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Los propietarios del Cortijo del Fraile lo ofrecen a la Junta de Andalucía

Manuel León
Redactor-Jefe de La Voz de Almería

El Cortijo del Fraile, en estado de ruina y abandono desde hace años, puede que se salve del siniestro total, cuando nadie apuesta ni un céntimo por su futuro. La empresa propietaria de este Sitio Histórico envió este lunes una carta a la delegada territorial de Educación, Cultura y Deporte, Isabel Arévalo Barrionuevo, “ofreciendo de manera firme y formal a la Junta de Andalucía la cesión gratuita por cincuenta años del uso del Sitio Histórico del Cortijo del Fraile”.

Cortijo del Fraile
Considera la mercantil murciana, que explota de forma ecológica la finca colindante del Cortijo, que “esta oferta responde a la voluntad de ceder el uso público del Cortijo, decisión que ha mantenido la propiedad desde que adquirió los terrenos donde se halla el edificio protegido como Bien de Interés cultural”.

Agrícola Mar Menor adquirió, junto a Dunia Export, de la familia Mateo, de El Ejido, en 1996, los terrenos del Fraile a UAP Ibérica Compañía de Seguros Generales y Reaseguros para su aprovechamiento con agricultura ecológica a los que siguen destinados. La Junta no ejerció el derecho de retracto para quedarse con los terrenos por el mismo precio, al tratarse de predios ubicados dentro del Parque Natural Cabo de Gata Níjar. Dos años antes, en julio de 1994, los servicios técnicos de Cultura realizaron una visita al Fraile señalando “en base a su estado ruinoso y a su escasa entidad que no era adecuada su protección como Monumento”.

Los propietarios de este emblemático cortijo, calificado como sitio lorquiano, recuerdan que en 1998 participaron en la constitución de un grupo de trabajo promovido por la Junta para constituir la Fundación Cortijo del Fraile que contaría entre sus patronos con la Consejería de Medio Ambiente, la Universidad de Almería, la Consejería de Cultura, Agrícola Mar Menor y el Ayuntamiento de Níjar. Sus objetivos serían la expansión de la agricultura ecológica y la recuperación del patrimonio de arquitectura tradicional convirtiendo el Cortijo en un centro cultural y de investigación. Sin embargo, no volvió a convocarse ninguna sesión más de trabajo. Ese mismo año, Agrícola Mar Meno completó la propiedad comprando la mitad indivisa de la finca que hasta entonces pertenecía a Dunia.

En 2004, la Consejería de Obras Públicas realiza un inventario de cortijos, haciendas y lares señalando que El Fraile se encuentra “abandonado y en ruinas”. Entre 2008 y 2011 la Junta inició negociaciones formales para una permuta del Cortijo por una finca en Huelva, pero no se formalizó la propuesta. En 2010 el Cortijo quedó protegido como BIC. Desde entonces, la propiedad ha recibido nueve multas por un valor total de 33.300 euros. En la última Junta Rectora  del Parque el pasado abril se decidió crear un Grupo de Trabajo para una solución negociada. 

El Cortijo del Fraile se encuentra ubicado en una finca de 730 hectáreas del que dependían también otros cortijos menores como La Felipa y el Cortijo de Requena. Se trata de una construcción típica de las grandes explotaciones agrícolas y ganaderas de Andalucía, en la que se distribuyen en una sola planta varias dependencias alrededor de un patio central. Cuenta con un oratorio, campanario, cripta funeraria con doce nichos, hornos, cuadras, cochineras y aljibe. Pertenece a una empresa privada. Su estado actual es de ruina y total abandono. Miles de personas se han manifestando en protesta por la situación en que se encuentra. La Junta de Andalucía y el ayuntamiento de Níjar han mencionado su interés por la rehabilitación o adquisición de la propiedad pero sin llegar hasta ahora a ningún acuerdo.

El Cortijo del Fraile fue construido por los frailes del Convento de Santo Domingo de Almería en el siglo XVIII como centro de una importante explotación agrícola con olivos y vides. Durante la desamortización de Mendizábal (1836) la finca se dividió y pasó a manos de varios propietarios que la vendieron a la familia burguesa de los Acosta, quienes construyeron una ermita y un panteón familiar. Están descritos también, auque en mal estado, la casa del aparcero, de los propietarios, las cuadras, la vivienda del pastor, pajar y chineras de mampostería. Junto a la vivienda de sitúan varias eras donde se trillaba y aventaba el cereal y el aljibe de bóveda de cañón que explica que se ideara un Cortijo  enmedio de ese páramo yermo protegido por altiplanicies.

Los Acosta lo traspasaron en régimen de aparcería a Francisco Cañadas, el padre de la novia. Después de la Guerra Civil, el Cortijo y la finca colindante fue a parar a manos de Lorenzo Gallardo, jefe de Sindicatos, quien lo vendió en plena transición a Vandervalle. De ahí pasó a manos de otra mercantil vinculada a Juan Guerra, que proyectó un campo de golf. Por último a una aseguradora francesa que lo vendió a los actuales propietarios que tienen sembradas lechugas y brócolis.

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