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Los Gallardos se reencuentra con sus historias cotidianas

Emilio Ruiz 

La afición por el teatro de las gentes de Los Gallardos es tan antigua como la existencia del propio pueblo. Desde hace tres décadas las representaciones teatrales de verano están regladas dentro de una Semana de Teatro que goza de un amplio prestigio provincial y que va ya por sui trigésima segunda edición. En ese certamen -que tuve el honor de crear, aunque algunos oportunistas lo inserten en su currículum-, grupos locales de todas las edades se organizan para ofrecer en agosto a los vecinos habituales del pueblo y a quienes retornan de vacaciones siete días de entretenimiento con la representación.

Cartel anunciador
Desde hace un par de años la activa Asociación de Mujeres Cimbra, que preside Antonia Dami Ramírez Crespo, también ha querido ocupar su espacio teatral, transportado a la Navidad y como preámbulo de las fiestas que culminarán el 6 de enero con la representación del Auto de los Reyes Magos.

Este año, la Asociación de Mujeres Cimbra ha querido aprovechar el agrado con el que el público acogió su representación del año pasado para ofrecer historias de la vida cotidiana de Los Gallardos, presentadas bajo el común epígrafe de Historias de la Plaza de Andalucía, de autoría colectiva. “Si pudiera hablar nuestra Plaza de Andalucía –se pregunta la organización-, ¿cuántas historias tendría para contar?”. Son muchísimas, infinitas, tres de las cuales nos contaron en la noche del sábado.

En la primera de ellas, un Peporro pasotilla (Diego Torres Segura) anda incordiando a todo bicho viviente que se acerca por la Plaza. Con la complicidad de Chumi (Ana Isa Caparrós Haro), se embarca en un diálogo disparatado que solivianta los ánimos de los pacíficos vecinos que aparecen por allí a tomar el fresco. En Faustina (Antonia Mari Martínez Ramírez) encuentran a una señora mayor del pueblo a la que le va la marcha más que a los propios jóvenes. La hija de ésta, Leoncia (Remedios Llorente Caparrós), deambula fuera de sí ofreciendo al espectador el tono de gracia propio del momento, mientras Cosme (Ramón Carrión Torres) es el hombre cabal que en ningún sitio puede faltar.

Una de las historias de la Plaza de Andalucía
La segunda historia, también desarrollada en los bancos de la Plaza, es el encuentro de una pareja de novios que no tienen más referencia de sí que la ofrecida a través de Internet. Como es normal, a través de sus respectivos whasapps se han presentado mutuamente como dos jóvenes apolíneos, algo muy distante de la realidad. Picio (Juan Ángel Ruiz Crespo) es un cateto con pocas luces y Leandra (Antonia Dami Ramírez Crespo) es una joven poco agraciada que no está para desechar muchas oportunidades. Tras el encuentro inicial de repulsa la conclusión no es otra que pensar que el mundo, tal como está hoy, no ofrece muchas posibilidades de elección, y ya que el Internet los ha unido, pues que queden unidos para siempre. En medio de los diálogo de la pareja se introduce una chismosilla del pueblo, Olvido (Eva García Muñoz), que suspira por conocer historias de novios, y un buen hombre del pueblo, Marcial (Francisco Reyes Martín), que alucina ante semejantes paisanos.

La tercera de las historias tiene que ver con el recientemente reconstruido consultorio médico. Mientras duran las obras, la Plaza de Andalucía es habilitada como sala de espera de los pacientes. Pareciera como si el diálogo establecido entre éstos fuera la fiel reproducción de un día cualquiera de consulta. A la cita con el médico no faltan, como no faltan ningún día, ni la beata Dolores (Francisca Galera Flores), piadosa pero con dotes de mando, ni la señora octogenaria con más kilómetros que el Alsina, Lisarda (Isabel Campoy Molina). Tereso (Antonio García Piñero), consuegro de ésta, es el típico hombre de pueblo al que la modernidad no le haces prescindir de sus costumbres pueblerinas, mientras que Cayetano (Miguel A. Rodríguez Reyes) es el típico joven que ha pasado del medio rural al pijerío sin hacer escala intermedia. A la enfermera (Ángela Ramírez Molina) le ha sentado tan mal la incautación de su paga extra de Navidad que lo que le han quitado en dinero se lo ha querido ahorrar en palabras. Magnífico el sonido de Cristina Gómez Rodríguez y aplausos para la apuntadora, Pilar Rodríguez Díaz.

La Asociación de Mujeres Cimbra pudo comprobar que su poder de convocatoria sigue creciendo. Al precio de tres eurillos la localidad, las 470 sillas se cogieron entre codazos. Hasta el año que viene. Por Navidad.

(La crónica gráfica de la representación puedes verla y leerla en el blog de Emilio Ruiz (http://www.emilioruiz.es), con fotos de Ana Belén Collado). 

1 comentario:

  1. viva los GALLLARDOS y la revista la Cimbra.y toda la gente de los Gallardos

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