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Martín Galera, de Albox a China como entrenador de fútbol

Guillermo Mirón
Periodista

Muy claro debe tener una persona cuáles son sus sueños cuando decide recorrer los más de 10.000 kilómetros que separan Albox de la ciudad china de Nanking para cumplirlos. El de Martín Galera Pérez (Albox, 1989) es ser entrenador de fútbol. Lo está consiguiendo, aunque haya hecho falta dejar de entrenar a hijos de amigos y vecinos para hacerlo, de repente, en una cultura en la que la menor de las diferencias es la de comer con palillos en lugar de tenedor. Que tampoco es fácil cuando no se está acostumbrado, ojo. Sin embargo, lo que más “difícil” se le hizo a Martín fue dejar los equipos de fútbol base de Albox, “niños a los que he llevado desde pequeños”, a mitad de temporada para marcharse. La cara y la cruz, representada por el fútbol... y el fútbol.

Martín Galera
Tampoco fue fácil “dejarlo todo a un lado, además de la familia y amigos”, reconoce. Pero al mismo tiempo sabe que “a pesar de todo lo anterior, esta era una oportunidad muy buena y un sueño que tenía desde pequeño, por lo que finalmente decidí venir”. Ahora es el entrenador de niños de entre 5 y 15 años, además de “analista metodológico del proyecto de desarrollo futbolístico en China de Best Sport”.

Está integrado,  aunque confiesa que la cultura china le sorprende cada día más. “Son muy diferentes en todo a nuestra cultura occidental. Para empezar siguen fumando en  el interior de restaurantes y edificios públicos, lo que se nos hace muy extraño ya que en España hace muchos años que esto no sucede. Los niños estudian muchas horas desde muy pequeños, ya que tienen que aprender los treinta mil caracteres de la escritura china, por lo que dedican muy poco tiempo a jugar y a relacionarse con otros niños”, cuenta cuando se le pregunta por la cultura del país que le ha acogido.

Un día cualquiera de un entrenador de fútbol base difiere bastante de la idea que pueda existir en España. “Martes y jueves damos clases de fútbol en colegios públicos, ya que nuestra academia tiene concertados a través del Gobierno chino varios colegios en distintas ciudades del país”, relata. Otros dos días, miércoles y sábados, se dedican a ojear con la realización de “entrenamientos de demostración en nuestras propias instalaciones para captar a los mejores niños nativos”.

Los días en los que son ellos quienes reciben clase, les recoge un chófer a las doce y media del mediodía “para llevarnos a almorzar al restaurante y a continuación nos desplazamos al colegio. Tras la hora y media de docencia nos trasladamos a las oficinas de la Academia para evaluar el nivel pedagógico de la clase y analizar los posibles errores”. Después, vuelta a casa, donde “la cocinera de la empresa nos tiene preparada una deliciosa y suculenta cena”, asegura, aunque  advierte que “los sabores son muy distintos respecto a lo que estamos acostumbrados en España, aquí todas las comidas son  dulces o muy picantes, lo salado prácticamente no se conoce en este país”.

Sobre la opción de continuar más allá de este año, aún no tiene claro su futuro pero no descarta pasar más tiempo en el gigante asiático. “Tengo que pasar el resto del año aquí, después evaluar otros contratos y ver qué es lo mejor. El trato que me dan es magnífico por lo que no descarto renovar” pero sabe que “el fútbol  de élite está en Europa y me gustaría estar allí en unos años”.

Para que el fútbol llegue a ser de élite en China deberá pasar tiempo. Por el momento es un deporte “poco arraigado” y que “se empieza a practicar con bastante edad por lo que su aprendizaje es más complicado”. Encima no es fácil ver la Liga española. “La televisión china hace poco por difundir grandes partidos europeos. Esto unido al intempestivo horario chino de los partidos de la Liga BBVA, hace muy difícil el acceso a  este deporte a los niños chinos”.

Eso sí, confía en que dentro “de algunos años” China sea una potencia futbolística. Él, por si acaso, ya ha aprendido a comer con palillos. Ya ha demostrado más que de sobra que la distancia nunca será un problema para cumplir su sueño.