Asquerosa doble vara de medir

José Fernández
Periodista

Durante el pasado Pleno del Ayuntamiento de Almería, los micrófonos de la sala recogieron -con descarnada y eléctrica precisión- el término “asqueroso”, con el que un concejal del PSOE se refería a otro del PP, al término de la intervención de éste. Aunque tanto el motejado como el motejador saben perfectamente de qué estoy hablando, lo cierto es que el hecho apenas ha tenido repercusión, más allá de algún modesto recuadro en la prensa y algún eco lejano en las redes sociales. Nada más.

Un pleno en el Ayuntamiento de Almería
"Ya les digo yo que si el concejal que se deja traicionar por el ardor plenario hubiera sido del PP, tendría suerte si no hubiera abierto algún informativo, o si no hubiera recibido peticiones de dimisión por parte de los colectivos pluscuamperfectos y de la plantilla de deontólogos de guardia"

No centraré el tema en el exceso verbal tan indiscretamente amplificado (todos hemos mascullado barbaridades en las circunstancias menos recomendables) sino en esa permanente doble vara de medir. No es necesario que les pida que imaginen qué habría sucedido si el protagonista del alarde de sinceridad hubiera sido el concejal del PP y el retratado de forma tan poco compasiva un edil socialista. Basta que recuerden la que organizaron buena parte de los que ahora han callado cuando un concejal del PP de Roquetas  mandó groseramente a la mierda a un asistente al Pleno. Y aunque el calentón verbal -por el que después pidió disculpas- fue afeado de inmediato, tanto por la portavoz popular como por el propio alcalde, a los pocos minutos el asunto ya había incendiado las redes y provocó hasta artículos de opinión en contra del deslenguado.

¿Han visto ustedes eso en este caso? Naturalmente que no, porque hemos llegado a ese punto en el que no importa tanto lo que se haga o lo que se diga como quién lo haga y quién lo diga. Ya les digo yo que si el concejal que se deja traicionar por el ardor plenario hubiera sido del PP, tendría suerte si no hubiera abierto algún informativo, o si no hubiera recibido peticiones de dimisión por parte de los colectivos pluscuamperfectos y de la plantilla de deontólogos de guardia. Ese permanente doble rasero es lo verdaderamente asqueroso.