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El granero socialista, acto final

Daniel Cela
Periodista

El ascenso del PP-A en todas las encuestas de intención de voto (ya van 16 seguidas) viene acompañado de dos datos sociológicos de difícil digestión: el suspenso que los ciudadanos dan a las instituciones públicas y el desapego total hacia la clase política. En la encuesta sobre intención de voto del Cadpea, los adjetivos que utilizaron los andaluces para describir lo que sienten por los políticos son más propios de un cuadro clínico: "Falta de interés" (47%), "aburrimiento" (20%) e "irritación" (60%).

El PSOE cree que su estancamiento en las encuestas y su derrota en las municipales son una llamada de atención de los ciudadanos, "un voto de castigo" por cómo ha gestionado la crisis. La Junta ha querido ver un rayo de luz en ese paralelismo entre el ascenso del PP y el hastío por la política. Todas estas señales que el polo opuesto considera un cambio de ciclo tras 30 años con un Gobierno socialista ellos las ven como la "oportunidad" de redimirse y revertir las encuestas.

Lo cierto es que el ascenso de los populares y el hartazgo hacia la clase política son dos realidades en aparente contradicción. Lo son porque, a pesar del desapego y la indignación que ya era palpable en las calles antes de la municipales, finalmente fueron a votar 300.000 andaluces más que en 2007, y la mayoría (antiguos votantes del PSOE) dio su respaldo al PP. Mientras los indignados del 15-M hacen acampadas de protesta en las plazas, el PP-A lleva año y medio acampado, acomodado en la mayoría. Todos los sondeos publicados tras el 22-M le otorgan ventaja sobre el PSOE, algunos con mayoría absoluta, como el barómetro del IESA (diciembre 2010) o el informe del Cadpea que se ha conocido esta semana, y otros con mayoría simple (el sondeo que los socialistas publicaron el mismo día).

La encuesta del Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía (Cadpea), de la Universidad de Granada, vislumbra por primera vez la mayoría absoluta del PP en las autonómicas, con 14,6 puntos más que el PSOE en intención de voto. Junto al barómetro del IESA, que está patrocinado por la Junta, el sondeo del Cadpea es el que siempre ha merecido un mayor crédito al Ejecutivo andaluz. Lleva tres oleadas consecutivas insistiendo en la tendencia al alza del PP, y esta vez el golpe para los socialistas ha sido mayor, porque no sólo dibuja un gobierno en solitario de Javier Arenas, también revela que por primera vez los andaluces tienen mejor opinión del PP en la oposición que de José Antonio Griñán en el Gobierno, cuya gestión califican de mala o muy mala el 50,6% de los encuestados.

En la Ejecutiva socialista andaluza están en estado de "alerta". El IESA situó al PP al borde de la mayoría absoluta con el 46,8% de votos; el Cadpea, que ha ampliado el número de encuestados hasta los 3.600, coloca a Arenas aún más alto: un 48,9%. Faltan siete meses para las autonómicas de 2012 y el PSOE está 13,8 puntos por debajo del resultado que obtuvo en 2008, cuando ganó por mayoría absoluta, y el PP ha crecido 10,2 puntos.

El sondeo del Cadpea fue el anticlímax de la encuesta del CIS que fue publicada un día antes. En ella se anunció que el PSOE, con Rubalcaba recién elegido candidato a la Presidencia, acortaba tres puntos a Mariano Rajoy y se colocaba a 7,1 de distancia. Hacía semanas que los socialistas "intuían" que la encuesta del Cadpea sería "un jarro de agua fría", y Ferraz (sede del PSOE federal) encargó un sondeo paralelo a los andaluces, con 1.514 entrevistas, cuyo resultado recortó la ventaja de Arenas sobre Griñán a 7 puntos, la misma que Rajoy sobre Rubalcaba, la misma que dejó el 22-M dejó en Andalucía: mayoría del PP, pero insuficiente para gobernar solos.

El margen en el que se mueve el PSOE-A es incómodo: lo que defienden como positivo supondría perder por primera vez en votos, confiando en bajar el techo de la victoria de Arenas para lograr una alianza con IU. ¿Cómo piensan remontar en siete meses? Griñán está seguro de que mientras más se alejen del 22-M, mejor serán las encuestas y la lectura que los andaluces hagan de las políticas de la Junta. Acaba de presentar una batería de medidas progresistas, incluida la promesa de la reforma electoral, y planes para crear empleo y potenciar la educación. Su equipo se empeñará en hacérselas llegar a la gente de aquí a final de año. El presidente también ha cambiado su discurso, más crítico con las grandes potencias de la UE y los mercados financieros, incluso con los ajustes de Zapatero. ¿Debería servir con esto? Hace un año probó la misma estrategia: criticó la sumisión de España al "club de la UE, de mayoría conservadora", aprobó una subida del IRPF a los más ricos y un impuesto a los bancos, que el Estado recurrió. Un año después, sigue en caída libre, y ya se ha golpeado una vez con la cornisa de las municipales.

A los socialistas les asusta el contraste entre la encuesta del CIS y la del Cadpea, porque dudosamente Rubalcaba podrá vencer en Madrid si no vence en Andalucía. Los andaluces prefieren al exministro (4,5) que a Rajoy (4,07), pero siguen teniendo una nefasta imagen de Zapatero, a quien reprochan el desempleo. El PSOE-A no tiene intención de rehuir la campaña con el Ejecutivo central por miedo al contagio, y mucho menos se distanciará de Rubalcaba. Al contrario. Está pidiendo tiempo al árbitro porque confía en la conferencia política de otoño, porque en los momentos más difíciles, el partido siempre tira del discurso ideológico. En las últimas semanas el PSOE no para de mencionar "el rearme ideológico", la "regeneración democrática", la "refundación política". En el pasado, le ha servido para movilizar al electorado de izquierda en el último momento. Ahora volverá a intentarlo, porque sigue habiendo un 20% de indecisos.

Arenas conoce esta estrategia, por eso se esforzó muchísimo en las municipales para que en la gente calara la idea de que ya no es tiempo para hablar de ideologías, porque los partidos "no se diferencian por su ideología, sino por su gestión". El esquema de campaña de precampaña de ambos partidos no parece que vaya a cambiar, pero el PSOE deberá anotar que en los últimos años, el PP se ha hecho fuerte donde antes era débil: el 22-M creció en las ciudades de 20.000 y 50.000 habitantes y en los municipios de 100.000. Controla las capitales, los pueblos de la costa y ha ganado terreno en el interior rural. Los socialistas, sin embargo, siguen hablando de "recuperar a las clases medias urbanas" después de una década intentándolo.

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