José Antonio Forte Vizcaíno
Director de Organización La Noche de los Candiles 2015
Desde
hace ya algunos años, Almócita presenta inquietudes muy marcadas en relación
con el Desarrollo Sostenible y la importancia que implica un elevado grado de
concienciación que se traduzca en la voluntad de cambio necesaria para lograr
una sociedad más respetuosa con el medio ambiente. Esas marcadas connotaciones
ecológicas desembocaron en el año 2011 en la génesis de La Noche de los Candiles.
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Cartel Noche de los Candiles |
En
su evolución como evento sometido a mejora continua, se llegó a la conclusión
de que no bastaba con efectuar un apagón en la red de iluminación eléctrica y
encender los candiles para lograr un alto nivel de concienciación-participación, había que ahondar un poco más y debía hacerse desde la
perspectiva de recuperar aquella parte de espiritualidad e identificación con
la naturaleza arrebatada a los seres humanos bajo el amparo del vertiginoso
ritmo de cambio presente en las sociedades post industriales.
Dicho con otras palabras, tenemos la firme creencia que de poco o nada vale decir que se quiere ser responsable con el medio que nos rodea sin sentirlo realmente. La música amplifica las emociones y es por medio de la música -ligada a una puesta en escena que se envuelve en un halo de magia y misterio- como pretendemos, en la medida de lo posible, rememorar nuestra verdadera idiosincrasia natural y espiritual. Confeccionar un genuino antídoto que recupere nuestra emotividad despertando el lado más humano, parte menoscabada del propio ser consecuencia inevitable del turbulento y alienado tiempo que nos ha tocado vivir.
De ahí la importancia otorgada en el evento a temas de
expresión artística como son el encuentro de fotografía, las
representaciones con fuego, la interpretación o la música antigua y
tradicional. Todo lo que acontezca durante esa noche debe establecer un
paralelismo profundo con quiénes somos de verdad y por qué estamos aquí.
Recuperar aunque sólo sea durante unas horas, el sentido romántico de que lejos
de ser la máxima expresión de la naturaleza, seguimos siendo una parte
intrínseca de la misma.
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