Edita: Fidio (Foro Indalo de Debate, Ideas y Opinión / Twitter: @opinionalmeria / Mail: laopiniondealmeria@gmail.com

Isabel San Sebastián jura bandera en Viator


José Antonio Pareja
Periodista

Este pasado fin de semana, mientras usted o yo mismo, dilapidábamos nuestro tiempo libre en cuestiones absolutamente fútiles, Isabel Sansebastián sacrificaba su tiempo libre jurando bandera en el Cuartel General de la Legión en la Base Álvarez de Sotomayor de Almería. No es desde luego un hecho aislado, cada día más los auténticos patriotas que aún quedan en nuestro país son dados a este tipo de enardecimiento nacional. Lo han hecho ya Ana Botella, la duquesa de Alba, periodistas como Carlos Herrera o artistas como José Manuel Soto, sin olvidar a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberà, cuyo juramento aún resuena entre las paredes del cuartel militar donde lo realizó como un trueno lanzado por el mismo Zeus.

San Sebastián no desea ofrecer la imagen
gráfica de su jura de bandera. En la foto,
Rita Barberá, alcaldesa de Valencia
El juramento a la bandera, en principio, está reservado a los miembros del ejército, que deben responder con un “Sí lo hacemos”, a la siguiente pregunta formulada por el jefe de la unidad donde se produce el juramento: “¡Soldados! ¿Juráis por Dios o prometéis por vuestra conciencia y honor,  cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la  Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a  vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?” Naturalmente, de no ser militar, como es el caso de Isabel, el término “Soldado”, se cambia por el que corresponda, en este caso, podría haber sido “Tertuliana, juras…”, o quizá por el de “Ciudadana, juras…”. En todo caso, se mantiene el resto de la fórmula que obliga a Isabel a partir de ahora a hacer guardar la Constitución, obedecer al Rey y a sus jefes, no abandonarlos nunca y entregar su vida en defensa de España.

No me negarán ustedes que si España es atacada por alguno de los pérfidos enemigos que acechan allende nuestras fronteras, tranquiliza imaginarse que la primera línea de choque estará formada por Ana Botella, por José Manuel Soto, por Carlos Herrera y Rita Barberà, e incluso, si fuera menester, por la mismísima duquesa de Alba, cuya sola imagen arrastrando su maltrecha cadera hacia las líneas enemigas pondría en fuga al mismísimo Belcebú.

Todo esto partiendo de la base de que el enemigo contra el que se confabulan nuestros más heroicos patriotas sea exterior, que le da a uno por pensar si esto de tanto jurar la bandera no va a ser contra un enemigo interior. Es decir, contra todos aquellos que no están de acuerdo en obedecer y no abandonar nunca al Rey, haga lo que haga. Contra aquellos que consideran que la Constitución que un día nos dimos los españoles, la podemos cambiar nosotros mismos en nuestra condición de españoles y de personas libres. Y contra todos aquellos que consideran su vida y la de sus hijos, como un valor que está muy por encima de cualquier bandera, tenga las barras que tenga.
Desde que España es España, siempre han abundado los patriotas de salón. Los que se llenan la boca con palabras huecas, los que necesitan envolver en banderas sus intereses más miserables. Suelen coincidir con los mismos españoles que tienen cuentas en el extranjero, con los que desprecian a las clases trabajadoras, con los que pretender eliminar cualquier resto de solidaridad social, con los que, en definitiva, siguen la norma del “sálvese quien pueda”. Esos son los españoles que juran una y otra vez la bandera de un país que sólo les sirve mientras defienda sus intereses de clases privilegiadas.

Al resto de los españoles no les hace falta jurar banderas para saber que no les queda más remedio que obedecer. Que entregan su vida no por un trapo de colores, sino por sobrevivir en un país que cada día se lo pone más difícil.
(El Plural)

No hay comentarios:

Publicar un comentario