Edita: Fidio (Foro Indalo de Debate, Ideas y Opinión) / X: @opinionalmeria / Mail: laopiniondealmeria@gmail.com
Mostrando entradas con la etiqueta manolo escobar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta manolo escobar. Mostrar todas las entradas

Vanessa García Marx es la única hija de Manolo Escobar


Tania Artajo
@opinionalmeria

Vanessa García Marx, hija adoptada de Anita Marx y de Manuel García Escobar, Manolo Escobar, es la única hija legítima del cantante natural de El Ejido. María Eva García Figueras no es hija biológica de Manolo Escobar. Eso es lo que ha dicho el juzgado de Primera Instancia número 54 de Madrid, que afirma que no existen pruebas concluyentes para decretar que esta gijonesa de 59 años. La demandante estudia interponer un recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Madrid.

Vanessa, con su padre (El Comercio)

La vista oral se celebró a puerta cerrada, a fin de preservar la intimidad de las partes, dos años después de que la mujer acudiese a los tribunales para ser reconocida legalmente como hija del artista almeriense. En el juicio se aportaron los resultados de las muestras de ADN que la jueza ordenó realizar a los hermanos de Manolo Escobar, fallecido en octubre de 2013 y cuyo cadáver fue incinerado. Vanesa es adoptada, por lo que su perfil genético no es válido en el procedimiento civil.

Ante la jueza María Eva aportó pruebas para ratificar la relación que su madre y el cantante mantuvieron cuando ambos residían en Barcelona y de la que, supuestamente, nació ella el 26 de noviembre de 1960, tan solo un año después de que Manolo Escobar se casase con Anita Marx. En la demanda, María Eva aportaba fotografías de su madre y Manolo Escobar juntos, así como un manuscrito firmado por su progenitora que dice: «Yo, con la cabeza lúcida, afirmo y juro que antes de mi matrimonio hubo una relación de novios con Manuel García Escobar. Después, mi María Eva nació por esa relación anterior. Mi hija María Eva García Figueras es hija natural, de sangre, de Manuel García Escobar, el conocido Manolo Escobar. Lo firmo y juro”.

Según María Eva, Anita Marx estaba al tanto de la paternidad de Manolo Escobar fuera del matrimonio. Cuando cumplió los 20 años la relación se enfrió y los últimos años del artista no mantuvieron apenas contacto.

Vanessa, por su parte, manifestó en el juicio que no conocía de nada a quien decía ser su hermana y que su padre nunca le manifestó palabra alguna sobre esa supuesta hermana.

In memoriam: Anita Marx, viuda de Manolo Escobar

Nuria Torrente
@opinionalmeria

Ha sido estrenar el año 2017 y se nos ha ido para siempre quien fue durante más de medio siglo la esposa, amiga y compañera de un gran almeriense, Manolo Escobar. Anita Marx Schiffer (Colonia, Alemania, 1936) ha fallecido en su ciudad de residencia, Benidorm (Alicante), a causa de una parada renal. Esta tarde, a las 7,30 se ha producido el sepelio.

Anita Marx se casó en Colonia con Manolo Escobar en diciembre de 1959, a los tres meses de conocerse en una sala de baile de Playa de Aro. La ceremonia la tuvieron que realizar con intérprete porque ninguno de los dos hablaba el idioma del otro. El matrimonio adoptó en 1977 a su única hija, Vanesa, a la que el ejidense dedicó una de sus más populares canciones, “Mi pequeña flor”. Manolo Escobar falleció el 24 de octubre de 2013.

Anita, con Manolo

El pasado 10 de diciembre Manolo Escobar y Anita Marx hubieran celebrado su 54 aniversario de casados. Se conocieron en la sala “Fiesta” de Playa de Aro (Cataluña) y tras el matrimonio fulminante Anita acompañaba a su marido en todas sus actuaciones. La llegada de Vanessa interrumpió esa costumbre, que volvió a retomar una vez que la niña se hizo adolescente.

