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Crisis en el PSOE

Joaquín Abad 
Exdirector de La Crónica 

Los últimos resultados electorales del PSOE en Galicia y País Vasco llevan a ese partido, de nuevo, a las puertas de una desconfianza que pone en peligro la existencia del mismo. No será el caso de la UCD, que se diluyó como un azucarillo en tiempo récord. No. Pero como no surjan nuevos líderes en ese partido de la izquierda lo van a pasar muy mal durante toda una generación y en ese tiempo puede surgir otra fuerza política que ocupe su lugar. Esas cosas pasan. Pasó en España con el Partido Comunista, ahora integrado en una coalición de partidos. Ha pasado en Italia, y en todos los países donde los electores tienen acceso a la libertad de expresión y escuchan, ven, lo que sus políticos hacen por su país y por ellos. Y lo malo es que ya es muy difícil ocultar que muchos partidos políticos son en realidad oficinas de colocación de propios y familiares, importando muy poco la excelencia de los que no acceden y se quedan en el paro.

Si el iluminado de Rodríguez Zapatero llevó a este país a un estado de ruina tanto económica como moral, sacando de nuevo el espantajo de las dos españas, provocando que de nuevo apareciera en el lenguaje coloquial lo de rojos y fachas, Rubalcaba no puede ser quien, desde la oposición, recupere al electorado perdido. Porque Rubalcaba, que lleva treinta años subido en el coche oficial gracias al PSOE, ha estado siempre en el epicentro del huracán cada vez que las cloacas del sistema han aflorado. Fue quien, como portavoz de su partido, negó los Gal, las escuchas indiscriminadas por los servicios secretos... Desde el gobierno de Zapatero, como vicepresidente, ha bendecido los distintos desatinos de un equipo que no lo pudo hacer peor y que al final adelantó las elecciones y se llevó un batacazo que ha dejado al PSOE en una situación que no puede ser peor.

Rubalcaba y todos los que han tenido responsabilidades en el desaguisado organizado por Zapatero, que no solo nos ha llevado a la ruina, sino que nos tienen ahora en peligro de ruptura con las reivindicaciones soberanistas de Cataluña y País Vasco, además de haber negociado con la ETA y ésta ya están en las instituciones, deben desaparecer de la vida pública de esas siglas. Deben aparecer líderes vírgenes que representen a un partido nacional que no permita que sus europarlamentarios, por ejemplo, soliciten en Bruselas amparo para que el ejército no invada Cataluña. Esas actuaciones de los cargos socialistas, de auténtico esperpento, es lo que lo hunde. Porque no es una actuación aislada. Desde que Zapatero llegó a la Moncloa ha sido el pan de cada día. Zapatero ha conseguido lo que la derecha no logró: que el bipartidismo ya no sea tan probable. 

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