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La depuración de aguas residuales en el Levante almeriense

José Antonio Ramos Fernández
Miembro de Ppodemos-Vera y de CEMARA (Círculo de Ecología y Medio Rural de la Provincia de Almería)

Todo el mundo lo sabe, la depuración de aguas residuales en el Levante Almeriense es ineficaz o directamente inexistente. La depuradora de Antas fue destruida en el año 2012 a causa de la riada -los técnicos de la Administración decidieron situarla en el cauce del río, sus motivos tendrían- y la eficacia de la obsoleta EDAR de Villaricos es mínima. Esos vertidos llegan a los cauces y al mar, empobreciendo la calidad del agua de las playas y generando a su paso contaminación y malos olores, sobre todo cuando el viento sopla de levante. Además de poner en riesgo la salud de los vecinos de la comarca, se está alterando el equilibrio ecológico de la zona y colocando en serio peligro un pilar económico local como es el turismo.

La Administración competente, la autonómica, anda perdida, propone remedios en la actualidad que ellos mismos se encargaron de despreciar hace pocos años. Porque si el desenlace consiste en conectar los pueblos con deficiencias en materia de depuración -Bédar, Los Gallardos, Turre, Mojácar, Garrucha y Antas- a la estación depuradora de Vera, ¿por qué esa solución no sirvió tiempo atrás y fue desechada por la propia Junta? ¿Qué pasará con el dinero invertido por estas localidades en expropiaciones e infraestructuras para esas depuradoras que no terminan de llegar, como la prevista para Mojácar? ¿O los más de 230.000 euros invertidos ya en Antas? ¿En qué se está aprovechando el dinero -dos euros cada dos meses- del canon por depuración que se nos está cobrando, si no existe tal depuración?

Foto de denuncia de Veraplayazul

Resulta curioso escuchar a José Fiscal, consejero de Medio Ambiente, responder a María García, diputada de Podemos, sobre las actuaciones que tenía prevista la Junta para solucionar la problemática de la deficiente depuración. El consejero resta importancia a los vertidos y afirma que el problema de los malos olores y los efectos indeseables se producen por la acumulación artificial de agua, para después asegurar que los vertidos prácticamente no contienen carga orgánica y que es cuestión más bien de salinidad y de “eliminación de nutrientes”. Muy probablemente el señor consejero escoge otro lugar distinto a Vera para disfrutar de las vacaciones estivales.

Afortunadamente la ciudadanía es cada vez es más consciente del conflicto que padecemos. Asociaciones vecinales como Veraplayazul, con acciones como la denuncia de la situación a la Fiscalía de Medio Ambiente y al Defensor del Pueblo, o la elevación de la problemática situación al Parlamento europeo y andaluz, están realizando un gran trabajo para focalizar el problema y exigir las correspondientes responsabilidades. Incluso la Junta de Andalucía, en un informe que les remite, les da la razón. Prácticamente todas las entidades emisoras incumplen periódicamente los valores paramétricos permitidos en la declaración de vertidos.

La actitud del equipo de Gobierno de Vera merece también una pequeña reflexión. Si bien es cierto que la estación depuradora de la localidad es de las que mejor funcionan en la comarca, -factor, visto el estado de las demás, quizás no demasiado meritorio- y que en su día fue determinante la decisión de acometer el proyecto de construcción de la depuradora unilateralmente, sin esperar la cristalización de los cantos de sirena de la Junta de Andalucía, parece que actualmente estos hechos le sirven al Gobierno municipal para eludir cualquier responsabilidad y le impiden articular vías de actuación al respecto. Como si la correcta depuración en Vera eliminase la realidad de los vertidos de pueblos vecinos a las playas de la localidad.

Ante esta situación, que pone en grave riesgo la salud y los puestos de trabajo de la ciudadanía entre otras cuestiones, el equipo municipal debería mostrarse mucho más incisivo en las presiones a la Junta de Andalucía para solucionar el problema. Y es que los tiempos cambian y feroces opositores de antaño se pueden convertir, en un tiempo razonablemente corto, en compañeros con objetivos compartidos.