Durante la celebración de la ceremonia de Anita y Manolo se produjo un hecho anecdótico, que la alemana recordaba con frecuencia. Anita llegó a la iglesia en un coche de caballos junto a su padrino, un español amigo del cantante que ejercería de traductor. Éste, en vez de preguntarle, como está mandado, “¿Se encuentra aquí para casarse?”, le preguntó: “¿Está usted casado?”, a lo que Manolo Escobar respondió con un sonoro “Noooo” que hizo temblar a toda la iglesia, pues eso sí lo entendieron los alemanes. Rápidamente se aclaró la situación.

Manolo y Anita en el homenaje que a él se le rindió en El Ejido

Manolo Escobar dedicó a quien ha sido su mujer una de sus canciones más bonitas, “Anita”: “Anita, que lindo nombre tu nombre cariño / Que bellos ojos tus ojos, tan lindos / Anita, cariños hay en el mundo / Mi vida como el granito / Pero tú sabes mi cielo /Que no existen como el mío / Anita, que dulces labios los tuyos, son míos / Que hermoso nombre tu nombre, cariño, Anita”.una sentida e íntima misa que tuvo lugar en el tanatorio de la Marina Baixa, en la que se dio el último adiós a la que fuera mujer de Manolo Escobar durante más de 50 años.

Al sepelio han acudido las personas de su círculo más íntimo, entre los que se encontraba la periodista Ana García Lozano para consolar a su prima Vanessa. Tras el sepelio, los restos mortales fueron incinerados ya que, como explicó su hija Vanessa, "su ilusión era que juntáramos sus cenizas con las de mi padre".

Carlo Escobar rinde tributo a su tío Manolo

Emilio Ruiz

El matrimonio formado por los ejidenses Antonio García Navarro y María del Carmen Escobar Molina tuvo una muy numerosa prole. Su hijo Manuel, Manolo Escobar, ha sido el más conocido, pero también lo fueron Baldomero, Salvador y Juan Gabriel, que acompañaron a su hermano en los espectáculos durante muchos años. Otro hermano, José María, empleado de Correos, fue el autor de la popularísima canción dedicada a su madre, Madrecita María del Carmen. Fueron en total diez hermanos, ocho hombres y dos mujeres. Solamente un descendiente de tan numerosa familia ha seguido la senda artística. Es Carlo Escobar, hijo de María del Carmen, la mayor de las hermanas.

Carlo Escobar

Todos los nietos del matrimonio de El Ejido nacieron fuera de la tierra natal de los abuelos, principalmente en Barcelona, a donde emigraron los progenitores. Todos menos uno, precisamente Carlo, que es de El Ejido. “Mi padre era de Santo Domingo y mi madre de Las Norias y siempre sintieron añoranza por su pueblo, y en 1959 volvieron y montaron una carnicería en el mercado de El Ejido. Fue cuando nací yo. En 1962 de nuevo regresamos a Barcelona”.

En Cataluña Carlo alternó sus estudios de música con una vida profesional relacionada con la banca. En 1987 su empresa le trasladó a Madrid y fue en la capital donde grabó su primer disco e hizo sus primeras apariciones en televisión. Dio el salto a México para dedicarse principalmente a la producción artística. Al morir su padre regresó de nuevo a España. Hace tres años, tras la muerte de Manolo, retomó su vocación artística.

¿Cómo fue tomar la decisión de subirse de nuevo a los escenarios tras varios años retirado?
La muerte de mi tío, hace ahora tres años, me supuso un fuerte impacto emocional. Estaba muy unido a él. Desconozco el caso de otras personas que hayan nacido en el seno de una familia con alguien que haya representado tanto para tantas personas. Para mí, mi tío fue un regalo que me dio la vida. Tener el privilegio de poder jugar en mi infancia con sus medios de trabajo (los trajes de sus actuaciones, sus guitarras y las de mis tíos), así como convivir con su ejemplo y consejos ha sido algo demasiado importante en mi vida como para no influenciarla. Soy el único miembro de la familia que ha conectado con su misma vocación musical y artística. Pensé que tenía que hacer algo.

