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El desapego

Kayros
Periodista

¿Cómo puede una vecindona que vive en la planta puerta con puerta acusar a la dueña de enfrente de sucio celestineo y de todo lo peor que ustedes quieran imaginar siendo ella una puta tronío que sale a los caminos a contratarse por unos sucios duros? Pues sí, es la táctica de la hipocresía beata con ribetes del peor farisaismo.

El evangelio acuñó una frase que suena como espada desde siglos entre las más altas escuelas de la honradez popular. Se refiere, ya saben, al que mira la paja en el ojo ajeno, juez inmisericorde y justiciero, pero en cambio se queda, cegato como una estatua de yeso, sin ver la viga travesera en el suyo propio. La presidenta del Parlamento de Andalucía, Fuensanta Coves, ha aprovechado el Día de Andalucía para poner de relieve el desapego de los ciudadanos por un fenómeno que no es de hoy ni de ayer, sino de siempre. Quizá lo más nuevo en este momento de elecciones sea la tenacidad, la obcecación puritana, con que los partidos políticos se acusan unos hasta hacerse pedazos la camisa.

Un individuo de mediana ética que estuviera oyendo ya varios años las irregularidades del caso Gürtel, que se conociera uno a uno a todos los imputados, que estuviera, en fin, al cabo de la calle de las últimas revelaciones fiscales de Correa, etcétera, no tendría arrestos para meterse con las corrupciones de los demás. Y esto que ocurre con cualquier ciudadano, no es posible en cambio con la moral de los partidos especialmente en tiempos electorales. Aquí cunde el “más eres tú”, como señalábamos más arriba al traer a cuento las artimañas de la puta de tronío.

Y ojo a las consecuencias. En primer lugar el pueblo que suele hacer uso del sentido común comienza a no darle importancia a la corrupción. Piensa que la carne es flaca y la ambición muy propia de la naturaleza humana. No así los partidos. Los estrategas del departamento de elecciones encuentran en la podredumbre el arma arrojadiza que pueda acallar o aminorar su propia podredumbre.

El resultado final es la corrupción que sigue y sigue porque hay quien piensa que el ciudadano no se siente concernido por ella. ¿A qué obedece que Francisco Camps sea nominado otra vez como candidato a la Generalidad valenciana con la aquiescencia de Rajoy? Confían seguramente en el desapego ciudadano. Dan por bueno cualquier escándalo con tal que las urnas le absuelvan. Tiempo al tiempo.
(www.lavozdealmeria.es)

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