La subjetividad de la piedra

Dolores Victoria Ruiz Garrido
Arquitecta y socia-fundadora de Semisótano Rgrm Arquitectos

Iglesia de Santa Ana y San Joaquín en Roquetas de Mar
Sobre el uso de la piedra en la arquitectura se ha hablado y escrito mucho. Todos hemos leído sobre sus cualidades físicas y químicas, sobre sus cualidades y bondades en cuanto a aislamiento, durabilidad, emisiones de co2 en su extracción, sus características organolépticas, procedencia, estado de las canteras, etc. Por eso quisiera reflexionar en este artículo, donde se me ha invitado a escribir sobre este material, del componente  o connotaciones subjetivas del uso de la piedra. Quisiera ahondar en el porqué de algunas características conferidas a este material tras pasarlo por el filtro de nuestro subconsciente más lejano y primitivo hasta el filtro del consciente presente.

Si nos remontamos al inicio de las formas de habitar, el ser humano se rodeaba de piedra decidiendo que fueran las cuevas quienes les dieran cobijo. Desde el origen tenemos, pues, una relación directa Piedra-Seguridad, Piedra-Hogar, Piedra-Familia.

¿Tendrá que ver esa primitiva relación con el deseo de tantos y tantos seres humanos de tener una casa realizada en piedra? ¿Será el vínculo con la primera casa del hombre lo que a escritores, filósofos y arquitectos nos ha llevado a escribir, pensar y desear sobre la casa de piedra?

Quiero recoger aquí un bellísimo poema de Pablo Neruda definiendo “La Chascona”, la vivienda que construyó para su amada esposa, que hoy es centro de interpretación del poeta y que fue proyectada por el arquitecto español German Rodriguez Arias. Dice así:

“La piedra y los clavos, la tabla, la teja se unieron:
he aquí levantada la casa chascona con agua que corre escribiendo en su idioma,
las zarzas guardaban el sitio con su sanguinario ramaje
hasta que la escala y sus muros supieron su nombre
y la flor encrespada,la vida y su alado zarcillo,
las hojas de higuera que como estandartes de razas remotas
cernían sus alas oscuras sobre tu cabeza,
el muro de azul victorioso, el ónix abstracto del suelo,
tus ojos, mis ojos, están derramados de roca y madera...”

Para él está claro : “los ojos derramados de roca”

En La Poética del Espacio de Bachelard , en su capítulo Casa y Universo, encontramos una recopilación de poetas que narran sus anhelos y sueños relacionados con su casa. Casas imaginarias, como la Casa de Viento, de Louis Guillaume y es curioso leer cómo el ser humano hasta en un delirio de ensoñación, bajo una libertad absoluta para crear, se decanta por muros de piedra, traídas desde el río, aunque en su sueño el viento la desvanecía. La piedra, definitivamente nos arropa.

Otra asociación que se remonta al origen del hombre es la piedra y lo sagrado, lo mágico, lo eterno. En gran parte de Europa encontramos conjuntos megalíticos que han llegado muy bien conservados a nuestros días. El conocidísimo monumento de Stonehenge en Inglaterra o los Dólmenes granadinos de Gorafe, por sólo poner un par de ejemplos, nos crean al visitarlos o al estudiarlos un sentimiento que relaciona, primeramente, la piedra con la durabilidad más longeva, y segundo, la piedra con los espacios sagrados.

La piedra o cueva era también donde se veneraban a los dioses, donde por ejemplo los Iberos del Siglo V y IV a.c. realizaban sus ofrendas y depositaban los exvotos que tanto gustaban a Picasso. Tenemos cientos de ejemplos en nuestra geografía: la Cueva de la Lobera, el Santuario de Collado de los Jardines, ambas en la provincia de Jaén, o el Santuario de la Luz en Murcia.

Esa asociación, piedra y sacro, ha sido así a lo largo de la Historia de la arquitectura. Levantando templos en piedra, monumentos funerarios, iglesias y catedrales, por lo que en el conocimiento y subconsciente colectivo el uso de la piedra es el natural y más apropiado para el edificio de culto.