El mes pasado empezó la gira de Memorias Compartidas

¿Y a ese algo lo ha bautizado con el nombre de Memorias compartidas?
Efectivamente, no ha sido un proyecto improvisado, sino elaborado durante dos años, tras cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento. Mi espectáculo comparte mis canciones y los éxitos más conocidos de mi tío. Presento al público canciones propias, escritas en esta nueva etapa bajo el título Renacer, pero también interpreto canciones suyas. Siempre empiezo el espectáculo con Madrecita María del Carmen. Por varias razones: una, porque está dedicada a mi abuela materna y, además, mi madrina; otra, porque creo que era la que con más hondo sentimiento cantaba mi tío, y hay una tercera, que es el autor, mi tío José María, un hombre cuya vida fue ejemplo de humildad y honestidad y con quien pude compartir muchos momentos, así como mantener largas conversaciones sobre nuestra mutua pasión, la música. También interpreto Y Viva España, Mi Carro, El Porompompero…, en definitiva, sus principales éxitos en la voz de alguien de su familia, en mi voz.

La familia ejidense de los Escobar casi al completo

En su repertorio hay una canción dedicada a su pueblo natal, El Ejido. Supongo que le gustaría interpretarla ante sus paisanos.
Sí, es un gran deseo que espero ver hecho realidad. Es una canción con la que me emociono mucho porque, aunque me fui de El Ejido cuando era un bebé, mi padre constantemente me transmitía una devoción casi inusitada por mi tierra. La he compuesto con muchísimo amor, y sí, es verdad que me gustaría poder interpretarla en mi pueblo.

Vanessa, la hija de Manolo Escobar, confirma el deseo de su padre de esparcir sus cenizas en Almería

Emilio Ruiz

A Gustavo González, periodista del corazón de Telecinco, especialista en bombas mediáticas que después la realidad verifica que ninguna llega a explotar, el invento sobre la supuesta otra hija de Manolo Escobar le ha durado poco tiempo. No conocía a ninguna otra hija de Manolo Escobar que no sea Vanessa por una razón muy simple: no se puede conocer lo que no existe.

Vanessa García, hija única
del almeriense Manolo Escobar
Frustrado el invento de la hija desconocida del cantante ejidense, ahora circulaba por las redes sociales el rumor de que no era cierto que Manolo Escobar deseaba que sus cenizas se esparcieran por la tierra que le vio nacer. Siempre ha existido en esta tierra tan desagradecida un grupo de personas que decían, a hurtadillas, que Manolo Escobar lo estaba devolviendo a su tierra todo lo que recibió. Olvidan estos desagradecidos que la familia García Escobar tuvo que hacer lo mismo que otras muchas familias almerienses que querían huir de la miseria: hacer las maletas y buscar un pedazo de pan para sus hijos allá por donde podían encontrarlo.

Manolo Escobar siempre se ha mostrado orgulloso de su origen almeriense. Y Almería, principalmente en los últimos años, ha correspondido a ese orgullo. El almeriense tiene todos los reconocimientos que Andalucía, Almería y El Ejido pueden conceder a uno de los suyos.

Por si había alguna duda sobre la última voluntad del cantante sobre el destino de sus restos, su hija Vanessa, en declaraciones al diario Abc, ha despejado todas las dudas: “¿Dejó su padre instrucciones para cuando falleciera?”, le ha preguntado el redactor del periódico. “Él dejó dicho –contesta Vanessa- que quería que le incineraran y también que le pincháramos para tener la certeza de que ya no estaba vivo. «Pinchadme y aseguraos de que he muerto de verdad», insistía. También quería que sus cenizas se repartieran en tres lugares: Almería, Benidorm y Barcelona. Y así lo haremos”.

