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La oposición política de Garrucha se hace el harakiri

Adolfo Pérez López
Exalcalde de Garrucha

Aunque uno está curtido en política, me ha causado algún asombro la entrevista que Actualidad Almanzora le hace a Bernardo Simón Paredes, concejal independiente de Garrucha. En ella el concejal arremete con vehemencia contra el ex alcalde Juan Francisco al que pone como chupa de dómine. Al parecer se trata de la respuesta a lo que haya dicho el ex alcalde en una entrevista que desconozco. Como es sabido, hace menos de un año Bernardo formaba parte del equipo de gobierno de Juan Francisco. Ahora el concejal Bernardo pretende justificar su abandono del barco en el mes de enero último y no deja títere con cabeza, diciendo cosas que escandalizan, especialmente las referidas a la gestión económica del Ayuntamiento, siendo la del año 2014 la que precipitó su marcha del grupo político, según explica. Son manifestaciones que merecen un comentario.

Bernardo Simón, concejal de CIGA
Afirma el concejal que Juan Francisco perdió en el segundo mandato el sentido de la realidad, que encerrado en su mundo no hacía caso de sus concejales, excepto de Paula, y añade que se creía más que un semidiós. Asimismo dice que el ex alcalde llegaba al Ayuntamiento a partir de las doce y que algunos días ni iba. Pero ya digo, donde más hincapié hace Bernardo es en la cuestión económica, en el manejo del dinero público. Cuando se le pregunta en qué se gastaba el dinero contesta que eso lo sabrá el ex alcalde. Dice también que era necesario controlar el gasto y no se hacía, así como que los indicadores económicos que le dejaron al Ayuntamiento son un desastre.

"Si, como dice Bernardo, el exalcalde no hacía caso de los concejales de su grupo, excepto de Paula, ¿por qué se aguantó semejante humillación? ¿Por qué no se hizo un plante y se obligó al alcalde a que depusiera su actitud?"

Tales declaraciones, además del trasfondo que nos permiten presumir, dan lugar a plantearse dos cuestiones, la primera es preguntarse por qué se permitió tal estado de cosas; en la segunda uno se pregunta, si como dice Bernardo, el ex alcalde no hacía caso de los concejales de su grupo, excepto de Paula, ¿por qué se aguantó semejante humillación? ¿Por qué no se hizo un plante y se obligó al alcalde a que depusiera su actitud? ¿Acaso no saben los concejales que un alcalde sin el apoyo de su equipo no es nadie? Así pues parece que las culpas están repartidas en la humillación. Tal actitud con los concejales ya se la afeé yo a Juan Francisco por escrito en 2009.

En mi artículo de hace quince días escribía que la oposición de Garrucha estaba ‘desaparecida’, sin pulso político, pero resulta que cuando sus dos actores, Juan Francisco y Bernardo, han salido a escena, oh sorpresa, no ha sido para representar la función que les es propia frente al gobierno municipal socialista sino para tirarse los trastos a la cabeza, poniéndole música a la aversión que se profesan, lo que ha supuesto que se hayan enzarzado en una descarnada lucha fratricida. Mientras, la alcaldesa se frota las manos contemplando la función que le ofrecen sus dos adversarios políticos haciéndose el harakiri. Todo un lamentable espectáculo que en nada les beneficia, pero ya son mayorcitos para saber donde les aprieta el zapato, claro que los demás esperamos que se dejen de luchas intestinas y se dediquen a realizar un trabajo bien hecho en la oposición.

Los que hayan leído mi artículo de la última quincena recordarán lo que decía sobre la situación económica del Ayuntamiento, de la que nada se sabe de ella después de los ocho años de dimes y diretes entre la alcaldesa María López y Juan Francisco, siendo esta la santa hora en que la población no sabe a qué carta quedarse en lo tocante a la economía municipal, y eso es grave. Al respecto, el concejal Bernardo dice en la entrevista cosas inauditas difíciles de asumir.

Es bien sabido que los del PP heredaron de los socialistas en 2007 una deuda insufrible que fue necesario auditar. Deuda que si bien los del PP consiguieron rebajar en el primer mandato, al parecer no ha sido así en el segundo, según se desprende de lo que dice el concejal Bernardo, pues afirma que había que controlar el gasto y no se hizo y que los indicadores económicos del Ayuntamiento que dejaron en mayo son un desastre, con un millón doscientos mil euros pendientes de cobro a los deudores, que son doscientos millones de las antiguas pesetas.

Si a la gran cantidad de dinero pendiente de cobro, que no se cobrará, se le añade la insoportable deuda que pesa sobre el Ayuntamiento, hay que convenir que la economía municipal está hundida, de difícil solución. ¿Y por qué el hundimiento? Pues debido al descontrol y despilfarro de unos y otros (PP y PSOE) en sus respectivos mandatos. De tal descontrol pongo dos ejemplos: Siendo alcalde Andrés Segura se efectuó la escandalosa compra de las papeleras de acero inoxidable de diseño (sí, de diseño) que costaron un dineral y que luego Juan Francisco se negó a pagar por su abusivo precio. El otro ejemplo afecta al propio Juan Francisco. Según creo, en el pleno de 12 de noviembre último la alcaldesa dio cuenta de la facturación de una serie de productos adquiridos en los años 2013 y 2014. Dichos productos son: 29.000 toallitas de mano, 760 pastillas para el wc, 480 litros de desengrasante, 625 fluorescentes y 560 bombillas que sólo valen para diez farolas de Garrucha. Su importe asciende a 92.405,94 euros, que son más de quince millones trescientas mil de la antiguas pesetas. Para más inri resulta que el precio unitario de los artículos facturados supera en mucho al corriente en el mercado, pero lo más indignante es que todo ese material, excepto los fluorescentes, duerme en el almacén municipal, y al parecer tales facturas aún están sin pagar. Y así, sin control, se suceden los ejemplos de despilfarro de unos y de otros.

Me ha sorprendido leer en la entrevista que el concejal Bernardo dice que le ofrecieron apoyo al PSOE para subir los impuestos a fin de equilibrar las cuentas, siguiendo la recomendación del interventor. Si tal despropósito se diera resultaría que los que no pagan sus impuestos seguirían sin hacerlo, sin que nadie los persiga, mientras que los que pagamos religiosamente seríamos castigados con una subida. Es decir una tremenda injusticia imposible de asimilar. Así es que si el ministerio de Hacienda ha aliviado la hacienda municipal con el rescate financiero del Ayuntamiento, ahora le toca al gobierno municipal aplicarse en la austeridad eliminando gastos en cantidad bastante, con una oposición vigilante para que así sea, pues con los antecedentes de gastos tan obscenos que se han dado, subir los impuestos, además de un atropello, sería una desvergüenza.