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Gallego Coin indaga sobre el origen de Almería

Antonio Torres
Doctor en Periodismo

Cuando Almería era Almería, Granada era su alquería, Málaga su puerta y Murcia su huerta es un dicho popular que ha permanecido a lo largo del tiempo y que la escritora granadina Brígida Gallego Coin indaga en varias de sus obras.

La escritora, entre los periodistas
José Luis Masegosa y Antonio Torres
La Librería Picasso de Almería ha acogido la presentación de la obra literaria de Gallego-Coin. La autora estuvo acompañada por el periodista José Luis Masegosa Requena y por este autor.

Soraya. Brigi Gallego está vinculada a Almería desde su infancia por los veranos pasados desde pequeña en Las Negras y por haber trabajado durante algún tiempo en Canal Sur. Almería aparece de una manera u otra en su obra. En su primera novela, Isabel de Solís, Soraya, hay una escena que se localiza en la Alcazaba, protagonizada por Boabdil y su madre, Aixa. Otro de los pasajes transcurre en un barco que parte del Puerto de Almería.

Isabel de Solís, Soraya es un viaje al siglo XV de la mano de la joven Isabel, la cristiana que enamoró perdidamente al sultán Mulay Hacen, un personaje de moda gracias a la serie Isabel, de TVE. El libro cuenta la llegada de la Reina Católica a Granada y el mundo fascinante que encuentra en la ciudad.

La Perla de Granada. En su segunda novela, La Perla de Granada, Almería está presente desde la atractiva portada, obra del artista Jesús de Perceval. La novela nos lleva hasta el siglo XII a través de una historia de amor, la que protagonizaron la poeta granadina Hafsa y el poeta de Alcalá la Real Abu Yafar Ibn Said.

Describe cómo en la época islámica Almería era una ciudad grandiosa, influyente y próspera, una de las más ricas del Mediterráneo. Almería contaba con diez mil telares que trabajaban todo tipo de telas pero, sobre todo, la seda y el excepcional “tejido de Almería” que era exportado a casi todo el mundo islámico y también al Mediterráneo. 

Piratas. Durante la época almorávide el puerto de Almería cobijó a piratas, convirtiendo la ciudad  no sólo en la envidia del Mediterráneo, también  en el terror de sus enemigos. El más conocido y temido fue Ibn Maymun.

Este esplendor molestaba sobremanera a catalanes, pisanos y genoveses, que querían ostentar el control de las rutas comerciales para enriquecerse.  Ello se unió a que  Alfonso VII luchaba con todo su ardor por arrebatar el mayor número de territorios al  Islam.  En aquellos momentos, el poder  pasaba de manos almorávides a almohades. Lo que se conoce como  siglo de oro de la ciudad rozaba su cenit cuando el Papa Eugenio III convocó una cruzada contra Almería.

Genoveses. Cristianos del sur de Europa se unieron  para acabar con la “cruel” Almería, como la llamaban en la época. Los genoveses también  fueron muy despiadados  en su ataque. Atracaron sus naves en la actual Playa de los Genoveses, que debe su nombre a este episodio histórico.

Los genoveses expoliaron cantidad de tesoros. La Iglesia genovesa de San Giorgio tuvo hasta el 1537 las maravillosas puertas de  bronce saqueadas de  la mezquita de Almería. Una admirable lámpara con inscripciones cúficas, también procedente de la Mezquita almeriense,  iluminó hasta 1693 una  capilla en la Catedral de Génova.

La catedral genovesa también  conserva frescos que narran aquella batalla. La conquista de Almería está cantada en el Poema de Almería de la Crónica Aldelfonsis Emperatoris.

Tras diez años de dominio cristiano,  los almohades lograron  recuperarla al Islam  y devolverle su antiguo esplendor, sin conseguirlo, dado el estado de ruina que encontraron.  En esta época, Almería es el escenario de batallas e incursiones entre los cristianos de Murcia y los moros de Granada. Y en esta época debe tener origen el dicho Cuando Almería era Almería, Granada era su alquería, Málaga su puerta y Murcia su huerta. Durante la época nazarí los granadinos  hacen de Almería su puerto principal.

La autora y el Cabo de Gata

 “Desde muy pequeña he ido a Las Negras, a casa de Brígida y Carmen Gisbert, hijas de la hermana de mi bisabuela. Recuerdo que mi madre empezaba a rezar un mes antes del viaje, porque en aquella época no existía la carretera actual, sino una carreterilla que bordeaba un precipicio tremendo, desde el que todos los años veíamos un coche que se había  despeñado y, como nunca lo retiraban, nos daba a todos escalofríos”.

“El viaje desde Granada era precioso y el contraste entre el verdor del Puerto de la Mora y los desiertos de Almería, espectacular. Siempre me ha encantado el paisaje almeriense. Recuerdo especialmente cuando parábamos en Campohermoso y llenábamos el coche de sandías pequeñísimas pero las más ricas que he comido jamás”.

“Llegar a Campohermoso y a Las Hortichuelas quería decir que nuestro destino estaba cerca. Entonces, de repente, tras una curva  aparecía la imagen idílica de Las Negras, con su molino blanco, su Monte Negro con cara de simio y el agua del mar, transparente y calentita”.

“Una vez instalados las excursiones eran constantes, a veces solos y a veces guiados por Carmela Gisbert, profesora de Educación Física y tremenda deportista, que nos arrastraba a todos con su entusiasmo. Rodalquilar, Níjar, Mónsul, Los Genoveses... Con ella conocimos, por primera vez, la Cala de San Pedro, a la que llegamos andando y que describo en uno de los pasajes de mi novela La Perla de Granada".

“El clima de Almería es muy dulce, sus playas de una belleza asombrosa. En medio de parajes que recuerdan al desierto aparecen calas tan bellas como oasis, adornadas de manantiales de agua dulce, de palmeras cargadas de dátiles. Lugares para perderse y olvidarse de las maldades del mundo. En mí siempre perdurarán esos recuerdos de la infancia”.

1 comentario:

  1. Me parece excelente la publicación de libros que tengan algo que ver con Almería. Tenemos un pasado que es preciso rescatar y un extraordinario lugar en la Historia —no solo del siglo X al XII—, que es obligado dar a conocer, incluso a través de novelas de época con base histórica.
    Me ha hecho gracia eso de: "Durante la época almorávide el puerto de Almería cobijó a piratas, convirtiendo la ciudad no sólo en la envidia del Mediterráneo, también en el terror de sus enemigos. El más conocido y temido fue Ibn Maymun". Si el almirante Ali Ibn Isa Ibn Maymun levantara la cabeza y leyera que se le tacha de pirata se moría del susto. Almería era entonces la más importante base naval del Mediterráneo y cobijaba a la flota califal con sus más de 300 naves de guerra. La fábula de los piratas habría que analizarla más despacio.

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