En Almería son cientos, tal vez miles, los amigos y fans de Manolo Escobar que desean que este acto de esparcimiento de sus cenizas no se limite al ámbito privado. Les gustaría dar un último adiós a quien supo pasear con orgullo y honor el nombre de Almería.

Manolo Escobar y Almería

Javier Orrico
Catedrático de Lengua y Literatura

Cuando fuimos progres estaba prohibido que nos gustara Manolo Escobar (y Lola Flores, la grande). No te podían gustar King Crimson o Pink Floyd a la vez que el gran Manolo, cuyas películas llenaban durante días el Gran Teatro Cinema de Caravaca hasta tener que traer sillas suplementarias. Y todavía era más imposible que pudieras escuchar a Raimon, Paco Ibáñez, Llach, la Bonet o Luis Pastor, junto al Manolo que más tarde remataría la faena con su incomparable “Y viva España”.

El arte popular del verdadero pueblo español, el que gustaba a los ‘oprimidos’, era considerado por nuestra progresía, o sea, por casi todos los que salíamos a correr delante de los caballos de los ‘grises’ cada vez que se nos convocaba (y también por todos los que se quedaban escondidos y medraron luego con heroísmo inventado), un "producto alienante utilizado por el franquismo para adormecer a las masas"

Lo que pasaba es que las masas con los que se adormecían era con los otros, que además luego se supo que eran casi todos separatistas, los jodíos. Eso no quita para que yo siga adorando a la María del Mar Bonet de “Mercè”; al Llach del “Viatge a Ítaca”; al Luis Pastor de aquella canción que adaptaba el “Piedra de sol” de Octavio Paz, y que comenzaba “Voy por tu cuerpo…”; o las “Palabras para Julia”, de José Agustín Goytisolo, el bueno, que musicó Paco Ibáñez. Algunos confirmarían luego que eran un coñazo y que todo su arte era un producto del resentimiento. Un alimento para ilustradillos neomarxistas que es lo que éramos.

El arte de Manolo, sin embargo, siempre se nutrió de la alegría, de las ganas de llegar al corazón de la gente sencilla, de cantar las creencias populares y los sentimientos eternos. Yo lo había visto muchas veces en el cine y el teatro, pues a Caravaca fue a cantar en diversas ocasiones con su impagable acompañamiento de hermanos.

Pero me convertí definitivamente al escobarismo durante el tiempo que pasé en Almería, en los Años del Señor de 1985 y 1986. Alquilé un piso en el Zapillo, en primera línea de playa, con esa bahía maravillosa que me dio algunos de los momentos más luminosos y felices de mi vida. Y fui el rey de las ‘barras’ del Zapillo y de los entonces no demasiados ‘pubes’ de una ciudad que aún no había comenzado a ser la pequeña gran urbe que es hoy.

Entonces aún los almerienses de cepa vivían durante el invierno en la ciudad y en el verano se iban a la playa, que estaba a ¡dos kilómetros! Las cosas de aquellos tiempos. Servidor, claro, se fue directamente a aquel barrio popular y divertido que, al menos entonces, era el Zapillo, la playa, la libertad. Y allí pude gozar de los amaneceres más hermosos de esta perra vida, y de aquel “inmenso coral es tu hermosa bahía” que la canción de Escobar grabó en mí como una huella de sangre. Nunca he dejado después de cantarla, y aún recuerdo con inmenso afecto a los amigos y amigas que allí dejé y esa bahía que me acarició tantas noches.

Se nos acaba de morir el gran Manolo Escobar. Hoy cantaremos más que nunca aquellas coplas populares que nos dejó como un patrimonio dulce y caliente: “Mi carro”, “Madrecita María del Carmen”, “Los limoneros”, la genial “La minifarda” y, sobre todas, “Viva Almería”, esa joya ignorada donde amé para siempre.

