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Me llamo Juan Maciá y no hablo catalán

Juan Maciá
UPyD de Roquetas de Mar

Quién sabe qué sangre corre por mis venas, pero, cosas de la vida, me llamo como el primer President de la Generalitat. Sí sé que mi linaje y el de mis descendientes está comprendido entre el paralelo 43ºN y el 28ºN, por lo que lógicamente me considero español y curiosamente tampoco hablo “español” como muchos se empeñan, incluso en ese empeño hay algún que otro profesor de enseñanza, idioma que por cierto no existe, aunque a los angloparlantes no les entre en la cabeza e identifiquen la forma en que escribo como (es) cuando lo propio debería ser otra abreviatura.
           
Nuestro idioma oficial viene claramente identificado en la Constitución y es el Castellano. Aclarado esto, añadir que una cosa es simplemente comunicarse, tal como lo hace cualquier ser vivo en este planeta, bien pertenezca al reino vegetal o al animal y otra cosa es la que son capaces de hacer los que consideramos seres superiores, entre los que se encuentran los vivíparos y algún ovíparo. Nosotros que pertenecemos a los primeros, fruto de la evolución y más aun de la imperiosa necesidad de comunicarnos por rigores de la velocidad a la que nos relacionamos, debemos tender con buen criterio a hacerlo de la forma en la que se alcance a un mayor número de individuos, supongo que hasta aquí estamos todos de acuerdo. Entonces no logro entender el disparate de algunos nacionalismos en liar las cosas, en hacer más difícil la comunicación, me atrevo a compararlo con los “lomos de asno” o “pasos sobre-elevados” o como los quieran llamar, que los ayuntamientos se empeñan en ponernos en la calzada con el fin simple de estorbar la circulación. Al enfado que puedan inducir estas líneas, decir que por ejemplarizar en mi persona ya que de mí hablo,  ningún nacionalista de mi región natal siente la “tierra” más que yo o la respeta más o hace más por el pueblo...

Sólo intento poner las cosas en su sitio, no anteponiendo el folclore al desarrollo o peor aun mezclándolo. Las tradiciones culturales de un lugar son respetables y se deben proteger porque son legítimas, creo que nadie con dos dedos de frente se atreve a negarlo, lo que niego es la locura a que están llegando las cosas desde hace unos años, sirviendo el folclore  como instrumento de división y segregación en lugar de vínculo de unión y expresión etnográfica transmisible. Por poner un ejemplo La Santa Espina, para mi particular gusto, es una obra musical de singular belleza y nadie me prohibirá nunca que pueda escucharla cuando quiera, con ello pretendo decir que a nadie se le arrebata su identidad ni su cultura etnográfica por el hecho de que en la vida común nos comuniquemos todos; cuantos más mejor, de la misma forma, puesto que es más fácil y económico, dejando el mencionado folclore para el área personal.

Por tanto exijo de las agrupaciones políticas que no instrumentalicen más cualquier atisbo diferenciador entre las personas, claro que esto dejaría a algún nacionalista fuera del mercado donde lo peor no es que se le acabe la “teta”, lo peor es que sus electores se queden sin leche que tomar. Aclaro: Dentro del mercado político cada uno vende su producto, lo pregona, lo adorna con lo bueno que es... y como todos los productos unos son buenos, otros mediocres y otros literalmente malos, pero en política no hay hojas de reclamaciones, así que si optas por la opción equivocada nos pasa como con el presente Gobierno del Estado que a muchos a dejado sin leche literalmente, dramáticamente... unos electores suyos y otros no.

Triste escenario, pero real, por ello ruego a quien pueda o quiera leer estas líneas se moleste en enterarse de los programas electorales, se preocupe por su voto, que tenga los escrúpulos suficientes de saber con claridad lo que se hará con su voto, no se deje embaucar, que su papeleta tiene un valor altísimo y más altas pueden ser las consecuencias si la mayoría se equivoca. Estamos en una situación muy delicada de donde sólo se podrá salir si confiamos en unas personas nuevas que han salido del propio pueblo hartos de engaños, corruptelas, negocios... donde los “habituales” por acción u omisión nos han traído, personas para las que la política es lo que debe ser, un medio para mejorar nuestra casa común que se llama España y no un fin.

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