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Unidos por lo realmente importante


José Antonio Griñán
Presidente de la Junta de Andalucía

EL 28 de febrero de 1980 fue una gesta histórica protagonizada por los andaluces y andaluzas. Un pueblo unido por una gran causa es invencible, consigue siempre lo que se propone. Andalucía hizo historia con su iniciativa autonómica, que fue libre, legal, pacífica y se produjo sin saltos en el vacío porque estuvo apoyada en la Constitución y posteriormente legitimada por ésta. 

28-F
Aquel 28-F supuso la conquista del autogobierno por un pueblo que sabía lo que quería. Fue la mejor demostración de que lo imposible es sólo lo que no se intenta. Y para hacer posible esa realidad los ayuntamientos tuvieron un papel clave. Porque ese municipalismo, hoy tan cuestionado, fue la palanca que hizo efectivo el hito autonómico andaluz. 

Hace hoy justo 33 años, el afán de igualdad del pueblo andaluz se escenificó del modo más claro y limpio posible: bajo la reivindicación solidaria en la calle de que nadie fuera más ni menos que nadie. Aquel camino, ese espíritu de frontera que fue el 28-F, era el correcto y nos ha de servir de guía hoy cuando nuestro modelo de convivencia está seriamente amenazado. 

Mucho ha cambiado la Andalucía que hoy nos contempla desde aquel 1980. Hemos avanzado notablemente, la comunidad andaluza está más y mejor preparada que nunca, en lo humano, lo físico y lo tecnológico. Quedan bastantes problemas por resolver en Andalucía, pero ya son problemas comunes a España y al resto de Europa. 

El principal, el desempleo. No será posible una celebración plena de un Día de Andalucía mientras esta tierra siga padeciendo esa lacra, que con la crisis ha alcanzado cifras insoportables. No podrá haber autocomplacencia mientras un solo andaluz siga viendo frustradas sus expectativas laborales, mientras nuestros jóvenes sigan topándose con puertas cerradas, mientras los mayores de 45 años no hallen dónde aplicar su experiencia. 

Vivimos un momento crucial en el que cinco largos años de crisis han dilapidado muchas de nuestras certidumbres como sociedad y no pocos de nuestros derechos como ciudadanos. Se hace más necesario que nunca sobrevolar los hechos concretos y aparcar los intereses partidarios para buscar puntos de entendimiento de esos que construyen un país, de esos capaces de generar una ilusión colectiva que nos haga recobrar la confianza en las fortalezas, que son muchas, de España y Andalucía para empezar a doblegar esta coyuntura. Ese es el objetivo que impulsa el Pacto por Andalucía, un gran acuerdo social que promueve el Gobierno andaluz para defender nuestro modelo de convivencia. 

Es preciso abandonar recetas equivocadas que sólo nos han hundido más y apostar por políticas valientes que estimulen de una vez por todas la economía, permitan crear puestos de trabajo y faciliten el crédito a empresas y familias. Urge, asimismo, alentar el prestigio de la Política como único camino posible para superar esta crisis económica y de valores que padecemos. 

Andalucía se ha convertido hoy además en un testigo incómodo para los apóstoles del pensamiento único. Por nuestra apuesta decidida e inquebrantable por una sanidad universal y una educación pública de calidad, por resistirnos a traicionar, en suma, todo aquello que hemos conquistado durante estas décadas con tanto sacrificio. Por eso este 28-F ha de ser un aldabonazo colectivo que lance al resto de España un mensaje alto y claro: no nos dejemos en el empeño por salir de la crisis lo mejor de nosotros mismos, no nos dejemos arrebatar cuanto nos ha hecho mejores. 

Afrontemos, en este contexto, este 28 de febrero de 2013 como un ejercicio de voluntad colectiva, de compromiso público con Andalucía y lo mejor de estos 33 años de autonomía. Un compromiso por la defensa de todo aquello que merece la pena conservar con o sin crisis. Afrontemos este 28-F como la expresión de la unidad del pueblo andaluz que, ante los reveses de nuestro tiempo, no se resigna ante nada ni nadie y reclama su derecho a escribir, una vez más, su futuro. 

Tenemos desafíos de sobra por delante y no podemos ser contemplativos ni esperar a que otros nos marquen la senda. Que este 28-F refuerce nuestro carácter reivindicativo como pueblo para defender nuestros derechos y libertades, para reclamar una sociedad justa, solidaria, que haga honor a ese principio básico, hoy amenazado, que es la igualdad de oportunidades. 

El 28-F alcanza su significado pleno en la movilización social. Unidos no contra nadie, sino por una causa común que realmente merece la pena: Andalucía. La invocación del espíritu de la autonomía ha de ser motivo de unión en la defensa de unos intereses comunes que deberíamos dar por inalienables, pero, a la vista está, hoy vuelven a estar amenazados. Pasó hace 33 años. Ha de pasar nuevamente ahora. Juntos, si nos lo proponemos, podemos hacerlo. 

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