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Día de reflexión paternalista para jueces y políticos

José Antonio Martínez Soler
Periodista/Pte. de la Junta Rectora del Cabo de Gata

La Junta Electoral se ha derogado a sí misma haciendo el mayor de los ridículos. ¿Tiene aún sentido que exista el día de reflexión para ciudadanos libres y mayores de edad? ¿En qué mundo viven los jueces y los políticos que no se enteran de lo que pasa a su alrededor?

Recién muerto el dictador y en las primeras elecciones libres del 15 de junio de 1977 -que era como hacer la primera comunión con la Democracia- me pareció razonable que se contemplara un día “de reflexión”, sin campaña electoral, para evitar la tentación de enfrentamientos violentos entre nostálgicos de Franco y demócratas. A medida que pasan los años, Franco tiene menos culpa de lo que nos pasa a nosotros, se aleja el miedo a un enfrentamiento entre azules y rojos y la jornada de reflexión va perdiendo todo su sentido.

A estas alturas, después de muchas elecciones pacíficas, los ciudadanos españoles hemos demostrado nuestra mayoría de edad para evitar la violencia callejera en vísperas electorales. La clave me la dió la jornada de reflexión paternalista del 13 de marzo de 2004, meintras el gobierno del pobre y miserable Aznar mentía persistentemente sobre la masacre de Al Qaeda que atribuía desesperadamente a ETA a sabiendas de que era mentira. Los ciudadanos se manifestaron pacíficamente contra esa mentira de “lesa patria” en las puertas del PP y no pasó nada. Sólo que, al día siguiente, los españoles mayores de edad decidimos libremente echar a aquel indigno PP de Aznar, Rajoy y Zaplana del Palacio de la Moncloa. Así es y debe ser la Democracia. Sin paternalismos del siglo pasado (me refiero al XIX).

He cubierto elecciones generales y presidenciales en países democráticos y -creo que salvo en Francia, donde beben nuestros legisladores que no saben inglés- la jornada de reflexión simplemente no existe, no saben lo que es ni para qué sirve. En las elecciones de Estados Unidos, por ejmplo, puedes  haceer campaña hasta el minuto antes de votar. ¿Por qué no? ¿Acaso un discurso de última hora pueda cambiar nuestra opinión y nuestro voto? ¿Y qué pasa si así es nuestra voluntad de personas libres y mayores de edad?

Si suprimimos la jornada de reflexión de la anticuada y desbordada Ley Electoral -que exige reforma urgente- saldrá ganando la Democracia y evitaremos que la Junta Electoral Central vuelva a hacer el ridículo como lo hizo ayer prohibiendo las manifestaciones y acampadas de los “indignados”. Ya somos mayorcitos para que alguien nos diga cuándo y cómo tenemos que reflexionar sobre nuestro voto. Pido que siga la campaña electoral hasta el minuto mismo de votar. ¡Fuera la jornada de reflexión paternalista! Ánimo, jóvenes -con razón- indignados. ¡Que no decaiga la demanda de democracia real ya!

Los mayores os debemos más de una copa por devolvernos la ilusión de que la Democracia es mejorable, a pesar de nuestros jueces, políticos y -cómo no- banqueros impunes ante tanta fechoría.

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