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Donde nace Almería se hace la luz

Miguel Cárceles
Periodista

Almería. Si un buen grupo de personas, en pleno domingo, osan a poner el despertador antes de las cinco de la mañana, es porque tienen la certeza de que van a formar parte de una experiencia inigualable e irrepetible. Y así fue. No se explica de otra manera que, por séptimo año consecutivo, el Amanecer en La Alcazaba volviera a convertirse en una cita ineludible para más de un millar de almerienses. Fueron los que ayer, y desde las cinco de la mañana, tomaron parte de una actividad cultural, ya claramente consolidada en el calendario anual almeriense, y que, como es costumbre, se ha organizado con presupuesto cero, gracias al altruismo de organizadores –la Asociación La Traíña, Foro La Chanca, Asociación La Palmera, Foro Social de Almería y Secretariado Gitano– y de la dirección de la Alcazaba y los artistas que vistieron de colores un alba especial en uno de los sitios más especiales de la ciudad.

En esta ocasión, la temática central de la actividad giró en torno a los derechos de la infancia y los objetivos del milenio.Y por ello, los niños tuvieron un especial protagonismo también en las actuaciones. Además, niños del barrio, del Colegio La Chanca, que alumbraron los primeros destellos de una madrugada aún oscura. Apenas pasaban unos pocos minutos de las cinco de la mañana cuando la comitiva, reunida a las puertas del Monumento, tomaba la cuesta del Parque de Ramón Castilla y alcanzaba, por la puerta trasera, el tercer recinto de La Alcazaba. La luna, aún en el cenit del cielo, invitaba a observar la ciudad a vista de pájaro, mientras los sones de Sensi Falán, y los aires flamencos llenaban, intramuros, el espectacular espacio cristiano.

Foto Domingo Leyva
Muchos de los asistentes demostraron ser auténticos especialistas, portando cojines para reposar y prendas de abrigo para aguantar los aires frescos de la brisa al raso. Familias, parejas, grupos de amigas, individuos solitarios, el espacio del recinto se llenó hasta que los primeros rayos del sol comenzaron a alumbrar los ‘terraos’ de allá donde nació Almería, a las faldas de la Alcazaba. Ya en el segundo recinto, con el sol sobre el horizonte, tras el baile y la música tradicional, se abrió paso la música clásica y el teatro. Poesía y sonidos de violín y una performance junto a la fuente de la Casa del Alcaide, en el segundo recinto. Pocos instantes después, Sergio Leiva y Javier Gutiérrez alternaron música y poesía para dar paso a Fran Fernández, que arrancó aplausos por doquier.

Ya en el tercer recinto, una magistral actuación de La Duda y Ad Libitum representó a la infancia con gran espectacularidad por la representación, la danza y el fuego, utilizado durante la performance. Y junto al Muro de la Vela, volvió la poesía gracias a Curri y a las canciones del cantautor César Maldonado, llegado casi súbito de una gira por Francia para actuar en el monumento. Música de cámara, habaneras, jazz, trovos... No faltó un palo que no estuviera presente hasta que, al borde de la mañana, y junto a la Puerta de la Justicia, un té moruno y un pastel, abriera el paso al día tras rallar el alba.

No hay dos sin tres, ni siete sin ocho. Todos los días amanece sobre la Alcazaba. Y una vez más, casi con seguridad, volverá a hacerlo con sus puertas abiertas.
(Ideal)

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