Javier Aureliano García
Secretario General del PP de Almería
Cuando un gobierno traspasa los límites de la cordura y se arroja a la demagogia 
y a la pancarta, no sólo está incumpliendo su deber institucional de gobernar 
para todos, sino que además está despreciando el sentido común. Y eso es lo que 
le pasa al gobierno bipartito PSOE-IU de la Junta de Andalucía cuando anuncia la 
adopción de engañosas medidas de urgencia para que los niños andaluces puedan 
desayunar todos los días, al mismo tiempo que derrocha ingentes cantidades de 
dinero en folclores solidarios en Cuba o Palestina. De hecho, la Administración 
autonómica se gastó entre 2007 y 2012 más de 500 millones de euros (230.000 
euros diarios) en fines presuntamente solidarios.
No parece lógico que el mismo 
gobierno que tiene que anunciar una partida extraordinaria para que los niños 
andaluces más desfavorecidos puedan comer, se gaste 1,5 millones de euros en 
hacer un acueducto en Jagüey Grande (Cuba), destine 1,4 millones para 
digitalizar y conservar fondos fílmicos cubanos o 299.000 euros para mobiliario 
de despachos y ordenadores para el Centro Andaluz de La Habana. ¿Para qué 
necesita la Andalucía de niños sin desayuno este organismo? Pero por si eso 
parece poco sangrante, no hay que perder de vista otras partidas de finalidad 
tan ambigua como una subvención directa de 1,6 millones de euros a la Alcadía de 
San Salvador, en El Salvador, o los 2,2 millones para la “gobernabilidad y 
gobernanza” en Punta Arena (Costa Rica).
Podemos cambiar de continente, 
pero no de contenido: el pasado mes de enero, Diego Valderas, vicepresidente de 
la Junta de Andalucía, viajó con un técnico y su jefe de prensa a territorios 
palestinos para inaugurar el “Centro Cultural Palestino-Andaluz” en Cisjordania. 
¿Para qué necesita la Andalucía del 37 % de paro este centro? Y todo ello gracias 
a que el Gobierno de José Antonio Griñán, el mismo que tiene a una escrachera 
como consejera de Fomento, mantiene una Agencia Andaluza de Cooperación 
Internacional que en el último presupuesto ha destinado 2,6 millones de euros 
para que el señor Valderas y sus amigos puedan ir a Palestina a lucir pañuelitos 
y a adoptar la postura del misionero progre.
Pero si hablaba antes de medidas 
engañosas no es por gusto. Basta someter a la simple lógica y al sentido común 
los ampulosos anuncios que hacen los consejeros y consejeras de la Junta para 
descubrir que en la mayoría de las ocasiones, tras los hermosos anuncios no hay 
más que una calculada falsedad. Por ejemplo, si entramos en el análisis de las 
cantidades que la propia Junta de Andalucía ha consignado para su anunciado 
proyecto de facilitar alimentos a los niños más desfavorecidos, descubriremos 
que a pesar de los millones de los titulares, al final veremos que la cantidad 
con la que la Junta dota esta partida alcanza los 42 euros por niño almeriense… 
y por año.
Este nuevo desprecio a la realidad refleja a la perfección la 
obsesión de la Junta de Andalucía por funcionar exclusivamente de cara a la 
galería, pensando únicamente en los titulares del día siguiente y sin afrontar 
medidas que supongan algún cambio cierto en la situación de las familias 
andaluzas. Ante semejante desbarajuste, no resulta ilógico aventurarse a pensar 
que las partidas presupuestadas para las labores de exótica solidaridad de la 
Junta en el extranjero son tan reales y tan efectivas como las promesas y 
proyectos que se hacen para Andalucía. Y como lo único cierto es que el dinero 
se libra y se gasta, cabría preguntarse si toda esta red de derroche camuflada 
bajo la pantalla de la atención a los desfavorecidos de lejanos países, no acaba 
realmente favoreciendo fines más cercanos y próximos, como hemos visto en el 
caso de los ERE o en tantos otros. 

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