Manolo Escobar, sueño español y alegría del pobre

José Antonio Martínez Soler
Periodista

En los años 40, en plena represión franquista, un ventero de El Ejido (Almería) recogió a un maestro republicano represaliado y le dio parada y fonda a cambio de que educara a sus 10 hijos. El de en medio, con 4 hermanos mayores y 5 menores, tenía madera de superviviente. Se llamaba Manolo García Escobar y sacó buen provecho de aquellas clases domésticas clandestinas. El joven Manolo Escobar aprendió la lección (ética republicana, laúd, piano y las cuatro reglas) y se hizo un hombre cabal.

Eran años de hambre y emigración. Sin igualdad de oportunidades, el sueño español (salir de pobre) solo podía alcanzarse como torero, futbolista o cantante. Algunos niños pobres de entonces fueron enviados a seminarios o a cuarteles para asegurarles comida caliente. Manolo, maleado por el Barrio Chino de Barcelona, escogió el camino del arte y la farándula. Sin complejos, pero con toneladas de disimulo y de gracia, acertó de pleno.

La Dictadura quiso sacar provecho de sus éxitos y le jaleaban en el No-Do. Pero Manolo Escobar nunca fue franquista. Solía decir, con gran sonrisa socarrona, que no se metía en política. Jamás actuó en El Pardo ante el ominoso dictador ni en el Palacio de La Granja donde acudía la flor y nata del Régimen. Ridiculizaba a carcajadas a los censores franquistas que le prohibieron una rociera porque “…a la Virgen le asomaba una enagua blanca, una enagua blanca…”.

Como almeriense y emigrante, siempre he presumido de él, he cantado sus canciones de oro y, por malas que fueran, he celebrado sus películas. En la segunda mitad de los 60, Manolo Escobar ya era un charnego que, desde Cataluña, había cautivado a España entera. Bueno, a decir verdad, no cautivó a toda España.
En mis círculos de amistades antifranquistas, lo que en los últimos años 60 equivalía a miembros y simpatizantes del Partido Comunista y unos pocos del PSOE, no estaba bien visto presumir de Manolo Escobar por muy almeriense que yo fuera. Disimulé cuanto pude mi admiración por el cantante favorito de mis padres para poder ser aceptado en aquellos círculos tan intransigentes.

Si algún día era pillado in fraganti canturreando eso de que “no se compra ni se vende el cariño verdadero” me ganaba una bronca de los comisarios comunistas para que me concentrara en las lecciones de Materialismo Dialectico de Politzer en lugar de caer en esas “ridículas canciones de la pequeña burguesía que alienaban a la clase obrera”. Pero la clase obrera que yo veía camino de la Universidad estaba cambiando el arado por el andamio al son de Manolo Escobar. Las coplas de Manolo, cargadas de sentimentalismo, ternura y algunos tópicos del desarrollismo reinante, eran una fuente de alegría para los pobres.

Un día me planté y salí del armario. Les dije a mis colegas clandestinos (dando voces) que me encantaban Manolo Escobar, la copla y el flamenco y que odiaba los tanques soviéticos que habían invadido Checoslovaquia. Fui proscrito y, enamorado como estaba de una yanqui, fui considerado -¡cómo no!- sospechoso agente de la CIA.

Si, como dice Rilke, la infancia es la patria del hombre, mi patria está llena de coplas de Manolo Escobar.
60 coplas de oro de Manolo Escobar.

Algo de esto le conté a Manolo la primera vez que compartí mesa y mantel con él (y otros paisanos de la Casa de Almería en Madrid como Barrionuevo, Chencho Arias, etc.). Se partía de la risa. Pero no se mojaba en nada referente a la política. Viniendo de tierras de moriscos, este alpujarreño de la costa sabía lo que era disimular en público, incluso en los estertores de la Dictadura.

