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Almería, capital de Almería

Jesús Baca Nartín
Doctor en Comunicación Audiovisual


Los sentimientos de pertenencia de los ciudadanos a un colectivo son difíciles de precisar. Tienen que ver con afinidades geográficas, lingüísticas o con vivencias que se van afianzando. La cohesión territorial se fomenta con el conocimiento de los intereses comunes y las necesidades de los ciudadanos. También con un sentimiento de vinculación a una historia común.

Conocer nuestra provincia no es solo disfrutar parajes singulares o gastronomía variada, también es acercarse a las realidades de sus localidades y asumirlas como propias. La agricultura, el turismo o la extracción de mármol han sido algunos de los sectores económicos fundamentales en las últimas décadas para nuestro desarrollo. Han sacado a Almería de los últimos puestos de renta per capita nacional y la han situado como referente de una economía que parecía hacerse a sí misma, con escaso apoyo de las instituciones pero con grandes dosis de esfuerzo y dedicación de unos pioneros que han marcado el camino a otras regiones.

Provincia de Almería

Esos sectores deben ser cuidados como la base consistente que precisa nuestra estructura productiva. La problemática específica del agua, las comunicaciones o las carencias industriales deben concitar un interés común, no solo de los grupos políticos sino también del conjunto de los ciudadanos, y deben ser defendidos de forma efectiva en las instancias adecuadas por todos los representantes sin fisuras. 

Junto con estas grandes líneas de actuación, deben ir abriéndose nuevas posibilidades económicas, con una especial atención a las nuevas tecnologías, que tendrán aplicaciones muy variadas en las próximas décadas, tanto en sectores tradicionales como de vanguardia. Igualmente, sería necesario un apoyo explícito a las pequeñas poblaciones, en las que una mínima apuesta industrial puede suponer la pervivencia de la localidad.

Una línea de actuación que puede fomentar ese necesario sentimiento unitario es abordar de forma cohesionada aquellas problemáticas que sean comunes. Quizás esa cohesión pueda comenzar por agrupaciones comarcales, que tengan su punto de partida en la sociedad civil y con un afán de unificar planteamientos y elevar propuestas de forma coordinada.

Si queremos avanzar unidos, la capital debería ejercer con mayor ahínco su condición estratégica en la provincia, no solo en lo que respecta a la gestión. Como centro neurálgico, debe ser especialmente sensible a las problemáticas generales y evitar la tentación del localismo. Debe convertirse en adalid de los intereses provinciales, de las apuestas económicas de sus distintas localidades, pero también de las culturales y sociales. Esa sí es una labor que podría ser fomentada desde las instituciones pero que también nos compete a los ciudadanos.

Las dificultades y proyectos a los que se enfrentan los habitantes de Adra, El Ejido, Tíjola o Huércal-Overa deben ser conocidos y compartidos por todos como una necesidad de impulso colectivo que beneficia al conjunto. La labor de los medios de comunicación locales resulta fundamental para ese conocimiento común, así como las investigaciones y proyectos que se pueden promover desde las entidades privadas y asociaciones.

La aportación de nuestra Universidad parece fundamental. Debe mostrar una especial sensibilidad para abrirse a la sociedad y convertirse en motor de desarrollo. Es necesario que todos los habitantes de la provincia perciban la capital como un espacio propio, del mismo modo que los capitalinos deberían acoger cualquier rincón de nuestra tierra como parte del patrimonio común. Es una cuestión de emociones y sentimientos, no solo de realidades administrativas.