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Para resucitar primero hay que morir

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Tras la Semana Santa comienza el calvario para Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Susana Díaz no es Simón el Cireneo; la cruz habrá de llevarla Pedro a pulso y desfallecer como en la “diplomática caída” protagonizada con Alexis Tsipras implorando el apoyo de Saulo del gran poder de Podemos. Susana tiene, tras el Domingo de Resurrección, una pagana semana de plazo para urdir y entretejer sus mundanas ambiciones que pasan por alcanzar el sanedrín socialista, y ya veremos si la candidatura a la presidencia del Gobierno.

Pedro Sánchez y Susana Díaz
El cáliz de Pedro se ha prodigado en sapos y culebras que, a la amargura de la negociación con una legión de fariseos, hay que sumar la poción que aporta el socialismo andaluz con la cuarta parte de representantes del total español para el XXXIX Congreso y, presuntamente, con apoyo unánime a Susana Díaz si decide presentarse ante un rival que puede quedar hecho un cristo fruto de sus errores, y, a nada que le “ayude” Susana, en un más que cierto despeñado sin seráfica ayuda. ¡Que le pregunte a Tsipras qué es eso del monte Taigeto!

"Sánchez ya está avisado y escarmentado de las promesas de fidelidad y fraternidad provenientes de Susana"

Si le ponemos a Susana Díaz un gallo como el que evidenció las tres negaciones de Pedro, el pobre terminaría extenuado de tantos cantos como tendría que acompasar las negaciones de Susana. Sánchez ya está avisado y escarmentado de las promesas de fidelidad y fraternidad provenientes de Susana; algo que los almerienses conocemos bajo el slogan “te llevo en el corazón”; toda una invitación para que algún Longino se apreste a dar la lanzada de costado.

Ahora toca en Andalucía ver si se produce la Tercera Modernización con la tercera sucesión: Chaves-Griñán-Susana… un magnífico triunvirato que expresa el modelo de regeneración democrática que pasa por sucederse al modelo cesáreo. Y aún no se vislumbra una alternativa a Susana para la Junta. Claro, quién se atreve a hacerle otra cosa que no sea aplaudir a la lideresa. Vamos, que no está el asunto como para discutir o rivalizar con la emperatriz del reducto más enrocado del socialismo español.

Sea como fuere, ¡a esta es! No hay mejor oportunidad para Susana que la de un candidato que ha dado una imagen de postración y mendicidad ante un pacto de investidura que, de llevarse a pacto de gobierno, puede dar días de gloria. Por tanto, la ya indisimulada posibilidad de presentarse Susana al Congreso Nacional es una oportuna levantá con el llamador percutiendo y unos costaleros atentos a impulsar a Susana a otros escenarios que hagan pasar mejor -si cabe- el cáliz de los ERE, cursos de formación y otros castigos que le infringe la pretoría de la derecha. Todo es cuestión de suerte, carambola o alambicada política de pactos. Sánchez tiene una premura adicional a su personal ambición por el sillón de Moncloa, y esa premura es Susana Díaz.

Ahora Pedro puede entrar en un desenfreno de ofertas y peligrosos equilibrios (día 30 reunión de Pedro y Pablo). Susana Díaz le está poniendo al borde de un precipicio que le aboque a tomar decisiones que satisfagan a radicales, moderados y a cualquiera que pase por allí pidiendo algo para medrar en el nido del basilisco. Antes perder la hacienda que la honra. El problema es que la honra es supuesta, pero la hacienda es bien cierta y somos todos los españoles que sufriremos los efectos colaterales de una beligerancia de clanes que, afortunadamente y como bien sabemos todos, están por defender los intereses generales de todos los andaluzos y andaluzas y de los españolos y españolas.

O sea que, como Cristo, se nos promete un resurgimiento, una resurrección; pero antes hemos de fenecer; y en eso estamos.