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Valente no quería que se le relacionase con nadie cuando eligió Almería para vivir


Antonio Torres
Periodista

⏩ La vinculación de José Ángel Valente con Almería ha sido objeto de homenajes al cumplirse 20 años de su fallecimiento. Casi todas las universidades se han expresado. La Facultad de Poesía José Ángel Valente y la de Santiago de Compostela que en colaboración con la Diputación y José Manuel Mouriño lanza su ensayo audiovisual. Sonia Miranda y Antonio Luís López homenajearon con un recital de altura.  El arquitecto Ramón de Torres en un entrañable artículo en LA VOZ DE ALMERÍA destacó que la presencia del Premio Príncipe de Asturias de las Letras se activa en la exposición “Manuel Falces, alquimista de la memoria”, que se celebra actualmente comisariada por Matilde Sánchez en el CAF. El exministro José Guirao, artífice de que Valente se asentara en Almería, José Antonio López Alemán que le abrió la puerta de El Taranto y el actual alcalde, Ramón Fernández-Pacheco que en su etapa de concejal abrió la Casa del Poeta de forma musealizada cuando fue concejal de Cultura.  En cambio, al poeta, autor de una prosa contundente y a veces controvertida por sus juicios de valor sobre aspecto físico o vestimentas de personajes, tuve la oportunidad de entrevistar por encargo del entonces responsable de Cultura de El País, Juan Cruz, en la edición de 10 de febrero de 1986. Ahí se subraya que no quería que se le relacionase con nadie cuando ha elegido Almería para vivir. Ni con Goytisolo que también formó parte de su patrimonio. ¿Por qué eligió el Sur para instalarse?, fue la primera pregunta: “Paradójicamente, se sube hacia la sombra y se desciende hacia la luz. Parecería ése un sentido obvio del descenso hacia el Sur. La busca de una relación no sólo simbólica, sino carnal, con la luz. Habría, luego, la elección del lugar. ¿Por qué Almería? He oído muchas veces esa pregunta en los últimos tiempos. Pero no soy yo, en rigor, quien podría responderla. Porque uno no elige a uno. Y eso pertenece al orden en lo poco o nada racionalidad fiable, al orden de las cosas que sin que nosotros sepamos por qué configuran el destino”.


La memoria. “Usted es de otras tierras”, le pregunté a Valente,  hijo adoptivo de Almería del que tuve el privilegio de muchísimas tardes me visitara a las antiguas instalaciones de Canal Sur en Oliveros y de las que guardo grandes confidencias, “viene de lejos y la idea de regreso por lo menos planeará sobre su mente”: “Sí, yo soy gallego de nación”, dijo, “nací y viví en Galicia toda mi infancia, toda mi adolescencia, y tengo con respecto a aquella tierra un intenso sentido de pertenencia, tanto que soporto con dificultad la idea de un regreso. Irme fue mi modo de quedarme para siempre Tal vez por eso sea el regreso imposible. Es como si temiera que la memoria abrasase allí el territorio de la realidad, lo abrasase todo Galicia es para mí el territorio sin límites de la memoria. Y en ese sentido Galicia me condiciona, me impone un sentimiento contradictorio, que es el sentimiento del regreso y a la vez el sentimiento de que el regreso no existe. No se regresa nunca”.

¿Y Almería?

“Así entendidas las cosas, Almería me descondiciona. No me impone ninguna pertenencia, me acoge como una tierra nueva, tierra incógnita; me ofrece una pura receptividad. En el tiempo que llevo aquí no ceso de asombrarme de la honda receptividad de este lugar al que he venido. Entiendo ahora que ya desde sus orígenes árabes tuviese Almería fama de lugar de acogida, de hospitalidad. Esa capacidad de acogida se percibe de modo difuso en la ciudad, sus gentes, “pero tiene además en mi caso nombres propios, muy sólidos fundamentos. Sería desleal si a ese propósito no agradeciese la elegante y continua ayuda que recibo de los amigos de la Diputación Provincial, entre los que he de citar ante todo a José Guirao y a Gabríel Núñez. Tampoco podría excluir la mención explícita de Ramón de Torres, arquitecto de extraordinario talento y sensibilidad”, dijo el autor de El fulgor y persona que siempre estuvo abierto para nosotros en entrevistas. El prestigio adquirido por  el conjunto de la provincia, tras su decisión de residir en Almería, sobre todo en el ámbito cultural, fue impactante para que escritores y universidades hablaran del Sur desde Almería, la provincia de contrastes.

La casa del poeta

Antonio
García Fernández

Ahora que se celebra el Día del Libro es un buen momento para recordar a José Ángel Valente. El poeta, uno de los más grandes del siglo XX en España, vivió en el centro de la ciudad de Almería y tenemos la suerte de disponer de su casa para que sea un museo. Este espacio, después de muchos años de espera, parece que en unos meses, al fin, abrirá sus puertas. Tan larga ha sido la espera que hasta se creó una plataforma para pedir la apertura de la casa.

Casa de José Ángel Valente
Del proyecto escogido poco sabemos, pero hay que tener confianza. Porque sí, porque es mejor tener confianza que no tenerla y porque no nos queda otra. Esperemos que se respete el esfuerzo del gran proyecto que hizo Ana Gaviera para la casa y se mantenga el espíritu absolutamente moderno de su Valente itinerante. Ojalá que sí, porque lo habitual en estas tierras es que, cada vez que a alguien le encarga un proyecto, quiera hacer tabula rasa y empezar de nuevo, dejar su impronta de genio e ignorar todo lo anterior, como si lo de antes no valiera ya nada.

