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Miguel Sáez, Mojácar-Nueva York

AntonioTorres
Director de RTVA en Almería

Casi todo almeriense que viaja a Nueva York tiene noticias puntuales del médico Miguel Sáez (Mojácar, 1932). Desprende bondad ejerciendo de mojaquero en la gran manzana. Un viaje con amigos ratifica el dato. Los seis días fueron muy intensos, ganando horas al sueño. Sáez nos recibió y sin tiempo nos trasladó al tesoro oculto, a la Hispanic Society of America, un museo, olvidado por los turistas, que alberga la mejor colección de la cultura visual española que hay en el mundo fuera de sus propias fronteras, creado a principios del siglo XX por el filántropo Archer Milton.

El Dr. Miguel Sáez
El anfitrión nos trasladó a la cena de homenaje que esa noche se tributó a su amigo el diplomático Javier Rupérez. La escultura del Cid preside la plaza. Aquí fotografiamos a Miguel Sáez con el matrimonio de Sorbas Diego Hermosilla-Encarna Mañas. La pintora Marisa Aldea se dejó fotografiar junto a la obra de Joaquín Sorolla Visión de España, que la pintora contempló en El Prado, con anterioridad. Goya reina en Nueva York desde 1908. Han sido emociones una detrás de otra las vividas, especialmente con el cuadro de la Duquesa de Alba que Francisco de Goya pintó en 1797, vestida de negro. Miguel Sáez y Carol, una mujer sosegada que tiene la virtud y pedagogía de una cosa que nos falta, saber escuchar, ya están aquí con una agenda andaluza muy apretada y de la que escribiremos en otro capítulo. Ambos nos abrieron la sala para poder disfrutar de la compañía de las grandes obras españolas y del personaje objeto del homenaje del que el interesado, Rupérez, no tenía noticia. Uno de los primeros en llegar, procedente de Barcelona, fue Carlos Sentís, hijo del periodista Carlos Sentís (Barcelona, 1911-2011), fallecido recientemente, que tras la guerra civil fue secretario del ministro falangista Sánchez Mazas. Con su hijo y esposa, con el que compartimos cena, hablamos de Palomares. “Mi padre, periodista vocacional, ha mantenido hasta el último suspiro su columna en La Vanguardia y en casa siempre recuerda sus viajes a Almería por las bombas, el baño de Fraga y el potencial turístico que se abrió con la apertura del Parador de Mojácar, en aquel año de 1966”. Trabajó para Radio Barcelona, emisora que bajo su dirección volvió a emitir en catalán (1974). Tanto personaje que conocimos gracias al talento de Miguel Sáez se refuerza con la figura mediática del cardiólogo Valentín Fuster, director del Instituto Cardiovascular del hospital Mount Sinai de Nueva York.

Nueva York es una gran ciudad de acogida que da oportunidades a los que llegan con voluntad de adaptarse. En el ámbito de la comunicación, prima el “videocurrículo”, porque se juzga la comunicación verbal y no verbal. Luis Ros, nieto e hijo de emigrantes gallarderos, desarrolla su vida profesional en Nueva York, ciudad en la que nació. Ejerce de profesor y abogado. Admira de los neoyorquinos su valentía y orgullo por marcar el ritmo competitivo del mundo.
Es cierto que en el viaje ha habido un plus almeriense con las visitas a los importantes museos con el eje central del patio del Castillo de Vélez Blanco. O las fotografías con la placa Strawberry Fields Forever de John Lennon, en Central Park, con foto dedicada a Manuel Carretero, de Canal Sur Televisión, por su reivindicación de la tarta almeriense del mítico Beatle.
Otra rica experiencia fue con la familia Ros, visitando la taberna McSorley's, que todavía conserva el sabor de principios del siglo pasado. La tradición en este bar es no quitar nunca lo que haya sido colgado. Fue el única que no cerró por la Ley seca. Lennon y hasta Lincoln fueron clientes. Misa de gospel, sede la ONU, catedral, barrios pobres, gran manzana, tienda de Apple, los edificios emblemáticos. En fin, como cualquier turista.
Intensa actividad

Uno de los hijos ilustres de Almería y embajador de Mojácar en Nueva York es el doctor Miguel Sáez, especializado en Cirugía cardiovascular. Dice el novelista Muñoz Molina que casi tantas variedades como hay de americanos las hay de visiones de España. Se va superando la Inquisición, la Guerra Civil y el exilio. Sáez huele todos los actos que españoles organizan en Nueva York. Acudió al Instituto Cervantes para la presentación que realizó el novelista sobre Memorias de amor, guerra y amistad, de Thomas Mermall. Este tenía seis años en 1944. Era uno de los pocos niños de origen judío que, gracias al coraje de su padre, consiguió escapar de la ola genocida nazi en Hungría. Está claro que el holocausto tenía el objetivo de que no quedara rastro de memoria.

Pacientes y amistad

Cualquier resumen es por definición injusto. Tras atenderlos profesionalmente ha consolidado amistad con los diplomáticos Inocencio Arias, Cassinello y Rupérez, con el doctor Fuster, con el juez Garzón -que le presentó, junto al editor y amigo Juan Grima, la obra poética Vidas vulnerables-, el tenor José Carreras, la entonces editora de Abc Cayetana Luca de Tena, Leopoldo Calvo Sotelo, la catedrática de Literatura Hispánica Marlene Gottlieb y su amigo del alma, el también diplomático de María, Juan Manuel Egea. Es curioso, tres diplomátícos originarios de los Vélez. Sampedro tiene palabras de reconocimiento profesional y humano en una de sus novelas para Sáez. El amor es recíproco. Sáez no olvida en su obra poética a sus amigos como Juan del Águila, de Cajamar, desde los tiempos de la añorada Celia Viñas. La lista es más amplia, pero hay que cortar aquí.

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