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Un brindis equivocado


Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía

Noviembre. Al clausurarse la comisión de investigación de los ERE, algunos de los dirigentes del PSOE andaluz brindaron en la cafetería del Parlamento. Políticamente, dijeron, este caso de presunta corrupción estaba “amortizado”. No podían estar más equivocados. Un año después de que la investigación judicial de la supermagistrada Mercedes Alaya les amargara la campaña electoral, la foto del exdirector general de Empleo, Francisco Javier Guerrero, con una sonrisa torcida camino de nuevo del trullo, vuelve a poner en el candelero el caso de corrupción más importante conocido en Andalucía. Y da la sensación de que al Gobierno andaluz y al PSOE les ha pillado, otra vez, de imprevisto y sin nada más que decir que: 1) José Antonio Griñán no era presidente de la Junta de 2001 a 2009 (desde 2004 fue consejero de Hacienda). 2) Los fondos de Empleo estaban en los Presupuestos. 3) Ellos sí colaboran con la Justicia. ¿Y? Hablan como si fueran otro PSOE-A, parientes lejanos de aquel que ocupó San Telmo hasta la sucesión de Manuel Chaves y que convivió con el presunto gran fraude.

Lanzas y Albarracín, conducidos a prisión
En el caso ERE, el círculo se cierra. Con esta nueva fase de la instrucción, la trama se redimensiona, aunque, de momento, las responsabilidades penales no hayan llegado en lo político más allá del exdirector general de Empleo. Alaya no sube de ese escalón de la pirámide y está atando cabos por abajo. Ésta vez acompañan al exalto cargo los otros protagonistas, quienes movían los hilos en cada rincón de la tela de araña que se tejió en el Gobierno. Está encarcelado el presunto capo de las aseguradoras, Antonio Albarracín, que puso un sueldo a Guerrero y su señora para llevarse el mejor trozo de esta inmunda tarta. [El exconsejero de Empleo, Antonio Fernández, defendió que las aseguradoras Vitalia y Uniter se embolsaban todos los negocios de la Junta “porque no había otras especializadas en estos asuntos”. Casi da risa. Alaya cree que directamente formaban parte del gran negocio, untando con dádivas y dinero al resto de hacedores.]

Le acompaña en la cárcel el exsindicalista de UGT Juan Lanzas, el conseguidor, el amigo de los grandes del PSOE, que muchos vinculan directamente al extodopoderoso Gaspar Zarrías. La pieza política que sueña con cobrarse el PP. Lanzas era el Midas de las pólizas, expediente que tocaba, expediente que se llevaba dinero público a espuertas. El mismo que se choteó del Parlamento a carcajadas, sin ni siquiera quitarse esas gafas de sol que lo acompañaron camino de la cárcel. Sí, el corredor de aceitunas que supuestamente se llevó 13 millones de euros y un año después de estar imputado tenía guardados 82.000 euros en un maletín bajo la cama. Síntoma claro de ese sentimiento de impunidad, inviolabilidad y poder sin el que sería difícil entender que esta trama funcionara enquistada en el seno del Gobierno de Andalucía nada más y nada menos que una década. Diez años.

Tras su baja por enfermedad, Alaya ha vuelto con bríos y dispuesta a convertir el caso ERE en una espectacular instrucción de varias pistas, con interrogatorios interminables, autos de madrugada y sin tiempo para la comida o el sueño. La Guardia Civil colabora, con tino, gran acierto mediático y quizás cierto sesgo político, en la venta de la operación. Puede ser. Pero lo importante es que la investigación da frutos. Ha desvelado en su total dimensión la “trama criminal” y ha demostrado que los llamados intrusos, afines al PSOE o amigos y parientes, que fueron incluidos de gorra en los ERE subvencionados con fondos públicos, son la calderilla. “Criaturitas”, que dijo Guerrero, y que la Junta dijo que habían costado a las arcas públicas 17 millones de euros. El bacalao se cortaba en las sobrecomisiones que se abonaban a las aseguradoras que sufragaban las pólizas de los prejubilados. La Guardia Civil habla de un desvío de 50 millones de euros y avisa de que podría sufrir un “aumento significativo”. La Junta admite que ni sabe cuánto dinero se fugó.

En este nuevo marasmo judicial, el PP, lejos de sentirse concernido por Gürtel y Bárcenas, sin conocer el pudor de que “quien esté libre de pecado tire la primera piedra”, ha irrumpido vaciando las metralletas. Ahí estaba Juan Ignacio Zoido descerrajando contra Griñán junto a Javier Arenas, el presunto interlocutor con el extesorero Bárcenas que amenaza con destapar la financiación ilegal del PP durante años. Y tan tranquilo.

El Gobierno de PSOE e IU puede quedar tocado. IU ya ha puesto un dique: “si imputan a alguien del Consejo de Gobierno actual nos vamos”. Una manera de decir, por ahora, que se quedan, aunque los roces internos ya han comenzado. Griñán soñaba con su gran semana, con la foto de su pacto económico, todo un logro, y a la derecha de Rubalcaba en Ferraz, y ya ven, los ERE han vuelto. Brindaron pronto.

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