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KH-7 y reggaetón, la fórmula explosiva

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Desde los tiempos de Rosa Macua, columnista especializada en la incisiva crítica contra la pellejería almeriense, no se conocía ejercicio tan brillante como Con la carrera se montó la gosadera de Jose Fernández. Este artículo versa sobre la airada crítica de la oposición municipal (PSOE e IU-CA) por la entrega de una muestra del desengrasante KH-7, entre otros variados presentes que se obsequiaron por diferentes patrocinadores al inicio de la Carrera por la Igualdad. Respondiendo en lyric reggaetón, Fernández reduce a un acerado absurdo el “ritmo” trepidante de una oposición que defiende profundas posiciones feministas en función de ciertos géneros musicales de ambientación o tensoactivos aniónicos.

"Desde los tiempos de Rosa Macua..."

Subir a un ascensor animado por la colección cuadrafónica de Ray Connif puede suponer un insulto machista si coincide con la versión de la banda sonora de Pretty Woman. Y si te regalan El Milagrito… y mancha que te quito, el obsequio puede interpretarse como inasumible humillación. Y ya no hablemos del discurso de género, asunto que ha logrado alcanzar las más altas cotas de ridículo y perversión del lenguaje.

El Ayuntamiento de Almería ha vivido anteriores épicos episodios con el Observatorio de la Publicidad creado por la concejal socialista Ana Celia Soler, quien clamó por el “aberrante” spot promocional de “Almería 2005” en el que aparecían unos solazados jubilados que puntuaban con un “10” al paso de una joven modelo que simbolizaba la candidatura de la capital para los Juegos Mediterráneos. El procedimiento de puntuación se patentizaba con lo único que fisiológicamente se podía levantar: una tablilla.

Más tarde, ya con el Ayuntamiento gobernado por el PSOE, se vivieron momentos inolvidables con el Servicio de Información Afectivo Sexual, Museo de la Contracepción, Mini museo de la Píldora… y la inexplicable aparición de un condón usado en una “particularmente celebrada” inauguración del Centro de Arte Museo de Almería, cuyo acertado acrónimo -a tal “efecto”- es CAMA. En fin, momentos gloriosos de una actividad municipal divulgadora e investigadora que alcanzó el clímax con el caso del “veguero” Juan Berenguel, cuya intervención telefónica en la televisión local RTI provocó indagaciones telefónicas y estudios espectrográficos comandados por el investigador Fernando Martínez, quien involucró a cierta universidad tecnológica alemana para desentrañar la verdadera identidad del veguero que pudo, supuestamente, suplantar el alcalde del Partido Popular.

Así, con estos precedentes e inquietudes por el “bienestar” ciudadano, es previsible el desenlace de una actividad municipal que se afana en gestos y sobreactuaciones forzadas con medias verdades conducentes a la crítica efectista, obviando y degradando el verdadero sentido de los valores de igualdad.

Jamás alcanzaremos una razonable convivencia con la criminalización de forzados arquetipos e incitación al odio. Las batallas sectarias, religiosas y sexistas han abierto las más execrables brechas históricas, y el emplazamiento de estas contiendas ideológicas puede ser cualquier cosa, menos progresista; aunque el manoseado apelativo se utiliza con pretendida excitación irracional hacia los más proclives a la visceralidad; o sea, lo que erróneamente se considera progresismo.

Solemnizar hasta el extremo lo que ha de asimilarse con naturalidad no colabora a la igualdad. La insidiosa pesquisa sobre el detalle más o menos afortunado ahonda las trincheras del sectarismo. En definitiva, alcanzar la plena igualdad ha de ser la racional conquista del género humano; muy a pesar de los que solemnizan cosas, como se suele decir, de género tonto.