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Judicializar la política

Javier Salvador
Periodista / Teleprensa

Es cierto que uno de los principales problemas que solemos generar en los medios de comunicación es la generalización de los asuntos. Así, por ejemplo,  los simpatizantes del PP se quejan de que cuando se publica una información referente al caso Gürtel parece que se acusa a todo el partido de corruptos y mangantes al más puro estilo Bárcenas. Y no, no todos viajaron a Disneyland París como según la Policía lo hizo el diputado por Almería y mano derecha de Javier Arenas Juan José Matarí, junto a su mujer, por entonces concejala con Jesús Sepúlveda en Pozuelo de Alarcón. Aunque, claro, en cierta medida cada cual lee como quiere, y uno de nuestros defectos como seres humanos es que somos capaces de leer antes lo que supuestamente dice un texto entre líneas que lo propiamente escrito.

Ciudad de la Justicia
Ahora bien, flaco favor se hace el PP, el PSOE, Izquierda Unida y cualquier otro partido cuando no son capaces de poner coto a las aspiraciones de algunos de sus políticos locales que no tienen capacidades o condiciones mínimas para el cargo que ocupan. Y no niego que esos personajes sean todo corazón, le pongan toda la ilusión que se pueda esperar y más, pero hay cosas que no se pueden tolerar.

No salgo de Almería, mi territorio más cercano, cuando al frente de la Diputación Provincial el partido de turno sitúa a un anciano, con la edad de jubilación más que sobrepasada, enorme persona según sus amigos, pero cuyo único valor según sus detractores es que sencillamente es rico. Fue concejal de urbanismo y a partir de ahí todo el monte fue orégano. Debe ser todo un brujo para los negocietes pero prácticamente no es capaz de pronunciar su nombre, y dudo mucho que sea capaz de escribir un simple folio por una cara. Un agricultor de toda la vida, hecho en el campo y que no tuvo tiempo para otras cosas. Bien, perfecto, pero no puede estar al frente de una institución y dirigir un pleno como si fuese una subasta de hortalizas.

Pero lo más cojonudo de la historia de esta institución almeriense es que su vicepresidente, un chaval joven, con su carrera pero que no ha hecho otra cosa en su vida que trabajar como asesor de su partido y tener sueldos de concejal, trata de tapar su ineficacia al frente de la institución a golpe de titular conveniado. Hoy lleva a la fiscalía una factura por una comilona de churros, mañana las de una agencia de viajes, al siguiente denuncia a la Junta porque no mantiene un edificio que ni tan siquiera es de su titularidad, etc.

Ojo al elemento en cuestión que fue sorprendido en un festín de coleguillas de su partido, un grupo reducido y concreto, no todo el PP, que no cantaban precisamente boleros con el brazo derecho en alto. Claro, que a esos no los llevó a la fiscalía por apología del nazismo. A este chiquillo, en concreto, le han tumbado ya ni se sabe cuantas de sus fabulosas denuncias en la fiscalía, pero seguirá judicializando la vida política porque a él no le toca pagar tasas, y así intenta ocultar lo que de verdad no hace, que es trabajar para que la gente encuentre trabajo.

Igual es el momento de que los propios votantes, militantes y simpatizantes de los principales partidos vuelvan a las sedes de éstos, se impliquen y sean los primeros en evaluar el trabajo de sus compañeros con cargo. Primero porque igual así entran en el reparto de la tarta  y pillan un cargo de asesor como los que históricamente se vienen repartiendo esposas y esposos de los concejales del Ayuntamiento de Almería, pero lo segundo y más importante es que sólo así se conseguirá volver a hablar de política. E igual, la primera lección que deben aplicarse es la de no hacer el chorra con tanta foto en la puerta de la fiscalía para que a las dos semanas te den con el archivo de la denuncia en las narices.

¿Creen que el autor de tan sonada payasada política ha dimitido? Pues lo duro es que ni tan siquiera los suyos se lo han pedido. 

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