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Pedro Hernández: del Llano de Don Antonio a enseñar cocina mediterránea a los alemanes

Antonio Fernández
Periodista

La semana que viene cumple 51 años. Pedro Hernández Belmonte llegó a Alemania con sus padres cuando tenía sólo seis y allí se crió, se educó y ha desarrollado toda su vida. Pero lleva a su Almería en el corazón y afirma que “cuando naces en un sitio lo llevas dentro y eso no lo puede cambiar nadie”. Empezó a trabajar en la hostelería por obligación cuando sus padres y resto de la familia se volvieron a Los Llanos de Don Antonio, una pedanía de Carboneras, de donde es la familia. “Era para poder mantenerme, y así fui pasando por muchos restaurantes y tabernas, aprendí de todos los cocineros con los que estuve y además contaba con ese algo que creo que tenemos todos los españoles para ponernos a cocinar”.

Pedro Hernández, en su establecimiento de Solingen

Compaginaba esos trabajos con el reparto de maquinaria para la hostelería, “y un día fui a un local que me gusto mucho, me lié la manta a la cabeza y me lo quedé”. Así empezó la historia del que hoy es uno de los restaurantes más buscados de Solingen, una ciudad alemana próxima a  Colonia y Dusseldorf, el Casa Pedro, en el que el Indalo de Almería y los productos almerienses  tienen una presencia bien visible.

Pedro recuerda que cuando empezó había muy pocos cocineros españoles en Alemania, menos aún en Solingen y su entorno, “ni siquiera estábamos metidos todavía en la Unión Europea”, así que empezó la aventura con una idea clara en su cabeza, “llevar la gastronomía española y almeriense a los alemanes”. En estos años se ha ido adaptando para conseguir una fusión entre ambas culturas, de forma que hoy define su oferta como “cocina española e internacional con un ligero toque germánico”.

Uno de los conflictos que hubo de resolver es que los alemanes “son muy especiales, rechazan que el pescado tenga raspas o los huesecillos en las carnes, como el conejo en ajillo. Se lo echan todo a la boca y no le quitan nada, así que hemos tenido que adoptar soluciones para satisfacerlos”. A lo que no ha renunciado nunca es a utilizar productos almerienses y españoles, “de los que aquí la verdad es que tenemos una oferta muy amplia. La verdura, por ejemplo, es almeriense cien por ciento porque además, de octubre a junio, es casi la única que se consume en Alemania”.

Se escapa a Carboneras, donde viven sus padres y el resto de la familia, siempre que puede, aunque “nos han quitado los vuelos baratos de Ryanair y ahora es mucho más caro”, y lo hace porque “Almería está en mi corazón, en mi sangre y soy feliz cada vez que puedo escaparme unos días”. Afirma que la gente quizá no comprende ese sentimiento de los que viven tan lejos, ese sentimiento que te hace emocionarte cuando oyes canciones como El Emigrante o ves en la tele deportes con equipos españoles”.