación Provincial de Cultura y Patrimonio Histórico su intención de no seguir al frente de la institución por “motivos personales” más de dos años y medio después de su llegada al cargo. Eso sí, desvinculaba este paso atrás del cambio en el Gobierno andaluz y aseguraba tener “buena sintonía” con la actual delegada, Eloísa Cabrera.

Por último, hace apenas una semana trascendió que Arturo del Pino dejaba la dirección de la Alcazaba y ponía rumbo a Sevilla tras siete años en la capital, donde en un principio llegó para dirigir el Museo. “No me voy de la Alcazaba por voluntad propia, sino que desde hace meses fui invitado a abandonarla”, desvelaba como una bomba en sus redes sociales.

La responsable de la Delegación Provincial de Cultura se limitaba a agradecer su trabajo y le deseaba suerte. Al ser preguntada por el futuro de la dirección del Museo de Almería y ahora la de la Alcazaba, Eloísa Cabrera explicó que para el primero  ya ha salido la plaza publicada. “Se ha terminado el plazo, se habrán presentado las personas que hayan considerado que reunían los requisitos para ocupar la plaza. Se baremará por Función Pública y en un mes o mes y medio ya tendremos el nuevo director o directora del Museo de Almería”, señalaba. “Y en la Alcazaba se seguirá el mismo procedimiento”, añadía.

El sindicato Ustea Andalucía apunta a que el retraso en las convocatorias para cubrir la dirección de los centros culturales de la Junta en Almería está provocando que en algunos como el Museo no vayan a disponer de una cabeza visible en año y medioAparte de las disfunciones administrativas y los desajustes laborales, esta situación también se traduce en una pérdida de presencia mediática y posicionamiento culturalA su juicio, el relevo puede ser bueno si está abierto a personal de fuera, que traiga ideas nuevas y rompa una peligrosa endogamia “interna” de “todos ya conocida”. En este sentido, indican que segundas parte nunca fueron buenas ni tampoco “absurdas hipotecas”.

El grifo que se llevaron de Almería a Pisa


Manuel León
Periodista

⏩⏩⏩ Un día del año 1089, naves pisanas que se vieron llegar por el horizonte marino  saquearon Almería, entonces una taifa rica e instruida, donde corría la plata y la seda y donde sonaba el laúd, pero  gobernada por el inofensivo Almutasim, más poeta que guerrero. Al-Maryya era entonces uno de los primeros reinos resultantes de la descomposición del Califato de Córdoba y había tenido una gran notoriedad y engrandecimiento en esas décadas de independencia, con Jairán como sonoro soberano. 

La escultura mide más de un metro y representa una figura alada, mitad aguila y león

Pero estaba desgastada hasta la médula por las luchas fratricidas con taifas vecinas, como la de Denia, y fue el momento en el que la República de Pisa aprovechó para vengarse  de esa taifa  por los continuos ataques de los piratas musulmanes en el Mar Tirreno, como Hitler se vengó de la República española bombardeando Almería casi novecientos años después. 
Hasta 1928, el ‘grifo almeriense’ estuvo en la cumbre del tímpano oriental de la catedral de Pisa y desde 1928 está expuesto en la cabecera del Museo de la catedral de esa ciudad
Entraron los marineros pisanos en la ciudad, probablemente quemaron viviendas y edificios públicos y se llevaron joyas y tesoros. Entre ese botín de guerra -está documentado por los autores Monneret de Villard, Anna Contadini y Leopoldo Torres Balbás- la flota pisana arrambló con la mayor escultura en bronce del mundo islámico medieval en ese momento -mitad león, mitad águila- que se llevaron a bordo hasta su entonces emergente Puerto. Hasta 1928, el ‘grifo almeriense’ estuvo en la cumbre del tímpano oriental de la catedral de Pisa y desde 1928 está expuesto en la cabecera del Museo de la catedral de esa ciudad célebre por su torre inclinada (Museo dell’ Opera del Duomo). 

La existencia de esta legendaria pieza, cuyo emplazamiento medieval dada su fastuosidad y tamaño (más de un metro de alto) podría ser La Alcazaba medieval que mandara construir Abderramán III en 955 -aunque es enigmática su función originaria- es hoy casi desconocida para la ciudad de la que salió y se ha convertido estos días en uno de los principales reclamos publicitarios para visitar la exposición que se acaba de inaugurar en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid con el título de Las artes del metal en Al-Ándalus. 

Fue inaugurada el pasado martes por un almeriense, el ministro de Cultura, José Guirao, quien posó al lado del Grifo, como estandarte de la muestra, y quien probablemente no fuera sabedor del origen ‘almeriense’ del fabuloso bronce. Junto al grifo alado, se muestran estos días en el Arqueológico madrileño la espada damasquina que Boabdil perdió en 1492, un globo metálico con estrellas fechado en 1085, un bronce procedente de Ciudad Real o un surtidor de fuente.  En total la muestra reúne piezas islámicas únicas procedentes de treinta museos del mundo.

La Almería medieval, como tantas ciudades costeras de la época, fue objeto de continuas invasiones, saqueos y asedios y también de flotas que venían en son de paz a reparar sus embarcaciones de vela y remo en sus famosas atarazanas o a realizar el avituallamiento tras una larga travesía. Uno de los asedios más furibundo fue el del rey Jaime II de Aragón en el año 1309 que con una catapulta intentó acabar con los muro de La Alcazaba a fuerza de lanzar bolaños. 

Pero la cesura más importante del dominio musulmán durante la época medieval en Almería fue la conquista y dominio durante una década de los reinos cristianos de León y Aragón, desde 1147 a 1157, en lo que se denominó La Conquista de Almería con cantar de gesta incluido. En esa invasión contra los almorávides almerienses, acaudillada por Alfonso VII Ramón Berenguer IV, participaron también navíos pisanos y genoveses. El botín de guerra fue la propia Puerta de Pechina, además de labradas vajillas, estofas de seda y lámparas de la Mezquita.