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Sapos y culebras

Pablo Requena
Noticias de Almería

Balsa del Sapo
Muchos almerienses desconocen que, desde principios de los 90, cada vez que llueve con una intensidad media en El Ejido, miles de vecinos y agricultores de Las Norias de Daza ven cómo sus casas e invernaderos se ven anegadas por el agua que se desborda de la Balsa del Sapo. Y también desde tiempos de la Expo 92 o los JJOO de Barcelona, los vecinos de este barrio ejidense vienen protestando por esta situación y pidiendo al Gobierno central y a la Junta de Andalucía que solucionen este grave problema de una maldita vez.

Pues bien, hace unos meses, después de lustros de pereza y olvido, la Junta de Andalucía y el Gobierno presentaban sus planes para acabar con estas inundaciones que tienen amargados a miles de personas. Y en dicha presentación, se anunciaba –a bombo y platillo, como suele ocurrir con estas historias- que para el pasado 15 de septiembre daría comienzo la obra para construir una tubería que permitirá evacuar unos 500 litros de agua por segundo en la Balsa del Sapo. Como cabía esperar, la obra aún no ha comenzado, y estamos a las puertas del penúltimo mes del año; una vez más, nuestros eficientes gobernantes se pasan los plazos por el arco del triunfo.

Tal vez por todo ello conozco a más de un afectado por este problema, con nombre y apellidos, que “se pone de una mala leche impresionante” (frase de literal de uno de ellos) cuando escuchaba el otro día al consejero de Medio Ambiente de la Junta sacar pecho por el “compromiso que el Gobierno andaluz ha demostrado siempre con el Poniente almeriense” (frase literal del ilustrado consejero socialista). Y mientras, los invernaderos, hogares y calles de Las Norias convertidas en improvisados acuarios cada vez que chispea.

Curiosamente, con estos días grises y lluviosos, se acaba de hacer pública la salida a licitación de esta obra. Esto quiere decir, según la Junta de Andalucía, que como mínimo faltan unos 45 días para que se inicie. Sin embargo, si preguntamos a los hastiados perjudicados, el más optimista señala al mes de febrero (un mes antes de las elecciones andaluzas) para que den comienzo. Unos perjudicados que, ayer mismo, anunciaban nuevas manifestaciones de protesta para enero por la inutilidad de los responsables políticos de la Balsa del Sapo mientras se preparan para un invierno “penosísimo” puesto que, si el nivel de la lámina de agua de esta balsa aumenta 80 miserables centímetros, volverá a desbordarse, obligando a los afectados a tragar sapos y culebras pero alegrándole la vida a los vendedores de katiuskas de El Ejido.

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