Sí que han influído los indignados

Javier Salvador

Director de Teleprensa

Los indignados, los protagonistas del fenómeno 15M, sí han influido en las elecciones, lo quieran o no y por muy poco que les guste el resultado de los comicios. Sí, esa gente era mayoritariamente de izquierdas, afines al PP había muy pocos y por eso cuando se gritaba ¡Psoe y PP la misma mierda es!, desmovilizaban voto socialista mientras que el popular se mantenía firme en sus posiciones, sin que realmente le afectase el fenómeno de las plazas. Y es cierto que a toro pasado es fácil hacer análisis, pero esa música joven encandiló y ayer lunes nos desayunamos con su resultado.

La jugada ha salido mal, porque aunque se quiera hacer creer que pasaban de una u otra corriente política, saben que va a ser muy complicado que un PP con resultados abrumadores escuche a sus asambleas y, sobre todo, porque esa inmensa mayoría de españoles que les ha votado les legitima en sus decisiones, sean las que sean. Y no hay más cáscaras.

Ahora podrán hacer ruido, mantener sus concentraciones hasta el domingo que viene y si quieren y les apetece hasta el siguiente también, pero ya lo advirtió Rubalcaba: “no hagan algo el domingo de lo que se puedan arrepentir el lunes”. Sí, Izquierda Unida ha subido, nada menos que 200.000 votos, pero de qué le van a servir si donde gobernaban han perdido toda representación y ese, perdonen que les diga, no es realmente un buen síntoma.

El resultado es la antítesis del modelo que se reivindicaba en las plazas, pero ¿ahora qué? ¿Harán huelga general los parados y estudiantes sin perspectivas? No. No queda más remedio que dar una oportunidad al Partido Popular porque así se lo ha pedido la población, que se ha ajustado al modelo democrático que rige este país, el que establece los procesos electorales como verdadero modelo asambleario. Y sí, pueden gustar más, menos, nada o muchísimo, pero a día de hoy es lo que hay y por respeto y sentido común se merecen esos cien días mínimos de cortesía para que tomen posiciones y pongan sus baterías de medidas a funcionar. Sí, tres meses y diez días en los que no valen plazas ni lamentos.

Lo real, lo importante, es que España va mal. Las medidas adoptadas son insuficientes o de germinación demasiado lenta por mucho que las aplaudan desde Bruselas. No generan confianza en los mercados internacionales y eso afecta directamente al precio de nuestras emisiones de deuda, ese dinero que necesitamos para financiar nuestro modelo de vida, el día a día de la sanidad, la educación y las administraciones. Ahora habrá que ver si se reducen funcionarios o los que hay se hacen más productivos. Si las medidas que tienen en mente generan empleo o comienzan a activar la economía, porque tienen un año para acometerlas y poder de sobra para realizarlas.

España, desde el día uno de julio aproximadamente, tendrá un gobierno de facto del PP y como sean capaces de contener gasto, equilibrar administraciones y reactivar el tejido económico habrá Partido Popular para rato y no por casualidad, sino por decisión del pueblo. Muchos se preguntan por qué esas medidas no las pusieron en marcha en Valencia, Murcia, Madrid, Castilla y León o Galicia en estos últimos cuatro años, en las diputaciones y ayuntamientos que ya gobernaban. Y no, no tengo la respuesta, pero ahora sí tengo claro que sacarán toda su artillería y ojalá que tengan buena munición, porque toca hablar de gente y no de partidos.