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Andalucismo de salón


Benito Fernández

Diario Crítico

Dice el clásico refrán español aquello de que sólo nos acordamos de San Bárbara cuando truena. Bueno, pues resulta que el presidente de la Junta, Pepe Griñán, sólo se acuerda de San Rufino cuando lo necesita para subsistir. Les aclaro que San Rufino es el próximo 28 de febrero, Día de Andalucía, una festividad que en nuestra comunidad, desde que gobierna el PSOE, y de eso hace ya casi treinta y cinco años, ha dejado de tener un carácter reivindicativo para centrarse en actos lúdicos y ornamentales a mayor gloria del presidente de turno, llámese Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves o Pepe Griñán. Mientras la mayoría de los andaluces aprovecharán el largo "puente" para largarse a la playa, pasando un taco de los actos institucionales, la Junta reeditará, un año más, el boato de la parafernalia autocomplaciente en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, donde Griñán y sus consejeros, encantados de conocerse, impondrán a una decena de personalidades e instituciones andaluzas el título de Hijo Predilecto y las medallas de oro de la comunidad. Como también es habitual, el presidente de la Junta esbozará en su discurso los logros de su Gobierno bipartito en este último año de legislatura, el árduo trabajo realizado (?) y las expectativas de crecimiento y desarrollo de Andalucía. No quiero dármelas de adivino pero seguro, seguro, que arremeterá contra el Gobierno de Rajoy y sacará a relucir el consabido agravio comparativo. Y, desde luego, como ha ocurrido todos los años, ignorará el gravísimo problema del paro que en Andalucía alcanza cotas escandalosas de más del treinta por ciento, la falta de expectativas laborales de los jóvenes y obviará cualquier referencia al mayor escándalo de corrupción política declarado en España en los últimos años, el asunto de los EREs fraudulentos.

Hasta aquí nada nuevo bajo el sol andaluz. La novedad este año es el empeño de Pepe Griñán de celebrar un 28-F de "caràcter reinvindicativo" a tenor de lo expresado por los andaluces ese mismo día de hace ahora treinta y tres años cuando, en contra de las previsiones del Ejecutvo de Adolfo Suárez, el pueblo andaluz aprobó su autonomía plena respondiendo mayoritariamente "sí" a aquel trabalenguas de "¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?" que se inventó el ministro Martín Villa. Desde entonces, el Día de Andalucía, ha dejado de tener el pozo reivindicativo original para pasar a ser un remedo de cualquier festividad local en la que los niños canta en el colegio el himno andaluz, se iza la bandera blanquiverde y se hacen redacciones y trabajos manuales sobre la comunidad autónoma o sobre el llamado y prácticamente casi olvidado padre de la patria andaluza, Blas Infante. Eso y el acto del "medalleo" y la copa en San Telmo es toda la reivindicación por la fecha. La culpa de esta dejadez es el escaso interés tanto del PSOE como del PP en recuperar un andalucismo que se ha ido perdiendo y diluyendo en el bipartidismo centralista de ambas fuerzas políticas. Lo de "andaluces levantaos, pedid tierra y libertad" que entona el himno andaluz es una frase hecha que socialistas y populares exhiben sólo cuando les interesa en su andalucismo de salón.

Ahora, cuando las cañas se vuelven lanzas, Pepe Griñán y sus socios de Gobierno, quieren recuperar esa defensa del nacionalismo como una especie de bote salvavidas que les libre de su propia responsabilidad política. Porque es evidente el descontento de la ciudadanía con los recortes del Gobierno central, pero no es menos evidente el hartazgo de los andaluces sobre un Ejecutivo llamado de izquierdas que se limita a dejar pasar el tiempo para ver si alguien arregla la situación. ¿Un 28-F revindicativo, Pepe? ¿para reivindicar qué? ¿más dinero del Estado para pagar EREs falsos? Lo que haría falta es un Día de Andalucía en el que el pueblo andaluz volviera a recuperar su protagonismo como ocurrió hace treinta y tres años. Lo demás, con sus manifestaciones programadas y lideradas por usted o por su vicepresidente Diego Valderas, son sólo un andalucismo de salón para vestir el muñeco de su propia incapacidad. Ya lo han visto, el llamado "Pacto por Andalucía", tal y como era de prever, va a quedar en un bluf más del genial Griñán. ¿Y éste es quien va a suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba? Pues estamos aviaos.

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