Los estragos de la violencia vicaria

Simón Ruiz
Periodista

La provincia de Almería pasa a ser la zona de Andalucía con mayor número de víctimas de la violencia vicaria, siempre y cuando se considere como tal la muerte de las pequeñas Larisa y Elisa, supuestamente envenenadas por su padre este domingo. La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género tenía hasta este lunes actualizados los datos del número de menores de edad víctimas mortales por violencia en la pareja o expareja y en toda España se sumaban un total de 52 casos. La cifra se elevaría a 54, sumando los dos últimos fallecimientos en la provincia de Almería desde 2013.

En concreto, en el territorio almeriense habrían ocurrido hechos similares a los de este pasado domingo en la localidad de Alboloduy en los años 2016 y 2018, con una víctima en cada uno de los casos de violencia vicaria. Hasta este lunes, la provincia con mayor número de menores de edad fallecidos a manos de sus progenitores era Málaga, con 3. Por comunidades, el mayor número de casos sumados son Madrid (9) y Andalucía (8). Si se suman las dos nuevas víctimas, en esta comunidad autónoma la cifra llegaría a la decena (10).

Por otra parte, a lo largo del día de ayer se supo que las niñas, de dos y cuatro años de edad, estuvieron un año amparadas bajo un sistema de acogida junto con su madre hasta que esta renunció “voluntariamente” con la intención inicial de regresar a Rumanía, su país natal.

Según han especificado fuentes de la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad de la Junta de Andalucía, en marzo de 2022, la mujer y sus dos hijas ingresaron en el centro de emergencias para víctimas de violencia de género de Almería y después, en junio, fueron trasladadas a la casa de acogida de Granada.

Fue en la provincia granadina donde recibieron atención psicológica, jurídica y social dentro de un plan personalizado de atención. Así, en marzo de 2023, la mujer solicitó de forma voluntaria su salida de los recursos de acogida. La mujer “quería regresar a Rumanía y para ello necesitaba que el padre consintiese que las niñas salieran de España”.

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