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Va por las mujeres de palabra

Eva Peruga
Defensora de la Igualdad de El Periódico

Observar con atención el mundo laboral, ese escenario repleto de trajes y monos con cremallera, sirve para descubrir unos cuantos atributos comunes en las mujeres que se han adentrado en él y, más dificil, han dejado huella (pública). Las periodistas no son una excepción.

En poco tiempo la labor de recopilar los nombres y las historias de las pioneras de la profesión ha florecido en un libro, Mujeres de palabra, del director territorial de RTVA, Antonio Torres, y en un proyecto de investigación, Periodismo en tiempos difíciles, impulsado por la Asociación de Mujeres Periodistas de Catalunya. La narración parece una recopilación de anécdotas, pero es sencillamente la cruda realidad de principios de siglo XX, los años de plomo de la dictadura y la transición.

Explican dos antiguas colegas de El Periódico, Teresa Rubio y Margarita Rivière, cómo en 1974 fueron las primeras mujeres en formar parte de la plantilla del Diario de Barcelona. Recuerda Rubio que salió una nota en la tercera página del diario: «Dos primeras periodistas redactoras». «¡No era en 1950, era el año 1974!», cuenta en la investigación citada. Otra excompañera de trinchera, María Eugenia Ibañez, observa: «En las redacciones de aquella época me sentía menos discriminada de lo que me sentido luego cuando he hecho alguna manifestación contra algún comentario de algún compañero o algún contenido del diario».

Un nuevo salto nos lleva a principios del siglo XX, cuando Carmen de Burgos Seguí, Colombine (1867-1932), fue la primera mujer dedicada al ejercicio profesional del periodismo. Torres enumera a los amigos de esta pionera: Ramón Gómez de la Serna, Vicente Blasco Ibañez, Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Benito Pérrez Galdós y Rafael Cansinos Asséns, entre otros. Su carrera y su compromiso con los derechos de la mujer fueron notables. «Consigue abrirse camino en Madrid, ser enormemente respetada y luego, como no podía ser de otra forma, olvidada porque era mujer», consta en el libro.

Cito al principio del texto los atributos compartidos por las periodistas. Valentía. No solo de las que actuaron de máquina rompehielos cuando el témpano periodístico era de aúpa. Aún hace frío en las redacciones. Mujeres como las recién nombradas responsables de Política, Neus Tomàs, y de la delegación de El Periódico en Madrid, Gemma Robles, necesitan coraje para ejercer su tarea con una visión integradora en un entorno político y social en fase dubitativa entre la pose y la apuesta en la cuestión de la igualdad. Rigor. Al margen del que se le supone a las personas dedicadas al periodismo, áquel que también emana con autoridad moral de una historia femenina contra la manipulación, el ninguneo, la ocultación, la falsedad y el abuso. Saben de qué va. Responsabilidad. La que tienen en este momento de transformación y tentación frente a los productos superficiales, hedonistas y peligrosamente despreocupados con el uso de la imagen y del cuerpo de la mujer . Y decisión. En palabras de Josefina Carabias (1908-1980), la primera fémina que vivió contractualmente del periodismo: «El cambio llegará cuando las mujeres puedan hablar de todo y alcancen grandes responsabilidades».

Todas ayudaron y ayudan. Miremos más allá. Mujeres jóvenes como la lectora Noemí Alonso, «periodista prácticamente licenciada», según la carta que remite a la Defensora de la Igualdad. Alonso se queja del tratamiento de los medios de comunicación a Rebekah Brooks, una de las figuras centrales del caso Murdoch. «Teniendo en cuenta que las noticias relacionadas con el tema están teniendo una gran repercusión y están siendo seguidas por muchas personas», a la universitaria le resulta escandaloso que se aluda a Brooks con referencias físicas, por ejemplo, a su melena y se haga de ella protagonista. Las jóvenes tienen la palabra. ¡Hasta septiembre!

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