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Adolfo González, obispo de Almería: Corrupción y procesión no son realidades conciliables

Juan Folío
La Opinión de Almería

El obispo de Almería, Adolfo González, ha dirigido una carta abierta con motivo de las Fiestas de Almería en honor de la Virgen del Mar en la que glosa la figura de la patrona, pero, de paso, descalifica algunas actuaciones humanas que son poco conciliables con el espíritu cristiano.

Adolfo González, obispo de Almería
Jóvenes acosados por el hedonismo. Una parte de su carta la dedica Adolfo González a los jóvenes: “Los hijos de esta tierra cristiana hemos de tomarnos en serio renovar nuestra fe católica, buscando la coherencia que exige una vida amparada por la intercesión orante de la Madre de Dios; de lo contrario, no podremos transmitir la fe a la nuevas generaciones, que perderán el sentido cristiano de la vida. Si no lo hacemos así, ¿cómo podremos contrarrestar el materialismo que tienta a los jóvenes, acosados como están por el hedonismo de nuestro tiempo, que ni siquiera la crisis económica ha podido quebrar?”.

Cristianos fervorosos de dudosa conducta moral. “Hay cristianos que, en efecto, se dicen muy fervorosos, pero no dudan en contradecir tanto los contenidos doctrinales de fe católica y la conducta moral que de ellos dimana. Hemos dicho siempre con el adagio que no es posible repicar y estar en la procesión, manera popular de traducir con acierto la enseñanza de Jesús: «Nadie puede servir a dos señores. No podéis servir a Dios y al dinero”.

Corrupción y procesión no son realidades conciliables. “La corrupción de la vida pública y privada y salir en la procesión no son realidades conciliables. Del mismo modo, el proyecto de Dios sobre el matrimonio, claro y definido en palabras de Jesús, no es conciliable con su reducción a convivencia disoluble, temporal y meramente de hecho, cerrada a la transmisión de la vida como don de Dios. Ni la legislación ni la conducta de los hombres puede modificar la voluntad de Dios y la realidad de las cosas; y no se puede ser cristiano y no acoger el designio de Dios sobre el hombre y la mujer, llamados a ser «una sola carne»”.

Las procesiones no son folclore. “Sucede, pues, que las procesiones son confesión al mismo tiempo de la fe creída de quienes van en el desfile procesional, no manifestaciones reducibles a solo folclore, aunque sean de interés turístico en diverso grado”.

La pérdida del significado del domingo. “Tendríamos que reflexionar, si queremos permanecer como cristianos, sobre la pérdida del significado del domingo, tan amenazado en su valor religioso y también humano”.

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