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Previsibles

José Fernández
Periodista

Seguramente usted, igual que yo, conoce a personas con nombre y apellidos que llevan una larga temporada en la desesperante situación de búsqueda de empleo o en la reciente pérdida del mismo. Y seguramente usted, igual que yo, se preguntará qué puede pasar por la cabeza de alguien que lleva un año sin encontrar trabajo, que acaba de perderlo o que teme seriamente verse en la lista de desempleados, cuando escucha a los responsables socialistas diciendo que el último aumento de las cifras del paro era “previsible”. Sobre todo, porque lo que no parece previsible es que el paro acabe afectando precisamente a los encargados de salir a explicar, mes a mes, que ven brotes verdes, síntomas positivos, luces al final del túnel, milagros laicos o cualquier otra alambicada fórmula de choteo.

Y es que hace falta tener un temple fuera de lo común para decir sin el más mínimo asomo de arrebol, como acaba de hacer el secretario provincial de Empleo del PSOE, Javier Menezo, que las malas cifras del último mes eran previsibles. Desde el respeto personal al señor Menezo, me pregunto, como en el viejo chiste del loro, cuántas bombonas pidió el bueno de don Javier para acabar clavado en la dolorosa cruz de la explicación política de este frustrante desbarajuste. Por si sirviera, me atrevo recomendarle para su próxima comparecencia sobre los previsibles malos datos del paro una inspiración shakesperiana. En “El mercader de Venecia”, el viejo Shylock explica de este modo lo previsible que son algunas cosas. “Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos? Y si nos agravian, ¿no debemos vengarnos?”

Pues eso: si no quisimos reconocer que se acercaba una crisis, si no se toman medidas adecuadas, si hemos perdido el norte, si nos dedicamos a gobernar a golpe de ocurrencias, ¿acaso es posible generar así confianza y empleo? En democracia, la venganza del agravio se gestiona en las urnas. Por eso las encuestas marcan unos resultados tan… ¿cómo podría decirlo? Ah sí, tan previsibles.

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