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Hacia el desastre

Armando García
Director de AG Comunicación

No tuvo desperdicio todo lo que se dijo el martes pasado durante la jornada organizada por Cajamar para analizar los retos de la gestión del agua de riego en la provincia de Almería. Cualquiera de los asistentes se fue a su casa con temblor de piernas tras conocer las evidencias científicas que confirman que la agricultura almeriense no tiene garantizada el agua que necesita. Las 23 masas de agua subterránea que se encuentran en el subsuelo de la provincia se encuentran en mal estado.

Cada año, la naturaleza de nuestra tierra nos ofrece una disponibilidad de 350 hectómetros cúbicos, aunque cada año se extraen más de 480 hectómetros cúbicos. Las cuentas están claras y el déficit hídrico de en torno a 140 hectómetros cúbicos no deja de aumentar a consecuencia de un crecimiento exponencial de la demanda de agua de riego para atender el incremento anual de la superficie de cultivo.

Desaladora del Campo de Dalías

Un representante de la Junta dijo que Almería camina hacia el desastre, aunque la falta de datos oficiales en el organismo de cuenca sobre la situación exacta de los acuíferos de Almería, concretamente de los del Poniente almeriense, impide conocer la fecha ni el momento en que el sistema hídrico de la provincia se colapsará y, en consecuencia, no habrá agua para todos.

"Los cinco años de retraso en la puesta en servicio de la desaladora de Balerma han agravado aún más la situación"

Sin recoger datos oficiales desde 2012 por falta de presupuesto, los acuíferos del Poniente almeriense se siguen salinizando y deteriorando sin que se hayan aplicado las medidas correctoras propuestas por los expertos, a pesar de que el problema se conoce desde los años ochenta. Los desmanes cometidos durante décadas por las Administraciones competentes no han ayudado a resolver este problema que ya coge tintes de ser irreversible.

Los cinco años de retraso en la puesta en servicio de la desaladora de Balerma han agravado aún más la situación, a lo que se añade la falta de lluvias que ha dejado fuera de juego al embalse de Benínar y al trasvase Tajo-Segura. Tampoco las Administraciones competentes han ocupado su tiempo en garantizar la legalidad del agua de riego en la provincia de Almería, y el silencio administrativo en los expedientes de concesión a comunidades de regantes se ha convertido en el dogma a seguir durante, al menos, los últimos 20 años.

Así de revuelto está el patio, justo ahora que las Administraciones deciden cambiar los requisitos para que los agricultores almerienses con invernaderos puedan seguir recibiendo ayudas comunitarias a través de su organización de productores. Ahora se les exige que certifiquen esa legalidad sobre el agua que nadie ha atendido durante décadas.

Muchos productores sin concesión y sin capacidad para demostrar legalmente sus derechos de agua se encuentran ahora con la espada de Damocles sobre sus cabezas, al mismo tiempo que decenas de millones de euros pueden dejar de llegar a Almería.