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La preferencia

Antonio Felipe Rubio
Periodista

El primer contacto del nuevo alcalde de Almería con la Junta de Andalucía, a falta de recibirle Susana Díaz, ha sido en “diferido” a través de la delegada del Gobierno, Gracia Fernández, quien, entre otras valoraciones, observó en el alcalde un talante de menor confrontación. Aclaremos que esto de la confrontación es para la Junta la ofensiva osadía de reivindicar lo justo, exigir el cumplimiento de los compromisos y respetar la firma en los contratos. Todo lo que no signifique sumisión, trágala y vasallaje es entendido por la Junta como confrontación. Pero si la “confrontación” se adorna con inequívocos mensajes ya pasa a ser deslealtad institucional y comportamiento cuasi delincuencial.

Susana Díaz
Para los gobiernos del PSOE los clamorosos incumplimientos han sido administrados con la sordina impuesta a la sociedad con aditamentos de miedo o prebenda. Únicamente se ha logrado romper la barrera de la “omertá” con arriesgados gestos que trascendían del riesgo calculado por el PSOE y que osaron lanzar a los cuatro vientos los insoportables incumplimientos que han lastrado nuestro futuro.

Así, la campaña “Almería sin salidas”, publicitada en medios de comunicación de cobertura nacional, logró romper el cerco de control provincial evidenciando las tercermundistas comunicaciones de la provincia, mantenidas con el aplauso y complaciente silencio de nuestros serviles representantes en las Cortes. Y otro tanto sucedió con los carteles que colgaron de la fachada del arruinado edificio consistorial “Obra paralizada la Junta de Andalucía”.

Esta “afrenta” fue interpretada por el PSOE como el culmen de la confrontación y deslealtad institucional. Y no es para menos. Estos gestos son los que rompen la experimentada estrategia de la Junta que asume como riesgo calculado la oposición razonable de los rivales políticos y algunas críticas de escasa o nula amplificación que, enseguida, se interpretan como de la “caverna mediática” o simplemente de los fachas de turno.

Los incumplimientos de la Junta son aún más lacerantes cuando se adornan de eufemismos tan reiterados. De nuevo el alcalde ha tenido que escuchar de la “sucursal” del centralismo sevillano que lo del Materno-Infantil es una “prioridad”. Prioridad que aguarda y cede el paso a otra o ninguna cosa desde que se prometió oficialmente en noviembre de 2007, y se vino a colocar la primera piedra con todos los honores el 25 de enero de 2011, anunciando una inversión de 26,5 millones de euros y entrada en servicio en junio de 2014.

Desde que Susana Díaz acuñó el concepto prioridad no hay más argumento que justifique el incumplimiento y el esfume de casi 27 millones que, de reanudar el proyecto, se ponen en casi cincuenta. Además, ¿qué es eso de la prioridad?

En cosas que entendemos casi todos (Código de Circulación) la prioridad se destaca con reglas generales y señales (pictogramas) que suelen ser intuitivas y no admiten confusión. Una dirección prohibida lo entiende todo el mundo; curva a la izquierda está clarísimo; adelantamiento prohibido no admite dudas y la carretera con preferencia se distingue por una vía amplia cruzada perpendicularmente por otra más pequeña que, a su vez, se jalona por señales de “ceda el paso”.

O sea, que la preferencia no sólo prioriza el paso, también detiene otras opciones de acceso. Por otro lado, las dudas, demoras e incertidumbre en la interpretación de una norma de tráfico suele generar situaciones de riesgo que podrían ocasionar accidentes.

Para la Junta, el pretendido hospital es como un complejo conjunto de glorietas (rotondas) circulando en permanente rotación y sin tomar ninguna salida. Eso sí, siempre lleva la preferencia, pero no va a ningún sitio.