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Cine y literatura, en la esencia cultural

Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista

El cine emerge fundamentalmente como un medio artístico y de comunicación social ante la realidad. Y eso le lleva a proyectar esta esencia cultural como un elemento destacado para el conocimiento y estudio de la realidad. Su capacidad de expresión y de creatividad artística, desde la estética de la imagen, lo hace imprescindible para descifrar qué pasa en el mundo y para la formación del ciudadano, a título individual y colectivo. Y este hecho ha de tenerse en cuenta para entender la relación entre Cultura y Cine, con motivo del Festival Internacional de Cine de Almería, año tras año, al margen de la importancia que pueda tener el número de películas rodadas en el paisaje almeriense, un aspecto que conduce exclusivamente a la dimensión industrial del Cine. Habría que preguntarse, por ejemplo, sobre la importancia real de los centenares de películas rodadas en Almería. Seguramente el resultado sería decepcionante, ante la abrumadora presencia de la mediocridad.

La narrativa tenía un precio

Por eso es importante reflexionar sobre la importancia cultural del Cine. En la programación del Festival se ha presentado en Almería el libro La narrativa tenía un precio (Playa de Ákaba, 2016), antología de relatos breves basados en películas rodadas en Almería. Este hecho ha dado una oportunidad para analizar la dimensión que conduce al Cine al encuentro irremediable con la Literatura y viceversa. Un planteamiento que ya analizara Francisco Ayala, desde la relación entre el cine y el escritor. El cine sirve, entre otras cosas, para hacernos más libres, con la imagen unida a la capacidad de desarrollar la imaginación. El cine mira al espectador al que incorpora a su mundo y desarrolla una dimensión profundamente social. Cine y Literatura, pues, ejercen una influencia recíproca. Según Francisco Ayala, “existe una simbiosis fecunda entre la novela y el cine; y tal vez mejor entre todos los medios de expresión artística”. Y aquí comparece también el teatro, del que el cine toma el concepto esencial del lenguaje cinematográfico: la puesta en escena.

Cine y Literatura. Cine y Teatro. Cine y Novela. Cine y Poesía. La imagen frente a la palabra. Y viceversa. Según Juan Carlos Mainer, “cuando situamos el cine y la literatura, dos formas estéticas distintas, se trata de significar la realidad en el arte”, pero aclarando que “ni la literatura ni el cine son la vida. Hay que tener cautela en esta relación. Es una cuestión polémica entre dos lenguajes”. De hecho este debate está en los orígenes y todavía permanece, en los hechos de la adaptación,. Hay influencias recíprocas, de la imagen en la narrativa literaria y al revés. Aunque según Pere Gimferrer, “el cine puede ser narración o puede no serlo”. El carácter de descripción de la literatura es plural y el de la imagen es directo al interior del espectador, capaz también de transformar en imágenes la lectura de una novela.

Cuando el cine se convierte en vehículo inspirador de lo literario, siguiendo el camino contrario, impone su discurso de la imagen. Y el autor del relato se apropia de la idea y aporta rasgos y atmósfera descriptiva al mundo escrito, que a su vez devuelve en imágenes. Cuando el cine se apropia de un mundo literario, ejerce la libertad de la interpretación de la palabra para transformar el discurso escrito en una imagen singular.

Todo esto convierte la dimensión cultural del cine y de la literatura en un gran camino de formación y exige, por consiguiente, que cualquier política cultural sepa que no se puede domesticar el Cine desde las instituciones con la imposición de un alto IVA. Hay mucho recelo de la cultura oficial, por ejemplo, para introducir el cine en las aulas.

Mientras tanto, Andalucía sigue a la espera de la Ley del Cine y de la Ley Audiovisual. La espera promete ser larga y sólo queda desarrollar más el sentido crítico del cine y de la literatura, pese a quien pese.