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Vivir en Aguadulce

Kayros
Periodista

Un amigo que no veo hace tiempo me encuentra en un supermercado comprando acelgas y me dice: “Pero, coño, ¿tú dónde te metes?”. Le digo que vivo en Aguadulce y me contesta no sin un pelín irónico: “Estas hecho un potentado”. Y, en efecto, hay que tener mucho dinero para vivir aquí. Lo cual quiere decir que esto ya no es aquella aldea de pescadores y agricultores sino una réplica de la Costa Azul, con millonarios, grandes hoteles de lujo y un puerto de yates.

En los tiempos locos de la construcción salvaje, cuando comprabas un piso en el proyecto y a otro día lo podías vender por un millón más, yo también compré un humilde adosado. Aguadulce, cerquita de Almería, con una buena playa y todos los servicios de la gran ciudad a escasos minutos del centro, era el sitio ideal para un periodista en vacaciones.

Aguadulce
No estoy arrepentido de mi compra, al menos por ahora, pero habrá que andarse con cuidado. Por supuesto, mis ingresos no me permitieron un chalet de veinte millones a pie de playa. Tuve que girar hacia los acantilados donde los precios eran más asequibles.

Hoy se está produciendo una paradoja que puede acabar con la clase media. Resulta que bajan las viviendas pero suben los impuestos municipales. El PP está haciendo un esfuerzo titánico por sacarnos de la crisis pero a los jubilatas solo nos sube la pensión un 0,25 por ciento, que es menos de lo que se gasta uno en tomar el autobús e ir a cobrarla.

Piensen ustedes en el aumento del IBI (dijeron que no, pero sí), las eléctricas, el agua de fregar que exige otra más cara. Piensen en el IVA, el IRPF, la basura, el agua, la luz y otras pagas misteriosas.

Menos mal que gozar del mar, tomar el sol y correr por el paseo marítimo todavía no exigen pasar por caja. Pero todo se andará con el tiempo a juzgar por el delirio recaudatorio del alcalde de Roquetas.

Algún pueblerino forofo de esos que aun quedan en estos tiempos de soberanismo y derecho a decidir, a lo mejor te dice: ”Pues si no le gusta vivir aquí, márchese a Tegucigalpa”. Y no, no se trata de eso. Me gustan muchas cosas de aquí, especialmente la gente. El problema es que aquí sea la vida más cara que en Nueva York.

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