Juan Carlos Ortega vuelve al Maestro Padilla

Javier Adolfo
Iglesias

Muchos fotones han llovido desde que Juan Carlos Ortega visitara Almería en los años noventa. Fue junto a Javier Sardá y el señor Casamajor, en el programa de radio ‘La ventana’, del que era su principal guionista. Desde entonces, Ortega no ha parado de trabajar en la SER, pero también en Onda Cero, RNE y TVE, donde presentó el maravilloso programa ‘La mitad invisible’. En estos años, Ortega ha construido un universo entero de personajes y humor en ‘Las noches de Ortega’, en antena desde el año 2015. A este, su primer programa, se le unió ‘Transmite la SER’, los domingos a las doce del mediodía. Por ellos, Ortega vuelve a Almería con un Ondas a toda su trayectoria y un premio Berlanga por hacernos pensar entre carcajada y carcajada, como las que nos promete este viernes a las 20.30 horas en el Auditorio Maestro Padilla. 

Juan Carlos Ortega / La Voz

Soy muy seguidor suyo. Espero que me tranquilice porque recuerdo el impacto que me produjo ver al Señor Casamajor aquella tarde de ‘La Ventana’ en este mismo auditorio en los 90. 

Le agradezco que sea seguidor, de verdad. Tal vez desvele algún truco durante la representación, pero ojalá que el impacto que le cause sea positivo y no sea yo responsable de causarle un trauma. 

Mi padre era de Pulpí. Pasé los veranos de mi infancia bañándome en la playa de Terreros y en la de Cuevas del Almanzora. Adoro esa tierra, ese sol, esa alegría de vivir. 

Háblenos de su relación con Almería. 

Mi padre era de allí, concretamente de Pulpí. Pasé los veranos de mi infancia bañándome en la playa de Terreros y en la de Cuevas del Almanzora. Adoro esa tierra, ese sol, esa alegría de vivir. 

¿Por eso clava el acento almeriense murciano? 

Ojalá lo clavara. En cualquier caso, es un acento que ha estado presente durante toda mi vida, y siempre que intento reproducir una forma de hablar me lleva a la cabeza esa gente a la que escuchaba de niño. 

¿Guarda su primera grabación de usted mismo? ¿De qué fue o de qué trató? ¿Y en qué formato? Casete, supongo. 

Ojalá las encontrara. Durante un tiempo las tuve muy controladas, pero en varias mudanzas fueron desapareciendo. Sí, eran en casete, y yo hacía un programa de radio llamado ‘Al rojo vivo’ (mucho antes que Ferreras), y me entrevistaba a mí mismo haciendo otra voz. Todo muy triste, como ve. 

En su libro ‘Buenos días, Sócrates’ se autodenomina “un filósofo sin estudios”. ¿Qué pasó con sus estudios? 

Fui un desastre en clase. Suspendía todas las asignaturas, menos religión. Y esta última no la aprobaba porque fuera un niño aplicado en esta materia, sino porque el profesor, un cura bondadoso, aprobaba a todos los niños. Luego, a los dieciséis años, aprobé por primera vez una asignatura, física, con un diez. 

Usted es muy aficionado a los Beatles. ¿Le hubiera gustado hacer un programa de ‘La mitad invisible’ sobre John Lennon y ‘Strawberry Fields Forever’ en Almería? 

Me habría encantado. Adoro a los Beatles. Su alegría de vivir, su talento prodigioso. Me encantaría hacer un documental sobre ellos, pero ya hay muchos y están muy bien hechos. 

¿Lloró cuando falleció Jesús Quintero, ‘El loco de la colina’? ¿Cómo recuerda su figura en aquella España? 

No lloré físicamente, pero si tuve una gran tristeza. Quintero moldeó mi visión de la radio durante muchos años, y aún hoy lo sigue haciendo.  Fue el primer locutor en considerar su trabajo como un arte. Con él se pasó de la artesanía, del oficio, al arte. Ahora tengo la suerte de ser amigo de sus hijas, lo que me llena de alegría. 

Si le ofrecieran volver a locutar la serie ‘Cosmos’ original, ¿lo haría? 

No, porque José María del Río hizo una obra maestra, jamás superada, imposible de mejorar. Pero si su doblaje no existiera, sí, entonces me gustaría hacerlo. Pero él en primer lugar. Es imposible superar a  José María del Río, la voz más prodigiosa de España. 

¿De dónde le vino esa pasión por la ciencia, por la física y astronomía? 

Curiosamente de haber visto, siendo niño, la serie ‘Cosmos’, de Carl Sagan, narrada en España por el gran José María del Río. A partir de ahí empecé a comprar libros de divulgación, los de Asimov, los de Sagan, y desde entonces la ciencia siempre me ha acompañado. 

Lleva ya diez temporadas de ‘Las noches de Ortega’. Prométame que habrá otras diez más. 

¿Quién sabe dónde estaremos, si es que estamos, dentro de diez años? Si sigo vivo, tal vez continuarán, de la forma actual o de otra distinta. 

Además de la SER, trabajó para RNE y lo ha hecho para Onda Cero, ¿cómo lo hace? 

Todas las emisoras son la misma emisora. 

Hasta hace apenas diez años no tuvo programa propio. ¿Su amor por la SER ha sido tan difícil como el amor de pareja que tanto aborda usted en sus historias? 

Si, he tardado mucho en que me dieran un programa. Yo nunca he pedido nada. Me he dejado seducir. Cuando me decían “haz esto”, yo lo hacía. Me propusieron un programa y dije: ok, lo hago. Nunca he tenido ambición. Solamente la de hacer bien mi trabajo. 

Usted no para de crear y le atrae ese misterio, ¿qué acto creativo le hubiera gustado vivir junto a su autor? 

Estar junto con Bach en cualquiera de la creación de sus cantatas. 

Elija: ¿un descubrimiento científico o una obra de Bach o Mozart? 

Si fuera impulsivo, diría Bach o Mozart, pero pensando en la humanidad, obviamente elijo cualquier descubrimiento médico. 

Creo que en los últimos programas de ‘Las noches de Ortega’ usted va a tumba abierta… ¿Qué me dice? 

Sí, me gusta decir cosas que a algunos de mis compañeros les cuesta decir. 

¿Puede el humor superar la hilaridad de la realidad? 

No la supera, pero le pone un altavoz bonito. 

¿Volverá con más frecuencia a Almería? 

Ojalá. Mi sueño es pasar unas vacaciones eternas en una casa blanca junto a una playa cerca de Terreros.

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