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In memoriam: Sara Montiel, la española que enamoró a Hollywood


Emilio Ruiz
www.emilioruiz.es

Tenía que estar con nosotros, aquí, en Almería, el pasado mes de octubre, pero una ligera indisposición no se lo permitió. El cine almeriense quería rendirle tributo “por su contribución al séptimo arte y al western”. Por eso le concedió el “Premio Tabernas” en su primera edición. Nos tuvimos que conformar con su mensaje televisado: “Gracias a Almería y a Tabernas. Apoyo con mucho gusto este festival y que vengan muchos más”.

Sara Montiel
Sara Montiel fue algo más que una actriz. Fue un mito, no sólo en España, sino también en México, donde se convirtió en estrella a mediados del siglo pasado con títulos como 'Cárcel de mujeres', 'El enamorado' o 'Piel canela'. Ha sido la primera actriz española a la que se le han abierto de par en par las puertas de Hollywood, con películas como ‘Veracruz’, ‘Dos pasiones y un amor’ y ‘Yuma’. Eran los tiempos en los que alternaba con Alfred Hitchcock, Marlon Brando o James Dean.

María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández, nacida en Campo de Criptana (Ciudad Real) en 1928 –“nunca he ocultado mi edad”-, fue descubierta por uno de los dueños de Cifesa cuando cantaba una saeta. A partir de su intervención en 'Empezó en boda' ya fue Sara Montiel. Tras su periplo por tierras norteamericanas, rodó uno de los grandes taquillazos del cine español: ‘El último cuplé’. En 1974 rodó el que sería su último largometraje, 'Cinco almohadas para una noche'.

Exitosa cantante de cuplés y boleros, también trabajó en teatro (con espectáculos como 'Doña Sara de la Mancha' o 'Saritísima') y televisión ('Sara y punto' y 'Ven al Paralelo'). Casada en 1957 con el director norteamericano Anthony Mann, del que se divorció en 1963, Sara Montiel se casó en otras tres ocasiones: con José Vicente Ramírez, con Pepe Tous (al que siempre consideró el gran amor de su vida) y con Antonio Hernández. Madre de dos hijos adoptados con Tous, Thaís y Zeus, a Montiel se le atribuyeron romances con los escritores León Felipe y Miguel Mihura, con el fotógrafo Mario Montuori y con el actor francés Maurice Ronet.

Aficionada a los puros desde que Ernest Hemingway le ofreció uno en La Habana, la última intervención de la actriz fue interpretándose a sí misma en el cortometraje 'Abrázame'.

Unos días antes de su frustrada visita a Tabernas concedió una larga entrevista al diario El País, donde deshizo muchas de las leyendas que sobre ella se contaban. Según contó al periodista, ese fin de semana amadrinaba en Almería el Festival de Cine AWFF “y no pienso bajarme de los escenarios, pues en primavera me pongo a dar conciertos”.

En la entrevista habló de su supuesto amor con Gary Cooper: “Jamás tuve relaciones amorosas con él, sólo fuimos amigos. Si hubiera querido, habría hecho el amor con él, pero no quise”. También se ha rumoreado siempre que en realidad a Sara Montiel le doblaban la voz en sus películas: “¡Nunca! Mira: tal vez no sea la mejor cantante, pero sé interpretar. Y muy bien. He grabado unas novecientas canciones”. Sobre su presunta afición a la cirugía plástica fue contundente: “¡Jamás! Pero si no tengo arrugas. Algunas líneas de expresión, sí. Muy finas, pero no son arrugas. No tengo bolsas ni ojeras. No me he hecho nada en la cara, ¿ves? Yo no soy como las de ahora, todas operadas. Se ponen unos morros impresionantes. Yo no me pongo morcillas. ¿No has visto que hay algunas que parecen patos? Ay, me hacen mucha gracia”.

Se decía también que intimó demasiado con Marlon Brando. “Ah, eso es por los huevos de Marlon. Lo conocí en 1951, en una película que él hacía con Frank Sinatra. Luego nos volvimos a ver cuatro años después, cuando él rodaba Sayonara. Una vez le dije: ‘Yo hago unos huevos fritos con ajos, a lo manchego, ¡que pa qué te cuento!’. Y ahí quedó la cosa. Como a las dos semanas, a las cinco de la mañana, Margareth, una criada divina, negra del sur, que teníamos Anthony Mann y yo me despertó: ‘¡Señora, Marlon Brando está en la cocina!’. Pues salí, le hice unos huevos fritos con ajos y un café que me salió buenísimo. Luego él no paraba de decir: ‘He comido huevos manchegos, huevos de la tierra de Don Quijote’. Muy majo. Compartíamos también el gusto por México, donde él había hecho ¡Viva Zapata!, pero nada más”.

"El gran amor de mi vida ha sido Severo Ochoa. Pero fue un amor imposible. Clandestino. Estaba casado y, además, no pegaba que él estuviera investigando y yo haciendo películas".

1 comentario:

  1. Anónimo9/4/13 00:03

    Si tanto sabes de Sära MOntiel, escribe las veces que ha estado en Almería, lo demás lo sabemos.

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