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Las Jornadas romanas de Abla

Antonio García Vargas
Profesor e investigador de Métricas Clásicas Arcaicas
Miembro del Departamento de Arte y Literatura del IEA

El pasado 5 de octubre, la ciudad almeriense de Abla se convirtió como por ensalmo en la pujante Alba romana del periodo inmediatamente anterior y posterior a Cristo. En un acto organizado por el Instituto de Estudios Almerienses y el Ayuntamiento de Abla, con la colaboración de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, la pasada semana se inició, los días 2 y 3, en el Museo Arqueológico de Almería, las “Jornadas romanas de Alba”.

Mausoleo de Abla
Tras las conferencias magistrales en el Museo, donde se resaltó el valor histórico de su singular legado y la importancia de la Alba de entonces como uno de los siete únicos municipios romanos de la provincia de Almería, se llevó a cabo el día 5, como broche final, un recorrido por el yacimiento arqueológico de Alba Bastetanorum.

Partiendo del impresionante Mausoleo romano, majestuoso testigo de la vía Antoniana del siglo III, la comitiva pudo visualizar los distintos recintos funerarios y su área secundaria de sencillas sepulturas de losas y tégulas. Por el “Camino de las eras”, la antigua vía romana discurría hasta llevarnos a la “Fuente del manzano” y a una antigua “mansio” u hospedería que acogía entonces a los viajeros que tomaban la ruta entre Acci (Guadix) y Urci (El chuche-Benahadux-Almería). Tras ascender por la Cuesta del manzano, llegamos a la plaza de la Cruz de San Juan, proseguimos hacia la calle Real Alta y tomamos después la calle de San Antón, donde perdura un pedestal de Avitiano.

Completado el apasionante itinerario y tras unas charlas introductorias, asistimos a un interesantísimo Taller de gastronomía donde los presentes, guiados por “romanizadas” recetas, elaboraron entre todos las distintas salsas y carnes  que después degustaron para deleite del paladar más exigente.

El acto final, con gran parte de los asistentes enfundados en sus flamantes túnicas romanas,  consistió en un taller sobre acuñación de moneda de la época donde, después de la clase teórica, pudieron disponer de los elementos materiales necesarios para realizar manualmente la acuñación de su propia moneda, todo ello bajo los preceptos de entonces y que significó la traslación total en el tiempo y el espacio de todos los asistentes, en un clima de cordialidad, camaradería y un cierto jolgorio ambiental de lo más gratificante.

En un mundo sobrecogido por ese trasfondo de negatividad que nos asfixia y al tiempo nos difumina en lo esencial, la realización de actos como este y otros parecidos nos reconcilia con el género, qué duda cabe, por lo que hay que agradecer a sus impulsores ese aporte de sensibilidad que permite seguir aspirando a alcanzar esa difusa dualidad que naufraga a veces entre el amor y el odio; entre la miseria ética y el apasionado devenir de la poética universal del sentimiento.

Permitid, amigos todos, que acabe la reflexión en el lenguaje universal de la poesía:

Al final del camino comienza la pendiente
del amor o del odio. Son sendas paralelas
donde el espacio-tiempo es singularidad.
Hay que buscar los nexos con la antigua memoria,
reconectar los cables del hoy con el ayer
tratando de encontrar algún mañana incierto.
Fabricar nuevas puertas con el cuántico ritmo
de algún híbrido verso hasta encajar
los viejos esqueletos en su antigua osamenta.
Mas... díme, compañero...
¿Hay final? ¿Hay camino?  
El camino es metáfora huidiza que se escapa,
que muta, se hace senda que conduce al inicio.
Y al filo del inicio, junto a la luz del alba,
donde nacen y mueren los conflictos, 
justo allí está la paz, mas... 
¡tendremos que aprender primero a encontrarla!

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