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La Almería jubilada

Javier Menezo
Letrado del Sepe

No quiero con este título hacer una de esas ensoñaciones sobre escenarios perdidos, sino fijarme una vez más en los mayores de nuestra provincia. Los jubilados se han vuelto más importantes en estos años, y no ya porque recojan a los nietos de la guardería, sino porque en la Almería actual el sueldo "a tiempo parcial" de los hijos (el que lo tenga) y la pensión del abuelo se han convertido en el único ingreso de las familias empobrecidas, ese 67% que, según el Informe sobre la pobreza en España que comenté la semana pasada, no llega a fin de mes.

Pareja de jubilados
Somos una provincia que en diez años, y más de la mitad de ellos han sido de vacas flacas, la población en general ha crecido un 17% y no ha sido más porque desde hace dos años ese espectacular crecimiento se ha ralentizado primero y ya empiezan a ser más los que se van que los que vienen. Quizás por esto último el envejecimiento de la población ha aumentado en mayor proporción.

Me refiero a que la inmigración, que ha sido la principal razón del crecimiento de población hasta el punto de que los inmigrantes que en 2004 eran el 10% de los residentes, hoy sean el 20%, es principalmente de personas en edad laboral. Al descender esos flujos el envejecimiento de la población se nota más. Hace diez años trece de cada cien almerienses eran mayores. Hoy son catorce de cada cien, cerca de 100.000 personas mayores.

Y aquí surge el problema. Los jubilados almerienses son, tras Lugo y Orense, los que tienen las pensiones más bajas de España. Esto no es culpa de una mano negra, es consecuencia de nuestro sistema productivo durante muchos años. En la Agricultura se cotiza menos que en los empleos industriales, por ejemplo, y así un pensionista del Pais Vasco cobra 1.200 euros al menos mientras que uno de Almería 816.

Y esta última cifra es, además, un éxito, porque el crecimiento de la pensión media en nuestra provincia ha sido superior a la media nacional. De hecho, hace cinco años era de 705 euros. Es decir, en un momento en que las pensiones apenas han subido entre nosotros el crecimiento ha sido grande gracias a los nuevos jubilados. Pero para que la media sea 816, podemos imaginar cuantos miles de jubilados almerienses no llegan a 500 euros.

Y es con ese dinero con el que deben ayudar a hijos y nietos y pagar medicinas, y afrontar una reducción de sus estándares de vida, que francamente no se merecen. Pues bien, aquí tenemos además una oportunidad. La atención a la dependencia, tan atacada, es un nicho de empleo y una forma de que la sociedad no abandone, también, a los abuelos a su suerte.

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