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Dos barajas

Antonio Zoido
El Correo de Andalucía

Javier Arenas, tras haber salido un tanto malparado del asunto de sus remuneraciones, ha optado por la contundencia; y así, un día afirma tajantemente que Rubalcaba no atacó realmente a ETA y otro que no sólo hay que reivindicar el año del nacimiento de Blas Infante sino también el de su fusilamiento. Así enmienda la plana a la estrategia antiterrorista del exministro del Interior y, al mismo tiempo, acusa de tibieza al Gobierno andaluz en la tarea de recuperar la Memoria Histórica apropiándose de la figura del Padre de la Patria Andaluza porque sabe que eso hace ya años que le da réditos electorales.

Con la denuncia del asesinato de Infante, un hombre bueno que casi nunca se metió en rifirrafes partidistas, trata de obtener la credencial que avale su talante democrático ante la Historia. Sin embargo olvida que, por esas fechas, fueron fusiladas muchísimas personas más. El golpe de Estado de militares y falangistas fue desarrollando entre julio y agosto un plan perfectamente definido y por etapas: primero, tomar Sevilla, luego asentar en una parte de España una maquinaria político-militar, más tarde apresar a cuantos podían organizar la resistencia bélica o intelectual y, por último, ponerlos delante del piquete de ejecución.

Cualquiera que tenga unas mínimas nociones de Derecho sabe que todo eso en cualquier parte del mundo se llama Terrorismo de Estado, tan terrorismo como el de ETA pero de una potencia infinitamente mayor, que nunca ha sido condenado ni por Javier Arenas ni por su partido. Es más: la ambigüedad del PP en este punto refuerza la pervivencia de actitudes y hechos claramente franquistas que deberían ser encausadas por la misma Ley de Partidos que ha puesto a ETA al borde de su extinción. Pero para desterrar esa lacra no se puede jugar con dos barajas.

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