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Amizián y el destino

Javier Salvador
Director de Teleprensa

Lo dije ayer en una tertulia de televisión, en Canal Almería. Cuando alguien decide dejar la política por un motivo de salud debemos establecer un punto y aparte. Pero si dejas la política te vas, lo haces de una manera discreta, preparada, y no te presentas ante el mundo como un incomprendido, cuando el principal problema de este concejal es, precisamente, que nunca ha gastado un minuto en comprender aquello que le decían los demás. Y nadie, nadie en este mundo, está por encima del bien o del mal.

El destino ha querido que Francisco Amizián, uno de los concejales más polémicos de la historia reciente del Ayuntamiento de Almería se marche el mismo día que lo hacía Ángel Espadas, también concejal por el PP, pero en el Ayuntamiento de Santiago de Compostela. El gallego, al igual que el almeriense, fue sorprendido por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado cuando conducía borracho.

El gallego se quedó dormido, pero el almeriense provocó un accidente. Al primero le han quitado diez meses el carné, al segundo se lo retuvieron un año. Ángel Espadas tardó apenas 24 horas en demostrar que hay políticos que se ponen los pantalones por los pies, y dejó su cargo. Francisco Amizián lleva seis años diciendo que una falta de este tipo no es motivo para dejar la política. Y claro, es un incomprendido. No le entienden, pero igual el problema es que él no quiere entender.

Los motivos expuestos son de salud, familiares y ante eso todos nos callamos, pero si al mismo tiempo que hace el anuncio cierra la puerta del despacho y desaparece. Pero no, ése no es el caso y por ello circulan una serie de rumores y certezas sobre por qué tiene que marcharse.

La más extendida es que ha sido una imposición de Javier Arenas. El líder de los populares en Andalucía no quiere líos, de ningún tipo, antes de las elecciones en las que puede ganar si Griñán es su oponente. La relación con Gabriel Amat tampoco es buena y muchos dicen que se debe a que todos hacen las mismas cosas, pero unos las llevan de manera discreta y a otros les encanta que se sepa.

La situación en el PP, a día de hoy, no es cómoda. Hay una guerra abierta entre Partido Popular de la capital y lo que Luis Rogelio Rodríguez Comendador entiende como Partido Popular de la capital, que no es más que ese grupo de jóvenes concejales a los que todos apodan los niños. Pero han dejado de ser niños, tienen sus propias ambiciones y entre ellos mismos empezaban a saltar chispas, y lo único que les unía es el convencimiento de que Gabriel Amat, con 70 años en el cuerpo, no es imagen de nada pero les estorba mucho.

Si Francisco Amizián está enfermo, lo único que se le puede desear es que se recupere, que se dedique profesionalmente para lo que esté preparado, ya que nos enteraremos y lo contaremos, pero podemos adelantar que no estará muy lejos del Ayuntamiento de Almería mientras sea el PP el partido que gobierne y mantenga la actual dirección bicéfala, la de Amat con un cachito de poder y Comendador con otro.

Amizián es para algunos un ejemplo de gestión política, para otros un ejemplo de lo que no debe ser un político, pero la vida es así y lo que tienes que hacer es luchar para que esa parte que cree que eres bueno, buena gente, sea mayor que el grupo de los que dicen todo lo contrario.

Le pasa al político, al panadero, al empresario y al currante de obra, todos tienen apóstoles o detractores, y dependiendo de nivel de exposición pública que tenga el trabajo que cada uno desempeñe hará mayores esos grupos.

Pero lo dicho, si está enfermo, lo que más me apetece, sinceramente, es que se recupere, que encuentre tiempo para reflexionar y la generosidad suficiente para intentar hacer cambiar de opinión a aquellos que creemos que no ha sido un político ejemplar, porque la vida es muy larga y lo único efímero es precisamente la política, los cargos públicos.
(www.teleprensa.es)

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