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David Bisbal: pura envidia

Macarena Ruiz Esquinas
Crítica de Arte

Hay personas que ni siquiera saben dónde tienen el dedo índice de su mano, ni saben el día en el que viven y son responsables de trabajos arriesgados de seguridad ciudadana. Otros ocupan altos cargos, modelos de ciudadanía, con gran peso moral y ético en las sociedades, y, a pesar del peso de sus medallas y condecoraciones, logran arrasar y mover a las masas, con locuras colectivas e ideas de suicidios absurdos de los derechos humanos. Y se les respeta, valora, ni siquiera se les dice nada y se les reserva el puesto de trabajo o silla, que ocupan por años, hasta que se mueren.
Hay en el mundo muchísimas injusticias. ¿Por qué? Por  tres grandes causas: falta de comunicación, la frustración en la expresión de las emociones y la falta de adquisición de valores (como el respeto, la paz, el amor, la justicia y otros valores secundarios como la solidaridad, tolerancia, igualdad…). En líneas generales estas tres grandes causas, unidas a otros motivos, generan respuestas muy negativas, como pueden ser: guerras, suicidios colectivos, asesinatos… Es decir, hay una gran falta de comunicación en el mundo que se transforma en barreras de comunicación. Y cuando se crean barreras de comunicación pueden pasar bastantes generaciones para atravesar y cortar de raíz esas barreras o crear otras barreras nuevas.
En la actualidad, el mundo no duerme tranquilo, está siempre a la expectativa porque tiene motivos para estarlo y la mayoría de tragedias son de índole emocional y social: tú no valoras mis ideas, mis locuras, tú no me sigues, a por ti que voy. Las ideas mueven al mundo emocional en el que vivimos y hay muchísimos problemas serios, pero que muy serios que resolver, que llevarán su tiempo y su proceso de avance no será inmediato. Hay grandes cambios día a día, que se producen en el planeta y del que algunos no somos conscientes.
Y de todos los problemas que existen, las personas nos inventamos absurdas barreras de comunicación. Una persona no puede ser juez de nadie  o ser juzgada por una frase y que esta globalice toda su personalidad  y vida. Porque cada minuto de nuestra vida hablamos, conversamos, escribimos, hacemos miles de actividades a lo largo del día. No tenemos más que hacer un resumen en una hoja, del planning de actividades que tenemos que hacer para mañana, o en un mes. Cada minuto de nuestra vida vamos cambiando, evolucionando y aprendiendo. Valorar a una persona sin conocerla, por un minuto de su vida, o por una frase o por un suceso concreto... es engañarse a uno mismo. Porque a esa persona no se le conoce; por tanto, no se le puede juzgar. Y otro aspecto es: ¿quién soy yo para criticar a nadie?, ¿qué argumentos tengo para levantar calumnias, infamias o injurias  sobre una persona? ¿Alguien conoce el significado de lo que es el respeto o la dignidad?
Criticar de manera negativa a David Bisbal no me parece justo.
Hay una frase que recoge muy bien el mensaje del artículo, cuyo autor, Epicteto de Frigia (filósofo grecolatino), dio en el clavo. Y es: La envidia es el adversario de los más afortunados.

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