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Cristóbal López, sangre almeriense en la pujante Argentina


Manuel León
Redactor-Jefe de La Voz de Almería

El Indalo que más brilla está en Argentina y pertenece a Cristóbal López, un hijo de almerienses que de vez en cuando se da una vuelta por Aguadulce a ver a su familia de origen. La prensa bonaerense ya lo denomina como El dueño de todo y saltó a la palestra hace unos años, además de por su inmensa fortuna, por su amistosa relación con los Kirchner. Hijo de emigrantes que partieron del puerto de Almería en 1949, acaba de obtener autorización para comprar Canal 5 Noticias (C5N), la televisión líder de Argentina, junto a Radio 10 y cuatro emisoras más de radio por un montante global de 40 millones de euros. El hijo de indianos adquirió este patrimonio mediático a Daniel Hadad, uno de los empresarios periodísticos más audaces de Latinoamérica, bien relacionado también con la presidenta, Cristina Kirchner.

Cristóbal López
Parte del imperio patrimonial y de negocios de López cuelga de una corporación que es un homenaje a sus ancestros: Grupo Indalo, en el que se incluyen empresas petrolíferas, casinos y salas de juego, fincas y ganaderías, hoteles, residenciales y restaurantes. La parte de canales de comunicación conforman la división Indalo Media. Pero no se quiere quedar ahí. El apetito empresarial de Cristóbal López le lleva a andar de nuevo de caza mayor, al acecho de una participación mollar en la filial argentina de la petrolera brasileña Petrobras por la que ha ofrecido 400 millones de euros, a través de su filial Oil M&S, la compañía cuyo logotipo es un Indalo como el de Perceval.

El zar del juego. 
Cristóbal López es conocido también como el zar del juego por la explotación del Casino Flotante de Buenos, el de Río Gallegos y por la concesión para operar miles de máquinas tragaperras en el hipódromo de Palermo y por todo el país. El empresario empezó a subir como la espuma a partir de 1998 cuando conoce a Nestor Kirchner, patagónico como él, y gobernador entonces de Santa Cruz. Ernesto le echó una mano en una adjudicación para perforar unos pozos de petróleo, y Cristóbal, agradecido, nunca lo olvidó. Cuatro años más tarde, ese gobernador con el que había intimado junto a su mujer, Cristina, se convirtió en el presidente del país.

A partir de entonces empezó a crecer su aureola como el empresario K, el testaferro de los Kirchner, un extremo que López siempre ha desmentido.

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