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Cainitas

Kayros
Periodista

Nada más conocerse los resultados electorales del 22-M surgió en el PSOE almeriense un malestar cainita echándose unos a otros las culpas del batacazo. Si las informaciones son auténticas y fiables, Nono Amate y Luis López pidieron inmediatamente la dimisión de Soler y Asensio y, a renglón seguido, llegó la réplica malhumorada de varios miembros de la ejecutiva local y provincial. Especialmente duro fue Clemente García, vicesecretario general de la Agrupación Local, quien dijo que durante cuatro años Amate pactó su gran sueldo con el PP aludiendo asimismo a los partidos de pádel que el portavoz de la oposición en el Ayuntamiento jugaba con el Alcalde.

A mi juicio, en ese instante había mejores cosas que afilar los cuchillos y era someter a análisis los cuatro años transcurridos entre la irresponsabilidad y la holganza. Una de las cosas más tristes de esta campaña (para mí al menos) era ver al socialismo hacer reformas cuyo código genético pertenecía más bien a la derecha, mientras que esta misma derecha, que había ocultado el origen de la crisis y nunca quiso proponer soluciones, usurpaba el concepto de cambio y poniendo el acento en los cinco millones de parados.

Desde luego si nos atenemos al resultado electoral, no cabe duda que el PP acertó aunque quede todavía el rabo por desollar. A una familia con el padre y los dos hijos en paro, si le dices que le vas a dar empleo se une a ti como el náufrago a un noray. Ahora bien, el noray es todavía algo imaginario. Sin embargo lo que parece real es que el PSOE, en treinta años de poder, se ha ido aburguesando hasta el punto de no ser ya de izquierdas. En buena lógica el votante socialista debió entregar su voto a Izquierda Unida en caso de querer castigar a Zapatero, pero, por lo que se ve, pensaron que era más útil regalárselo al PP. Esto podría explicar el desconcertante triunfo de la derecha que, sin decir una palabra sobre lo que va a hacer con la crisis, se permite perorar sobre cambio y hasta de proceso revolucionario.

Leo ahora que los barones reclaman un giro a la izquierda y, en caso de ajustes, que los ciudadanos no perciban que son injustos. Tarde ya para tanta belleza. Un día escribí que el consuelo de estas elecciones sería no ver correr hacia Sevilla a tanto enchufado hablando de modernidad. A ver si dimiten de una vez.
(La Voz de Almería)

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