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Una persona, un cargo

Agustín de J. Muñoz Soler
Comentarista político

Hace unas fechas adujo el Alcalde de Almería y Senador del Reino electo, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, las razones que le impulsaron a concurrir a los pasados comicios  electorales ostentando su cargo de regidor de Almería y mostró la conveniencia de simultanear ambas representaciones publicas. Permítaseme que haga un inciso para reseñar que el alcalde de Almería es el personaje político del PP en Almería que mayor simpatía personal me trasmite, así como también el alcalde de Madrid, porque ambos tienen en común el talante y la tolerancia que es la cualidad que parece escasear en la clase política dirigente del Partido Popular en España.

Con esta proclamación de simpatía hacia el personaje político comenzaré expresando mi opinión en contra de la asunción de responsabilidades políticas por partida doble, es decir, la acumulación de cargos públicos. Y estoy en contra, en primer lugar, porque transmite la sensación de escasez de recursos humanos en esta fuerza política y, en segundo lugar, porque supone una contundente contradicción con la aplicación de dedicación exclusiva con que se dotan laboralmente esos cargos públicos.

No cabe duda de que la elección por una fuerza política de un personaje político que ya ha concurrido a unos comicios electorales se hace para obtener una aportación electoral que traspase el techo electoral de esa fuerza política. De ahí que los alcaldes se hayan erigido en unos bienes preciados. Esta estrategia ya fue empleada por el PSOE y ahora está siendo copiada fidedignamente por el PP, con el elocuente resultado que se pretendía, por lo que si antaño funcionó no debía existir ningún hándicap para que ahora no funcionara.

Pero esta estrategia que tan buenos resultados aporta puede convertirse en una contundente arma política arrojadiza, por cuanto, proyecta la imagen de haber nombrado alcaldes para candidatos a las elecciones generales por carecer de otros mejores y, el arma arrojadiza más destructiva, los convierten alcaldes a tiempo parcial que hacen realmente innecesaria su dedicación exclusiva y una remuneración acorde con este tiempo que en teoría dedicaban.

Por la dignidad de la clase política se hace necesario defender la dedicación exclusiva en los cargos públicos, en este caso de los alcaldes, máxime en un momento tan crucial por el que está atravesando España, cuando se nos piden sacrificios y nuestros representantes políticos asocian su cargo público a los dineros que perciben.

1 comentario:

  1. Una persona que tiene dos actividades tan bien pagadas, tiene la obligación de ejercer solo una. Y eso por una sola razón: si elije las dos, no atenderá ninguna; y si no puede atender bien a ninguna, no se merece cobrar nada.

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