En otra ocasión, cuando regresé de Cataluña, nos reímos juntos gracias al ingenio de otro paisano. Una pintada en el barrio gótico, cerca de la Catedral de Barcelona, pedía un obispo catalan (“Volem bisbe catalá”). Al día siguiente, apareció pintada la respuesta de un charnego: “Como somos mayoría, lo queremos de Almería”.

Manolo Escobar podía lucir con orgullo, y a la vez, la insignia de oro y brillantes del Barça, la de oro de Almería y la medalla de Andalucía. Mis compañeros de la 19 Compañía del CIR 5 de Cerro Muriano (Córdoba) eran casi todos de Las Norias, la pedanía donde nació Manolo Escobar. ¿Qué coplas íbamos a cantar si no? Manolo nos alegró la mili franquista, una de las experiencias más tristes y lamentables de mi vida.

Como la bajita y grandísima catalana Carmen Amaya (que exigía “pa amb tumaca” en el Waldorf de Nueva York) o Peret, el gigante de la rumba catalana, Manolo Escobar simboliza lo mejor y más potente de la Cataluña moderna e integradora, de la Cataluña universal. El otro gran Manolo (Vázquez Montalbán) lo sabía muy bien y defendió la copla andaluza/catalana incluso en su Crónica Sentimental de España en Triunfo, la biblia de la izquierda. Cuando leí a Vázquez Montalbán supe que no estaba solo. Y puede cantar el Porromponpero, sin miedo, fuera de la ducha.

Descanse en paz este andaluz/catalán universal. Y “¡que viiiivaaaaa Eeespañaaaaa!”… Sobretodo en el Mundial de Brasil. Gracias, Manolo, el sueño español de los 50 y 60, por toda la alegría y la ternura que te debemos.

El Ejido y Almería entera lloran la muerte de Manolo Escobar

Antonio
García Vargas

 “Si vivir es un soplo, ¡vívelo día a día!”, se dijo el buen Manolo. Y en la España desnuda, él transformó El Ejido -vieja Murgui romana- en la cuna que alegre mecía la tonante voz que la recorría.

Manolo Escobar recibió el
homenaje de los ejidenses y de
todos los almerienses, entre ellos
uno de sus mayores fans,
David Bisbal
Eran tiempos de lágrima, de resquemor y envidias, de anarquía y quebranto. ¡Ah, aquella España herida! Herida en carne viva que restañó su canto. Manuel hizo habitable aquel páramo yermo sembrando pasodobles con colores de España. Pintó las dos españas de faz desdibujada. Con su niño perdido: “¿Dónde estará mi niño?”, su fandanguillo etéreo, el carro que le robaron, los cantos a su hija y su eterna alegría.

Nació cuando el esparto era rey de Almería, tierra de sus amores, desolada y exangüe cual princesita inerme, a la espera del príncipe -confiada y dormida-, degustando en sus sueños el sabor de ese beso que transformado en cante la despertara un día. ¡Ay, Almería!

No te has ido del todo, rapsoda de esta tierra. Nos queda tu alegría de ejidense de pro, de almeriense sin par; pegado está a la piel cual quemazón del sol la presencia perenne de tu timbre de voz, tu andaluza prestancia y tu espontaneidad.

En verso alejandrino, ya que el verso es cantar / que imita los sonidos por medio de sus letras, / diré que Don Manolo pasó por la canción / sin saber “qué” pasaba, que pasó “sin pasar”, / cantándole a su gente su ser mediterráneo / aun siendo consciente de que pasaba “algo” / … singular.

Y en ese oscuro tiempo de película gore / sembró con sus canciones sonrisas y esperpento, / lanzó el dolor al viento  y se lió a cantar / como quien riega un huerto que de un erial aflora. / Y lo llenó de rosas. Y lo regó de esencias / … y de amore.

Adiós, no despedida.
Es solo un “hasta siempre”
o "hasta luego a Manolo";
¡a Manolo Escobar!