Estamos hablando de respeto. Que cuando entremos en la casa del poeta haya un poco de imaginación, que no haya un vídeo de un viejo explicándole a un niño quién era el poeta y que la casa no tenga esos terribles paneles con lenguaje político-administrativo que igual valen para presentar a un músico que a un encofrador y que pudren los museos cuando hablan de poner en valorimplementar, ser proactivo, dinamizar y toda esa jerga que tan poco tiene que ver con los artistas y su obra. Ojalá que cuando entremos en la casa del poeta reconozcamos a Valente. Ojala que sí.

"Diario anónimo" de José Ángel Valente

Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista

Será un gran acontecimiento cultural, literario, poético, dentro de un par de años. Durante más de cuarenta años el poeta José Ángel Valente (Ourense 1929, Ginebra (Suiza) 2000) escribió un diario personal, reflejo de sus impresiones creativas más íntimas y personales: apuntes, ideas, esbozo de futuros libros, el germen de algunos poemas, comentarios críticos sobre el mundo literario, citas de autores, una visión cotidiana, encerrada en el autor, de la que no se tenía noticia, esencia del pensamiento crítico de Valente. La existencia del diario ha sido dada a conocer por Andrés Sánchez Robayna en la clausura reciente del ciclo dedicado a Valente, organizado por el Instituto de Estudios Almerienses. Sánchez Robayna, una de las grandes poéticas españolas de hoy (también vinculado a esa ‘poesía del silencio’ de la que muy pocos hablan como tal, pero que existe), considerado el ‘albacea literario’ de Valente, habló sobre ‘En torno al diario anónimo de José Ángel Valente’ y desveló el espacio inédito y más personal del poeta, tan vinculado a Almería (“la ciudad que elijo para vivir”) en su itinerario final, desaparecido en 2000. El ‘diario anónimo de Valente’ verá la luz, según Sánchez Robayna, en el período 2011/12 editado, por el Círculo de Lectores (Galaxia Gutenberg), una vez concluido el trabajo de estudio y ordenación.

Antes de morir José Ángel Valente donó su archivo y biblioteca a la Universidad de Santiago de Compostela. Y salvo alguna que otra documentación mínima, se pensaba que ahí estaba todo, una vez que vio la luz su libro póstumo ‘Fragmentos de un libro futuro’ (2000). Y sin embargo había otra documentación que Coral Rodríguez, compañera de Valente, conservó con una gran discreción y silencio, un material inédito conservado al margen del archivo. Cuarenta años de una memoria personal del autor encierra el diario, desde 1950 hasta el 2000. Centenares de páginas, con centenares de anotaciones, todas fechadas, recogidas en dos cuadernos (de tapas negras y tapas amarillas, respectivamente), que encierran diversos itinerarios de Valente en el mundo de la antropología, política, filosofía, literatura; arte, anotaciones con tonos líricos, dramáticos, satíricos, que constituyen una documentación esencial para introducirse en el proceso de elaboración intelectual, la gran amplitud de pensamiento crítico e ideas de Valente, “el escritor es en rigor anónimo”, que configuran a su vez la gran dimensión personal del poeta, siempre con la mirada hacia el futuro de la realidad presente. “La palabra ha de llevar el lenguaje al punto cero…” (1969).

En estos diarios, a tenor de las palabras de Sánchez Robayna, José Ángel Valente indaga desde la razón, desde lo imaginario, intuitivamente, desde la palabra sobre la realidad, para desvelar la esencia de lo real. De ahí la configuración anónima del autor, como razón de identidad que proyecta permanentemente el ‘yo universal’. “La experiencia personal es anónima, es de todos los hombres” (1974). Kafka, Ionesco, Max Frisch, T. S. Eliot, Walter Benjamín, Juan Gelman aparecen en las referencias de sus citas. 

Núcleos temáticos del diario: Reflexiones y notas de poética, observaciones relacionadas con la vida cotidiana y poemas en verso y prosa, todo ello ligado a la idea de silencio, consustancial en Valente, según Sánchez Robayna, con un fuerte arraigo de la imagen del alba como imagen esencial. “La realidad que somos capaces de imaginar como real en un momento dado” (1983), “El otro es mi yo disidente” (1986). Está también sus reflexiones sobre Arte: ‘Lectura de El Bosco’ (1979).

El ‘diario anónimo de Valente’ recoge también la proyección del dolor que acompañó al poeta hasta su final: la muerte por sobredosis de su hijo Antonio en Ginebra, el 1 de septiembre de 1989. Pocos días después Valente sufre un infarto. Su corazón y esencia poética quedaron heridos hasta el final. Lo explicó en Almería Sánchez Robayna: “La desaparición de Antonio fue uno de los golpes más duros, le marcó profundamente”. Hay un libro que Antonio regaló a su padre, con una dedicatoria expresiva, que Valente anota en su diario: ‘Para mi padre, a quien tanto quiero. Antonio’. Hay varias anotaciones, todas con un fuerte sentir trágico: “Hoy, la imagen de Antonio apareció con terrible intensidad”. Anotación sobre un texto de Kafka traducido por su hijo Antonio, “sabía él hasta qué punto era para mí decisivo el silencio. Qué sabía él de mí. Qué sabía yo de él” (1982). El recuerdo de su hijo le acompaña en todos sus itinerarios personales, “él está siempre vivo para mí, solo en su noche… Su recuerdo, su esencia, no me abandonan nunca” (1992).

El ‘diario anónimo’ tiene, pues, una importancia documental evidente. Según Sánchez Robayna “pone de relieve una aventura intelectual de extraordinaria relevancia. Pensador y poeta se funden”, ante la verdad de un diario íntimo, con la tensión entre poesía y pensamiento crítico, ante un José Ángel Valente más real, más poeta, más vivo, más humano.