Nuestro estudio tuvo la oportunidad de proyectar en Roquetas de Mar la Iglesia de Santa Ana y San Joaquín, y la piedra conformó los espacios dedicados a la oración más intima, a la adoración más primitiva. Las capillas del interior se significaban en la fachada exterior con la misma piedra. Le quisimos conferir al edificio ese vinculo con la historia sacra, así como la durabilidad y el abrigo y de forma exprofesa introducir también el vínculo con el medio natural, que para mi es otra de las asociaciones directas.

Se me ocurre hacer un rápido juego de imaginación con obras de arquitectura ejecutadas  en piedra y que por un instante las imaginemos en otro material. Por ejemplo: Las Bodegas Dominus, de Herzog y De meuron en California. Si los gaviones llenos de  basalto los sustituimos por las mismas piedras pero en hormigón, ¿qué ocurre?, ¿qué perdemos?, ¿qué echaríamos en falta en la obra? Para mí sería su vinculo con la naturaleza, su diálogo con el lugar, la simbiosis vid y suelo, representado el suelo por la piedra, el poso del tiempo que da calidad al vino. Con lo que hablamos de mucho más que de los tonos terrosos del basalto o su rugosidad.

Siguiendo con el juego, imaginemos la obra de Campo Baeza para la sede de la Oficina Central de Caja de Granada y en lugar del alabastro del gran paño que mira al espacio central ponemos cristal al ácido, o amarillo o anaranjado. Se le extrae claramente el carácter sacro al espacio. El conjunto de los enormes pilares o pilastras y la vidriera de alabastro nos lleva a la idea de un espacio de culto, a la imagen mental de templo con sus cálidas vidrieras de alabastro. Un templo laico contemporáneo, ¿al capitalismo quizá? Desde luego, sin la piedra sería otro carácter muy distinto el que tomaría la obra.

Y podríamos hacerlo al contrario: La iglesia de Santa Ana de Moratalaz de M. Fisac, por entera en hormigón, limpia, impecable en la que me siento cómoda y acogida, pero en la que la mayoría de los feligreses e incluso su párroco, con el que tuvimos ocasión de charlar el pasado invierno, aún se quejan de la austeridad y la pobreza del hormigón. ¿Que ocurriría si las mismas formas fueran revestidas de granito gris? Casi el mismo color pero diferente bagaje histórico del material. ¿Habría sido mejor acogida por el público en general?  Me inclino a pensar que sí, tanto en 1966 como en nuestro días.

Para concluir sobre la subjetividad que se desprende del uso de la piedra natural, me gustaría poner de relieve sus límitaciones. Es un material de construcción finito, es un recurso limitado y es esta otra característica, ahora objetiva, la que debería imprimir un sello aún más profundo y palpable de exclusividad y valor de cada pieza, tanto para los que proyectamos la piedra en nuestros edificios como para los usuarios de ellos.

La exclusividad está en cada piedra que sale al mercado, pero en demasiadas ocasiones los juegos y fluctuaciones de precios del mismo hacen que se equipare la piedra a otro material  artificial, especialmente cuando hablamos de suelos. No hablo de incremento de precios, hablo de un incremento del valor del material con un marketing holístico. Podríamos escuchar en los nuevos slogan frases como “Piedras preciosas son todas”. Para mí la única diferencia es que unas brillan más que otras.

3 comentarios:

  1. Enhorabuena, Arquitecta.
    Un artículo hermoso, lleno de vida y verdad, como las obras que llevan la firma de vuestro estudio.

    Juanjo.
    juanjoruizplaza@gmail.com

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  2. Felicidades Doña Dolores Victoria por este magistral artículo.

    Permítame que añada este pasaje evangélico muy significativo.

    Después de la confesión de fe de Pedro, de aquel como el Hijo de Dios, Cristo dijo: "Bienaventurado eres, Simon, hijo de Jonás, porque no te reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos" (Mateo 16:17-19).

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